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Raquel, Eugenio, Luisf, Carmen. Foto: Raquel Arellano |
Este es el
orden de las escenas, con algunos textos escogidos de entre los que utilizó
Cervantes para componer su obra:
Índice de textos
Habla Necedad
(Elogio de la Locura , Erasmo
de Rótterdam)
“Los filósofos naturales, buscan...”
(Examen de ingenios, Huarte
de San Juan)
La prueba del vaso
(Orlando Furioso, Ludovico
Ariosto)
Canción de la mosca y la
mora
(Tradición oral)
“El dulce lamentar…”
(Égloga I, Garcilaso de la Vega)
Refranes
(Tradición oral)
“Cuando la asonada de Oriente...”
(Belianís de Grecia, Jerónimo
Fernández)
“El caballero de Cupido...”
(El caballero de la Cruz)
“Yo soy la doncella...”
(Amadís de Gaula, Garci
Rodríguez de Montalvo)
“Vos, gentilhombre, que recibís...”
(Tirant lo Blanc, Juanot de
Martorell))
“Non debe ser caballero...”
(Segunda Partida, Alfonso el Sabio)
Romance de la Constancia
(Romancero)
El caballo y las armas
(Basado en un texto de Luis A. de Cuenca)
“Aquel que ves allí enfrente...”
(Arcadia, Lope de Vega)
“Nos dice la historia que Perceval...”
(El cuento del Grial,
Chrétian de Troyes)
“Caballero, si a Francia...”
(Romance de Gaiferos)
“Vengue tan gran maldad...”
(Palmerín de Inglaterra)
Descripción del Endriago
(Amadís de Gaula, Garci
Rodríguez de Montalvo)
“La fama, la más veloz de las plagas...”
(Eneida, Virgilio)
“Todos los bienes del mundo...”
(Canción, Juan de la Encina)
“Non se os haga tan amarga...”
(A la muerte del maestre..., Jorge Manrique)
“Verdad es que he escrito...”
(Arte Nuevo de hacer comedias,
Lope de Vega)
Entremés de los romances y
Romance del amante apaleado (fragmento)
(Ensaladas de romances)
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El Endriago y Luisf. Foto: Raquel Arellano |
Aquí algunos ejemplos de las fuentes recreadas en escena:
1.Cervantes tomó el argumento del Entremés
de los romances y lo adaptó en los cinco primeros capítulos del Quijote. Veamos algunos fragmentos:
1, a. El labrador Pero Tanto da noticia a la familia de Bartolo de la
chifladura de éste:
PERO TANTO: Tanto por tanto,ya os digo
que vuestro yerno y amigo
quiere partirse a la guerra,
y dejar su esposa y tierra,
que lo consultó conmigo.
De leer el Romancero
ha dado en ser caballero,
por imitar los romances;
y entiendo que, a pocos lances,
será loco verdadero.
1, b. Bartolo se dispone a emprender la aventura con su criado
Bandurrio:
BARTOLO: Ensíllenme el potro rucio
de mi padre Antón Llorente;
denme el tapador de corcho
y el gabán de paño verde,
el lanzón, en cuyo hierro
se han orinado los meses,
el casco de calabaza
y el vizcaíno machete.
Y para mi caperuza,
las plumas del tordo denme,
que, por ser Martín el tordo,
servirán de martinetes.
Pondrasle el orillo azul
que me dio para ponerme
Teresa la del Villar,
mi mujer, que está presente.
Pártete luego, Bandurrio,
y haz que todo se aderece.
1, c. La familia le implora que no se vaya, pero Bartolo se despide de
su esposa:
BARTOLO: Teresa de mis entrañas,
no te gazmíes ni jaqueques,
que no faltarán zarazas
para los perros que muerden.
Aunque es largo mi negocio,
la vuelta será muy breve:
el día de San Ciruelo
o la semana sin viernes.
Acuérdate de mis ojos,
que están, cuando estás ausente,
encima de la nariz
y debajo de la frente.
1, d. Bandurrio se pierde en el campo. Bartolo encuentra una pareja de
pastores enzarzados en una disputa amorosa, los confunde con dos moros y,
creyéndose el Tarfe de los romances moriscos, pelea con el pastor Simocho:
SIMOCHO: Hermano, si estáis borracho,
id a dormir a otra parte;
que aquí no hay moro ni mora,
porque somos dos zagales
que nos queremos casar.
…………………………………
BARTOLO :Retrátate, Almoradí,
que es razón que te retrates
de tus mujeriles hechos,
y en cosas de hombres no trates.
Dices que Daraja es tuya:
¡suéltela, moro cobarde!
SIMOCHO No quiero.
BARTOLO Pues por los cielos
que aquesta lanza te pase.
SIMOCHO ¡Ay, que me ha dado en las nalgas!
1, e. El pastor Simocho le coge la lanza a Bartolo y le da una paliza.
Bartolo en su delirio atribuye al caballo su caída, luego se cree Valdovinos y
comienza a recitar el Romance del Marqués
de Mantua:
¡Ah, cruel fortuna proterva!
Apenas puedo moverme.
¡Contenta estarás de verme
tendido sobre esta hierba!
De una desgracia tan brava
no tengo la culpa yo;
túvola el asno, que no
corrió cuando le arreaba.
¡Santa María me valga!
No puedo alzarme aunque quiero.
¡Mal hubiese el caballero
que sin espuelas cabalga!
Mas ¿yo no soy Valdovinos,
y Carloto no es aquel
que, como traidor cruel,
me dejó entre estos espinos?
…………………………….
¿Dónde estás, señora mía,
que no te duele mi mal?
De mis pequeñas heridas
compasión solías tomar,
y agora, de las mortales,
no tienes ningún pesar.
No te doy culpa, señora,
que descanso en el hablar;
mi dolor es tan crecido
que me hace desvariar.
…………………………
¡Oh, mi primo Montesinos!
¡Oh, infante don Merián!
¡Oh, buen marqués Oliveros!
¡Oh, Durandarte el galán!
¡Oh, triste de la mi madre!
Dios te quiera consolar,
que ya es quebrado el espejo
en que te solías mirar.
1, f. La familia encuentra a
Bartolo. Cuando es trasladado a su aldea, se imagina que es el alcalde de Baza
que dialoga con el Abencerraje:
PERO TANTO Lleve el diablo el romancero
que es el que te ha puesto tal.
Decid, ¿no tenéis vergüenza,
Bartolo, de porfiar
en que sois vos Valdovinos?
BARTOLO ¿Yo, Valdovinos? No hay tal.
Vos, señor, sois Bencerraje,
y yo alcaide natural de Baza.
PERO TANTO ¡Locura nueva!
1, g. Dejan a Bartolo en su cama
y , tras otros episodios que suceden en el hogar, la familia celebra una fiesta
con música y canciones. Bartolo
reaparece gritando el romance de Ardiéndose estaba Troya. La familia cree que
se incendia la casa y huye despavorida:
BARTOLO Ardiéndose estaba Troya,
torres, cimientos y almenas;
que el fuego de amor a veces
abrasa también las piedras.
TODOS ¡Fuego, fuego! ¡Fuego, fuego!
BARTOLO ¡Fuego!, dan voces. ¡Fuego! suena,
y sólo Paris dice: “abrase a Elena.”
FIN
Nota: Hemos seguido el texto de la edición de Daniel Eisenberg y
Geoffrey Stagg
Bulletin of the Cervantes
Society of America, 2002
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2. Para iniciar la acción del libro (I,2), Cervantes utiliza un verso
de la ensaladilla de romances titulada Romance del amante apaleado (1596):
Un lencero portugués
recién venido a Castilla,
más valiente que Roldán
y más galán que Macías,
en un lugar de La Mancha,
que no le saldrá en su vida,
se enamoró muy despacio
de una bella casadilla (…)
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3. En su primera salida (I, 2) don Quijote y el ventero citan en su
diálogo versos de este Romance de la
constancia:
Mis arreos son las armas;
mi descanso es pelear;
mi cama, las duras peñas;
mi dormir, siempre velar.
Las manidas son escuras,
los caminos, por usar;
el cielo, con sus mudanzas,
ha por bien de me dañar;
andando de sierra en sierra
por orillas de la mar,
por probar si mi ventura
ha lugar donde avadar.
Pero por vos, mi señora,
todo se ha de comportar.
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4. En el mismo capítulo se parodia este párrafo de Don Belianís de Grecia, de Jerónimo Fernández:
“Cuando a la asonada de Oriente el lúcido Apolo su cara nos muestra, y
los músicos pajaritos las muy frescas arboledas cantando festejan, mostrando la
muy gran diversidad y dulzura y suavidad de sus tan arpadas lenguas…”
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5. De la traducción libre de El
triunfo de amor de Francisco Petrarca, realizada por Álvar Gómez, toma
Cervantes (I, 9 y 49; II, 16) los dos últimos versos de esta décima:
Mira las manos de Yseo
cata la reina Giniebra,
que biene en su devaneo,
que por cumplir su deseo
mill bezes su fama quiebra;
Lanzarote y don Tristan,
y el rey Artus y Galvan,
y otros muchos son presentes,
de los que dizen las gentes
que a sus abenturas van
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6. En la aventura de los rebaños (I, 18) Cervantes ridiculiza este
fragmento de la Arcadia (1598) de
Lope de Vega:
“Aquel que ves allí enfrente, es el gran Licurgo, legislador de los
lacedemonios… Aquel del yelmo de oro, con la sierpe por divisa y la lanza de
invencible peso, casi igualada a la antena de una nave, es el britano Arturo.
Aquel de agradable rostro, con el bastón de fresno y la mano en el pomo de la
espada, es el victorioso francés Carlomagno… Aquel robusto que, con aquel
bastón de roble y las piernas de manchados tigres, con cuya cabeza hasta la
frente tiene cubierta la suya, tanto parece a Hércules, es el portugués
Viriato… Este de espantoso rostro, barba erizada y negra, vestido bárbaro y
fiereza nunca vista, es el rey de los escitas, tirano de Samarcanda y Tamorlán
famoso… Este ligero que sobre aquel caballo juega la espada, y en cuyo pavés
resplandecen diecinueve castillos en campo rojo, es el leonés Bernardo del
Carpio…”
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7. La aventura de los encamisados (I, 19) toma el argumento de este
episodio de Palmerín de Inglaterra:
El caballero Floriano ve “venir hacia sí unas andas cubiertas de un
paño negro, acompañadas de tres escuderos que hacían gran llanto por un cuerpo
muerto que dentro dellas iba; llegando a ellas, Floriano quiso saber la causa
de su lloro, y descubriendo el paño vio dentro un cuerpo muerto armado de unas
armas verdes, tan envueltas en sangre que casi no se devisaba la color dellas,
con tan grandes golpes, que bien parecía que en gran batalla los recibiera;
movido a piedad de lo ver tal, detuvo al uno de los escuderos para preguntalle
la razón de su muerte”. El escudero informa a Floriano y le pide que “vengue
tan gran maldad, por lo cual, si os atrevéis a hacerlo, allende de acrecentar
vuestra fama, daréis causa que no se cometan otras traiciones como ésta”.
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8. El cuento de las cabras que refiere Sancho (I, 20) lo encontramos
dos siglos antes en El libro de los
ejemplos por A.B.C :
DE LAS CABRAS QUE CRUZABAN EL RÍO
Fabulotor excusat a tedio et labore
Oir fabliellas es relevamiento
de cuidados e pensamiento.
Un Rey tenía un homne que le decíe cada noche cinco fabulillas e
enjemplos. Acaesció que una noche el Rey, teniendo cuidados, non podie dormir,
e mandóle que le dijiese más enjemplos que solíe, e él díjole tres más que las
otras noches, e eran pequeños. E el Rey díjole que dijiese más, e él non quiso,
porque ya habíe dicho muchas fabulillas. El Rey dijo:
-Muchas dijiste, mas eran breves; querría que me dijeses alguna que
fuese luenga, e luego te dejaría dormir.
El fablador dijo que le placíe, e comenzó así:
-Un rústico teníe mil sueldos, e fue a una feria e compró dos mil
ovejas, cada una por seis dineros, e cuando tornó falló que habíe crecido el
agua de un río que habíe de pasar, que non pudo pasar por la puente nin por el
vado. Fue buscar por donde pasaría, e falló un barquete pequeño, e puso dos
ovejas, e pasó el agua.
E deciendo esto dormióse. El Rey despertólo, que acabase la fabulilla
que comenzara, e él dijo:
-El río viene muy grande, el barco es muy pequeño, e las ovejas son muy
muchas; pues deja a este rústico pasar sus ovejas, e acabaré la fabulilla que
comencé.
E ansí satisfizo al Rey que quería oír luengas nuevas.
*
9. La Carta de don Quijote a Dulcinea del Toboso (I, 25) tiene
múltiples precedentes en los libros de caballerías. Veamos este fragmento de El caballero de la Cruz (1521):
“El caballero de
Cupido a la sin par princesa Cupidea da salud, si alguna me queda estando
privado del resplandor de tu divina vista, con… verme agora ansí como alanzado
de tan divino favor, no sé qué me hacer, salvo dar fin a esta mísera vida para
acabar de pasar tantos males como contino padezco”
*
10. O estas palabras que Oriana escribe a Amadís de Gaula:
“Yo soy la doncella ferida de punta de espada por el corazón, y vos sos
el que me feristes”.
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11. Sobre el teatro encontramos varias alusiones y comentarios críticos
puestos en boca de distintos personajes (I, 43, 48; II, 11, 12, 25, 26 y
58). Implícitamente se cuestiona a Lope
de Vega y su poética teatral expresada en El
Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo:
Verdad es que yo he escrito algunas vezes
Siguiendo el arte que conocen pocos;
Mas luego que salir por otra parte
veo los monstruos de apariencias llenos,
adonde acude el vulgo y las mugeres
que este triste exercicio canonizan,
A aquel hábito bárbaro me vuelvo,
Y, quando he de escrivir una
Comedia,
Encierro los preceptos con seis llaves;
Saco a Terencio y Plauto de mi estudio,
Para que no me den vozes, que suele
Dar gritos la verdad en libros mudos.
Y escrivo por el arte que inventaron
Los que el vulgar aplauso pretendieron,
Porque, como las paga el vulgo, es justo
Hablarle en necio para darle gusto. (…)
*
12. El titerero Maese Pedro, representa en su retablo ( II, 26) el
romance carolingio de Gaiferos (Silva de
Romances, 1550). En el fragmento siguiente, Melisendra desde la torre de la
Aljafería de Zaragoza, pide ayuda a un
franco (el propio Gayferos, a quien reconocerá más adelante):
Cauallero si a francia ydes
por Gayferos preguntad
dezilde que la su esposa
se le embia a encomendar
que ya me parece tiempo
que la deuia sacar
si no me dexa por miedo
de con los moros pelear
deue tener otros amores
de mi no lo dexan recordar
los ausentes por los presentes
ligeros son de oluidar
aun le direys cauallero
por darle mayor señal
que sus justas y torneos
bien las supimos aca
y si estas encomiendas
no recibe con solaz
dar las heys a Oliueros
dar las heys a don Roldan
dar las heys a mi señor
el emperador mi padre
direys como esto en Sansueña
en Sansueña essa ciudad
que si presto no me sacan
mora me quieren tornar
casar me han con el rey moro
que esta allende la mar
de siete reyes de moros
reyna me hazen coronar
segun los reyes que me traen
mora me haran tornar
mas amores de Gayferos
no los puedo yo oluidar
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Luisf, Eugenio, Raquel. Foto: Raquel Arellano |