Este miércoles, 25 de septiembre, a las 19.30, el La Pantera Rossa de Zaragoza se presenta la nueva edición de
La calle del agujero en la media y de
Todos bailan.
La Colección Mareta, de Gara d'Edizions, los ha editado en un solo libro. Son dos obras destacadas de la poesía en lengua española de la década de 1930. Su autor, el poeta y periodista Raúl González Tuñón, nació y murió en Buenos Aires. Dejó poso en poetas de la talla de Juan Gelman.
PRÓLOGO A ESTA EDICIÓN
Rául
González Tuñón
Nació
en Buenos Aires el 29 de marzo de 1905. Sus padres, Remigio González y Consuelo
Tuñón, habían emigrado a Buenos Aires desde su Asturias natal. Raúl fue el
sexto de siete hermanos. Su infancia se desarrolló alrededor de las plazas Once
y Constitución, nudos de comunicación porteños, con los ferrocarriles como
escenografía en movimiento y música de fondo.
Junto a su hermano Enrique, acudía los domingos con su padre y con su
abuelo Manuel a la plaza Once, lugar de
reunión para trabajadores con reivindicaciones que cantaban los himnos
revolucionarios de sus países de origen. Manuel Tuñón también lo llevaba a la
dársena para comer pescadito frito entre historias de marinos errantes, contagiándole la pasión por
islas, puertos, y mares.
Gran
lector desde niño, estando en el Colegio Nacional descubre una frase de Roger
Bacon que asume como un mandato: “Contempla
el mundo”. Pronto deja los estudios y comienza, tras intentar otros
trabajos en ciudades del interior, su
carrera como periodista en un semanario de La Rioja argentina.
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Raúl González Tuñón |
Poesía y periodismo
A
los diecisiete años publica sus primeras poesías en Caras y caretas. Es época en que las revistas literarias tenían
gran importancia. Ricardo Güiraldes le
invita a participar en la revista Proa,
creada por Borges y que entraba en una segunda etapa. En 1924 se incorpora a Martín Fierro, dirigida por Evar Méndez
y Oliverio Girondo, cuyo manifiesto
fundacional concluía: “Martín Fierro sabe
que todo es nuevo bajo el sol, si todo se mira con unas pupilas actuales y se
expresa con un acento contemporáneo”.
Eran
los años de las polémicas entre el grupo Boedo, y los martinfierristas del grupo Florida. El
primero tenía como lema la literatura políticamente comprometida, mientras que
Florida convocaba inquietudes de renovación formal y contrarias a la poesía
dominante que representaba Leopoldo Lugones.
Y es que, en el ámbito de la lengua española aún se discutía la
conveniencia del verso libre y la aceptación de “ismos” como el surrealismo. Recuérdese la admonición de Antonio Machado:
“Verso libre, verso libre… / Líbrate,
mejor, del verso / cuando te esclavice.”
Florida
-que tenían en sus filas figuras como Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, Jorge
Luis Borges, o Leopoldo Marechal- contaba con Roberto Arlt y con los hermanos González Tuñón como mediadores con Boedo. Bueno, eso cuentan las leyendas y añaden que
la sangre (a modo de editoriales, epigramas y brulotes) nunca llegó al río; más
aún, se creó el neologismo “Floredo” para describir el ambiente literario
porteño del momento.
Algunos
poetas reivindicaron la figura de Evaristo Carriego, muerto años atrás, lo que
provocó, en palabras de Tuñón: “una
pequeña revolución porteñista, donde el amor a la ciudad, al tango, tomar contacto
con nuestra ciudad, con Carriego de La Canción del Barrio, nos hizo adquirir un
tono propio.”
En
1925, Enrique reúne los poemas de su hermano y los presenta a un concurso
organizado por el editor Manuel Gleizer, con Alfonsina Storni en el jurado. El premio recayó en Raúl. Al año siguiente aparece
su libro Violín del diablo y entra en
el diario Crítica. Crítica, cuyo propietario y director era
Natalio Botana, había revolucionado el periodismo porteño; desde sus páginas se
organizarían campañas de apoyo a Sacco y Vanzetti, y de solidaridad con la
República española. En la redacción del periódico Tuñón tendrá por compañeros a
otros escritores: su hermano Enrique, Nicolás
Olivari, Nalé Roxlo, Carlos de la Púa, Arlt, Borges.
Su
trabajo como periodista le lleva a recorrer los barrios porteños donde entra en
contacto con los submundos de la ciudad. También le encargan entrevistar a
personajes como el poeta Rabindranath Tagore o el compositor de tangos Enrique
Santos Discépolo. Viaja a Tucumán para
cubrir una huelga de cañeros y escribir sobre los ingenios del azúcar. Viaja
como corresponsal a la Patagonia donde la huella de la represión ejercida
contra los obreros le conmociona.
Hacia 1927, cerca de Bahía Blanca, en uno de esos
circos pobres que tanto fascinaban al poeta,
entabla amistad con el
prestidigitador Johnnie Walker
que, con el tiempo, dará nombre al personaje Juancito Caminador. En el
desarrollo de este alter ego,
influyen igualmente las andanzas de su
abuelo paterno, Estanislao González, y algunos poemas de Valéry Larbaud.
París:
La calle del agujero en la media
En
1928 obtiene con Miércoles de ceniza
el segundo lugar en el Premio Municipal de Poesía, de reconocido prestigio y
buena dotación monetaria. Con el dinero del premio viaja a Europa, visita
ciudades de la costa española y se instala en París, haciendo vida bohemia y
enviando crónicas a Crítica y a La Nación.
Fruto de este viaje es La calle del agujero en la media (El séptimo cielo). El poeta se sitúa en una encrucijada
geográfica y vital, remarcada por una cita inicial de O. Henry (William
Sidney Porter ) y por el primer poema del libro, “La cerveza del
pescador Schiltigheim”.
Podría decirse que el viaje exacerba los estados de
alegría, en medio de la atmósfera bélica provocada por la guerra pasada y por
la que se presiente. Los muelles y puertos, la guerra, el canto y la farándula
callejera transitan por los poemas, celebrando la vida parisina y la épica
revolucionaria, con evocaciones a episodios de su vida argentina.
En uno de los poemas más celebrados, “Escrito sobre
una mesa de Montparnasse”, alude a la uruguaya Blanca Luz Brum, poetisa y
agitadora política que había estado refugiada en Buenos Aires. Cómo debía ser,
que levantaba tales pasiones:
Yo quisiera explotar una bomba, derrocar un
gobierno,
hacer una revolución con mis manos amigas
del cristal, de la luz, de la caricia
-destruir todas la tiendas de los burgueses
y todas la academias del mundo-
y hacerme un cinturón bravío de
rutas inverosímiles como Alain Gerbault,
para que venga Blanca Luz y me ame.
La
calle del agujero en la media aparece, tras la
vuelta de Tuñon a Buenos Aires, publicada por Gleizer en 1930. Formalmente,
comienza con poemas en verso libre hasta
llegar al que da título al libro, escrito en alejandrinos. Después
encontraremos más en tetradecasílabos y uno en eneasílabos: “Marionnettes”.
Caso particular, como veremos más adelante, son los “Tres poemas de algún
país”, el primero en versos endecasílabos,
el segundo en dodecasílabos, y eneasílabos en el último. No obstante, la abrumadora mayoría está en
verso libre.
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Primera edición. Portada: Bartolomé Mirabelli
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El
poeta en diálogo con su tiempo
En septiembre de 1930 es depuesto el presidente
constitucional Hipólito Irigoyen mediante un golpe de estado encabezado por el
general Uriburu, comenzando así el
período conocido como la Década Infame (1930-1943). Pero en Brasil también hay
agitaciones y allí viaja Tuñón para informar del movimiento promovido por
Getulio Vargas. El barco hace escala en Montevideo y sube un pasajero con el
que confraterniza el resto del viaje, Carlos Gardel. Las convulsiones de la
vida política argentina llevarán a la clausura de Crítica, Botana se exiliará en España y Tuñón
se radicará por un tiempo en Brasil y Uruguay.
En 1932 es enviado como corresponsal a Paraguay, en
guerra con Bolivia. El periodista sospechará después que el tras la guerra del
Chaco estaban los intereses de grandes petroleras. Otro reportaje que le marca profundamente es
el que realiza en Villa Desocupación, una villa miseria de emigrantes
arruinados por embaucadores, donde se interna disfrazado de indigente. En sus
crónicas describe las trágicas peripecias de sus pobladores, el hambre y la
represión policial.
En 1933 crea la revista Contra, que contará con la colaboración de Blanca Luz, de nuevo en
Buenos Aires, pero, ahora, con el pintor mejicano Siqueiros, que había sido
contratado para pintar un mural en casa de Natalio Botana, donde se
instalaron. Más de una leyenda se cuenta
de esa estancia, que coincidió con la de Neruda y Lorca.
Tuñón publica en Contra
su poema “Las Brigadas de choque”, por el que será encarcelado. Se le concede
una suerte de libertad condicional (caución juratoria) por falta de
antecedentes. Este caso traerá cola: el
poema no figurará en el libro al que correspondía (Todos bailan) y motivará luego una protesta internacional de apoyo
al poeta. El poema en cuestión era una
soflama dividida en doce tiempos. Amplifica ideas de anteriores poemas. Así, si
en el poema “La calle del agujero en la media” dice:
El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la
guerra!
Esto es simple querida, como el globo de
luz
del hotel en que vives. Yo subo la
escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe
vagabunda
alegres en lo alto de una calle
cualquiera.
Alegres las campanas con una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale
el sol y se llena todo el cuarto de sol.
En “Las Brigadas de choque” escribe:
No importa que yo ame los
puertos y los circos
y la dorada y alevosa flor
de la aventura
y el vino y las rosas y la
guerra.
Como Ernesto Psichari yo
amo la guerra,
pero la guerra que trae la
Revolución.
Arremetiendo contra todo, dispara también contra los
letristas de tangos:
El tango actual es una
cobardía.
Sombrío, ronco, gangoso
—“oliendo a china en
zapatilla y macho perezoso”—.
Es pesimista, compasivo y
trágico.
Es un ángel oscuro que
pudo haber volado.
Años más tarde, Tuñón diría:
“Considerando
a la distancia los agresivos versos, su iracundia, no gratuita, como
la de algunos jóvenes en la actualidad, que no precisan el destinatario
de su inconformismo, y algo de profético, los convierten en un documento
más o menos curioso. Son visibles sus defectos formales y de fondo,
exageraciones, injusticias. Debe disculparse lo que tiene de sarampión revolucionario.”
Pero también defendía sus posiciones de base:
“continúa
vigente el aire civil del versolibrismo ejercitado en la etapa “martinfierrista”;
la virtual exaltación del ¡Métete! contra el poco criollo ¡No
te metás!; el sentido épico que entonces como ahora alternaba con la efusión
lírica; el espíritu insobornable de rebelión que anima siempre en mí contra todo aquello que afea la vida del hombre.”
Ese año traba amistad en Buenos Aires
con Pablo Neruda y Federico García Lorca. En una velada, Lorca improvisa al
piano una semblanza musical de cada contertulio y retrata a Tuñón con los
acordes de La Internacional. ¿Es necesario decir que Tuñón era comunista? Lo decían sus versos. Sin embargo, su defensa
del “realismo romántico”, esa peculiar
manera de dialogar con su tiempo tan poco ortodoxa, retrasa su afiliación al
partido hasta el año siguiente.
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Tuñón agachado y, de pie, Neruda, X, Lorca, y X.Buenos Aires, 1933 |
Todos
bailan
En 1934, fruto de su etapa brasileña publica El otro lado de la estrella. En
Montevideo conoce a Amparo Mom, su
primera esposa. Mientras escribe Todos
bailan, llega a Buenos Aires la noticia del levantamiento minero en
Asturias y redacta simultáneamente los primeros poemas de La Rosa Blindada.
Todos
bailan –Los poemas de Juancito Caminador- aparece en 1935 con un variado repertorio de
situaciones y personajes presentes en ese mundo real que el poeta quiere
transformar. Esa constancia en la
denuncia de las injusticias sociales se cuela hasta en los versículos líricos
de “Lluvia” dedicados a Amparo Mom.
Nuevamente transitan en este libro personajes históricos, legendarios y
anónimos , en una premeditada mezcolanza (“fíjate
cómo se amontona la historia” ).
Así, aparecen: el general filipino Flor Intrencherando, autoproclamado
“emperador” y muerto ese año; los gánster de Chicago; los racistas sureños del
Ku Kus Klan; los negros falsamente acusado de violación en Scottsboro; el
revolucionario húngaro Koloman Wallisch, ahorcado el año anterior; el dirigente
anarcosindicalista Salvador Seguí, “el
noi del sucre”, abatido por pistoleros de la patronal catalana; la guerra
del Chaco; la Patagonia rebelde; los buscadores de oro, garimpeiros, del Amazonas; etc.
La mayoría de los poemas de Todos bailan están en verso libre. Hay algunos en eneasílabos y
tetradecasílabos, pero lo que llama la atención son dos casos. El primero, la concordancia rítmica de “Los
seis hermanos rápidos dedos en el gatillo” -pentadecasílabos- y “El Noy del
Sucre” –combinación de 15 y 20 sílabas-. Como hacen los poetas repentistas,
toma pie del primero para empezar el segundo. Pie temático y rítmico, pues en
ambos los versos se articulan en grupos fónicos de cinco sílabas. La otra
curiosidad métrica que se advierte es la de “Los poemas de algún país” que
emparenta con “Tres poemas de algún país” de La calle del agujero en la media. En los dos poemas, el primer
tiempo está en endecasílabos, el segundo en dodecasílabos y el tercero en
eneasílabos. “Los poemas de algún país” tiene un cuarto tiempo que retoma el
endecasílabo.
Y aquí debería concluir el prólogo, donde sumariamente
hemos reseñado algunos rasgos
biográficos convenientes para acompañar la lectura de estos dos libros. Sin
embargo, nos extenderemos unas líneas más, so pretexto de que Todos bailan era el libro de
presentación en su nueva aventura europea.
El
poeta que blindó la rosa
Llega a España con Amparo Mom en enero de 1935, en
pleno Bienio Negro. Nada más llegar a Madrid llama a sus amigos García Lorca
y Neruda, que lo invitan al banquete
homenaje a Vicente Aleixandre, Premio Nacional de Poesía por su libro La destrucción o el amor. Allí conoce a
otros poetas de la República, como Pedro Salinas, Gerardo Diego, Miguel
Hernández y José Bergamín. Atesora amistades con los tertulianos del Café Pombo, que se reunían en torno a Gómez
de la Serna, y de la Cervecería de Correos, donde acudían los amigos de García
Lorca.
Por su correligionaria Dolores Ibarruri, “la Pasionaria”, conoce detalles de la
represión en Asturias y prosigue con los poemas dedicados a la insurrección
minera. Una discusión con Neruda en torno a la poesía comprometida –idea que
entonces no agradaba al chileno- llamó la atención de Miguel Hernández. Días
más tarde, Hernández cita a González Tuñón para seguir hablando del tema que el poeta argentino sintetizaba
con una frase del escritor haitiano Jacques Roumain: “Hay momentos en la historia del mundo en que la poesía deviene un arma,
puede y debe convertirse en un arma”.
En Madrid le comunican desde
Argentina la condena a dos años de cárcel por el poema “Brigadas de Choque”.
García Lorca redacta un documento de
protesta. En junio, Tuñón viaja a París para participar en el Primer Congreso
Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura. Allí, César Vallejo
difunde otro manifiesto: “…protestamos en nombre de la dignidad del pensamiento
y la libertad
de expresión, contra la política de represión ejercida por ciertos
gobiernos latinoamericanos…” Entre los firmantes: André Gide, Heinrich Mann, Tristán Tzara, Henri Barbusse,
Waldo Frank, André Malraux, Jean Cassou, Luis Aragón.
En septiembre, León
Felipe, sorteando la censura del momento, consigue que Tuñón se presente en el
Ateneo de Madrid donde lee poemas de La
Rosa Blindada. “El poeta que blindó la rosa”, dirá desde entonces Neruda al
referirse a Tuñón. En octubre aparece el primer número de Caballo Verde para la
Poesía, revista creada en Madrid por Manuel Altolaguirre y Pablo Neruda , que
incluye el “Poema Caminando” de Tuñón.
En noviembre,
García Lorca organiza una comida en la Taberna de Pascual como despedida de
Tuñón, que vuelve a Argentina para fundar la Sección Hispanoamericana de la
Alianza de Intelectuales Antifascistas. Y, en ese restaurante de la calle La Luna,
comprueba Tuñón la influencia que han tenido sus ideas en Miguel Hernández.
Éste le pasa un papel a Gerardo Diego, quien, viendo que se trata de un soneto,
subiéndose a la silla lee: “Raúl, si el
cielo azul se constelara / sobre sus cinco cielos de raúles, / a la revolución
sus cinco azules /como cinco banderas entregara.(…)” Su carga política, desconocida hasta entonces
en Miguel, sorprende a todos. Tuñón corresponderá dedicándole en La Rosa Blindada el poema “La copla al servicio de la
revolución”. En “La libertaria” aparecen unos versos (Ven catalán jornalero a su entierro, / ven campesino andaluz a su
entierro, / ven a su entierro yuntero extremeño, / ven a su entierro pescador
gallego, / ven leñador vizcaíno a su entierro, / ven labrador castellano a su
entierro, / no dejéis solo al minero asturiano.) que más tarde Miguel
Hernández amplificará en su poema “Vientos del pueblo me llevan”.
Tras su vuelta a Buenos Aires, Tuñón
regresará a España en plena contienda y participará en el Segundo Congreso Internacional de
Intelectuales en Valencia, en Madrid y en Barcelona. Luego, viajará a París, para la sesión de clausura del
congreso, regresando a España con Vallejo y Neruda. Durante siete años reside
en Chile, donde funda periódicos y organiza con Neruda la Alianza de
Intelectuales de Chile. Mueren su hermano Enrique y Amparo Mom. De nuevo en Buenos Aires, sigue publicando su
poesía, también teatro y ensayo, y escribiendo
en prensa. Continúa viajando (URSS, China, Cuba…) Se casa con Nélida Rodríguez
Marqués con quien tiene a su hijo Adolfo Enrique. Polemiza con la línea
imperante del partido, defendiendo sus opciones estéticas y también las de
otros escritores como Roberto Arlt. En el diario Clarín hace crítica de teatro
independiente y artes plásticas; tras su jubilación en 1970, siguió ocupando su
mesa en la redacción, a la que acudía cada mañana a escribir y recibir la
visita de otros poetas. Murió el 14 de
agosto de 1974.
Las
huellas de Tuñón
La obra de Tuñón, que conoció momentos
de gloria y también de ninguneo editorial, es redescubierta periódicamente. En
1955 nace el grupo El Pan Duro, con Juan Gelman, Héctor Negro y otros poetas
que se acogen a la égida de Tuñón, sacando la poesía de los libros para
llevarla a los oídos de cualquier público. José Luis Mangieri creó la revista y
la editorial La Rosa Blindada y la colección de poesía Todos bailan. Grabaciones
de Tuñón recitando sus versos se pueden encontrar hoy en disco compacto, no así
el libro Conversaciones con Raúl González
Tuñón, que es una interesantísima
recopilación de recuerdos recogidos por Horacio Salas, y que ha servido para
compulsar este prólogo. Otros importantes autores se han ocupado de su obra: Héctor
Yánover, Pedro Orgambide, Juan Gelman, David Viñas, Daniel Freidemberg, Julio
Boccanera, Jorge Fondebrider… Recientemente,
Planeta y Seix Barral han publicado compilaciones de su obra.
Hay en Buenos Aires una placita con su
nombre, una placa en su casa y un café
concert Tuñón, se debate si poner su nombre a una calle, y ha existido una
Biblioteca de Poesía con su nombre en la casa de Carriego.
El
Cuarteto Cedrón ha sido fundamental en la difusión de su obra en Europa, con
sus actuaciones y grabaciones, entre las que se encuentra “Cuarteto Cedrón
canta a Raúl González Tuñon”, donde se alternan canciones y la voz del poeta conversando
con Juan “Tata” Cedrón. En España puede encontrarse un disco que reúne poemas
de Neruda cantados por Paco Ibáñez y de Tuñón por el Cuarteto Cedrón.
No está de más terminar con unas palabras de Octavio Paz , escritas
50 años después de la guerra española y editadas por el congreso conmemorativo
(Valencia, capital cultural de la
República). En carta a los organizadores, Paz, tras evocar el uso del
romance por Tuñón, dice:
Aún está viva en
mi memoria la tarde en que lo conocí, en julio de 1937, en Madrid. Me lo
presentó mi compatriota Siqueiros, en las vísperas del Congreso de Escritores
para la Defensa de la Cultura. Él ya era un consagrado y me impresionó ese
hombre suave y firme, que había escrito los más encendidos poemas sobre el
pueblo español. Recuerdo haberlo oído leer "La libertaria", ese poema
en el cual todos los oficios de España confluyen como en un rezo. Para esa
generación escribir poesía combativa era escribir a la sombra de Raúl González
Tuñón, es el Rubén Darío de la poesía social y no cometo una herejía si afirmo
que España en el Corazón de Neruda y España aparta
de mí este cáliz, de Vallejo no hubieran podido ser sin La Rosa blindada.
Neruda lo reconoció con todas las letras y Vallejo hubiese hecho otro tanto si
la muerte no lo hubiese sorprendido en París, en 1938.
Desconozco su restante producción pero recuerdo que
Luis Cernuda me dijo que era también un importante poeta lírico. Todo me aleja
de aquellos años, pero en mi biblioteca guardo La Rosa
Blindada porque es un hito.
La colección aragonesa Mareta, cree de justicia
editar estos dos libros de Tuñón con poesía contingente y esencial en nuestra
historia literaria.
Luis Felipe Alegre
Palacio de La Bouza (Asturias), 2013