El profesor de latín, José Antonio Enríquez, murió en Madrid el mes pasado. Enríquez estuvo vinculado a Zaragoza muchos años, primero como profesor de instituto y después por vínculos familiares. En los años de la transición estuvo en el Instituto Pignatelli, en el Mixto-4 y en la Universidad Laboral.
Nuestro trato con José Antonio fue posterior. Cuando era profesor de Filología Latina en la Universidad Complutense, coincidimos en Almería en un curso que co-dirigía su colega Agustín García Calvo. Allí repasamos la lista de amigos zaragozanos y nos brindó divertidas anécdotas de sus actividades como director de teatro latino que representaba con sus alumnos. Un hombre vehemente, sensible y vital, así lo sentimos en nuestra relación, entre retazos de erudición y picaresca.
Antón Castro, que fue alumno suyo, lo ha recordado en su blog.
Otro querido amigo, el poeta zaragozano Miguel Luesma, también ha muerto estos días. Cuando ya había desaparecido la tertulia del Niké, Luesma fue uno de los principales animadores de otras tertulias en los años 70 y 80. Junto a sus amigos Guillermo Gúdel, Luciano Gracia, Benedicto Lorenzo de Blancas y otros, se le encontraba en el café Levante, en la cafetería de Radio Zaragoza, o en El Cachirulo de la plaza Santa Cruz, animando los grupos literarios y discutiendo sobre otras pasiones artísticas: la pintura y la música.
Pintores como Torcal y hombres de letras como Alberto Castilla fueron sus amigos y colaboradores. En El Periódico de Aragón aparece una breve nota biográfica.
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