Hacíamos cosas raras. Entonces no nos parecía que lo fueran, porque los raros eran los demás.
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Jesús. Foto: Manolo Forega, 1980 |
Nos habíamos conocido en el grupo de objetores. Un día, el eurodiputado radical italiano Marco Panella se puso en huelga de hambre reivindicando el derecho a la objeción de conciencia en España. Y aquí se entendió que debíamos secundarlo, cosa que hicimos Jesús, Víctor, José y yo, objetores de primera generación. Recuerdo que, según pasaban los días (aunque pocos, eh!) perdíamos capacidad auditiva y Jesús tomaba apuntes de cualquier síntoma de alteración sensorial. Confraternizar en una huelga de hambre fue una de las primeras aventuras compartidas.
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Otro día, Jesús "se encerró" con otros dos en su buhardilla de Miguel Servet. El objetivo era averiguar todo sobre Jorge Manrique, incluida la historia del XV, con su laberinto de reyes y reinados... por si fuera de interés saber de que lado combatían los Manrique.
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Jesús. Castillo de La Mota, 1979
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En otro artículo del blog, escribíamos:
En 1979 se cumplían
500 años de la muerte de Jorge Manrique. Estudiamos a fondo
no solo las partituras próximas a la época y
las distintas ordenaciones de las Coplas,
sino también todos los estudios que pudimos encontrar, empezando por el de
Serrano Haro en Gredos. No sé cómo, llegó a nuestras manos Jorge Manrique o
tradición y originalidad de Pedro
Salinas, su primera edición, en Sudamericana, que se convirtió en nuestro libro
de cabecera. Los “manriqueños” éramos Goyo Maestro,
Jesús Lou y yo.
Buscamos inspiración en Uclés, en Santa María del Campo Rus, en Garci Muñoz, en Paredes de Nava, en Segura de la Sierra, y en Ocaña. Nos dieron permiso en la Biblioteca Nacional para cotejar ediciones glosadas de las Coplas editadas el siglo XVI, comprobando que ordenación y grafía respondían, acaso, al capricho del glosador o de su editor.
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Jesús, Luisf. y Goyo. Paredes de Nava. Foto: Rosa Calvo, 1979 |
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Las amistades de unos y otros se compartían. Pocas tenían que ver con nuestra misión: Teresa Portero, obrera fabril. Pilar Tena, estudiante de artes. Luz Rueda, veterinaria. Julián Martínez, panadero. Azucena Gimeno, estudiante de teatro. Carmen Gascón, jugadora de hokey sobre hierba. Antón Castro y Antonio Ceruelo, fotógrafos. Tales eran, entonces, las actividades de nuestros amigos y amigas. Había más, entre los amigos objetores (los García...), amigos de la música (Alfonso Isasi, Emilio Casanova...), amigos por familia (Mª Jesús, Choni, Chuchi...), amigos por poetas (Guinda, Trini, Forega...) amigos del teatro (Juancho Grael, Santiago Meléndez...) con muchos nos encontrábamos de noche en el Bonanza, o en El Ángel Azul, donde bebíamos cerveza Siglo XV, nueva marca de La Zaragozana.
Jesús sacó el carné de conducir y, como le gustaban los paisajes y los paisanajes, se hizo imprescindible en los proyectos artísticos que, con Paco Ortega y Miguel Ángel Encuentra, emprendíamos en Tauste, en Mora de Rubielos, o en La Almunia.
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Luisfelipe, Carmen Orte, Goyo Maestro, Jesús Laboreo, Lourdes Lachén, Paco Cuenca y Jesús Lou. Sala Camaleón. Foto M. Forega, 1980 |
Tras Manrique, intentamos otro proyecto. Jesús tenía dotes superiores para la expresión corporal. En Sucedió en Zaragoza, con la compañía ampliada, Jesús recrearía el personaje de "El Mudo", que también era sordo. En escena se disociarían la música y el accionar del protagonista.
Jesús, por entonces muy aficionado a los montajes de Santiago Meléndez (Tierra negra, etc.) conocía la trascendencia del más nimio movimiento cuando no "se habla".
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Sucedió en Zaragoza. Ensayos. Foto, M. Forega, 1980 |
En Un sueño de juglares, Antón Castro dedicó unas páginas a este intento:
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Viajábamos con frecuencia a San Sebastíán. Un día, con Goyo también, fuimos más allá... a Gotein Libarrenx, donde Michel Graçi nos había citado para ver al Cuarteto Cedrón. Llevábamos nuestra primera cámara de vídeo. El magnetoscopio (que pesaba 14 kilos), era para cinta beta y podía registrar color, pero la cámara solo admitía blanco y negro -no nos había llegado para más.
Camino de Francia, el coche se estropea en Gallur. Goyo, que tenía estudios de mecánica, entiende que se ha roto una pieza y hace falta un taller. El taller dice que nos cambia la pieza mañana. Pasamos la noche en el coche y, casi a la hora de empezar el recital, llegamos al pabellón de Gotein Libarrenx. Lleno hasta la bandera.
Hoy llama la atención que los músicos no tuvieran monitores y que la microfonía fuese de media docena de micros situados estratégicamente. Lo cierto es que allí había cerca de un millar de oyentes y ¡se oía!
Nosotros tomábamos el sonido ambiente, con el micro de la cámara, que no era malo. Si Jesús hubiera decidido plantar la cámara al otro lado del cuarteto, hacia Carlsen, el sonido del bajo se escucharía mejor, pero en demérito de otros, seguramente.
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Emilio Casanova había dejado el mundo de la música y trabajaba en creaciones audiovisuales. Pronto comenzó a contar con Jesús. Se puede decir que, entonces, trabajando en los proyectos de Emilio, convirtió Lou su vocación en profesión. Eso sí, hay que decir que nunca trabajaba en proyecto que no aportara un estímulo intelectual, espiritual o afectivo.
Desaparecía largas temporadas, porque hacía cursos de imagen en Madrid, por reunirse con Goyo en alguno de sus retiros, o por concentrarse en el pueblo donde su hermana estuviera destinada como médico rural. Cuando se proyectaba una nueva aventura y no se encontraba a Jesús, había que llamar a su hermano Miguel, que, en Madrid, constituía uno de sus apoyos principales para seguir dedicándose a este oficio, duro como la piedra.
Algunos de nuestros emprendimientos, creo yo, fueron importantes.
En 1986, nos embarcamos en la aventura de los festivales folk en el Oasis. Jesús consiguió los apoyos para registrar las 6 sesiones con equipo profesional. Otros artistas que venían a la ciudad (Leda Valladares, Leopoldo Mª Panero, Javier Villafañe...) también contaron con el seguimiento de sus cámaras.
Por cierto, esta temporada estamos subiendo al blog grabaciones de esos años, que Jesús había digitalizado y copiado para Goyo.
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Un día de invierno, Jesús y yo nos presentamos en el Psiquiátrico de Mondragón: Leopoldo Mª Panero está de acuerdo en venir a Zaragoza para el estreno de Más Margen, Malditos. Al director del centro le parecemos de fiar y da el consentimiento.
A partir de ese momento, Jesús, como hechizado por el poeta, hace un seguimiento exhaustivo del montaje y de la presencia de Leopoldo en Zaragoza: en el tren, en la estación, en las tertulias, en el teatro... Solo deja la cámara en los momentos más oscuros. Valga este ejemplo que escribe J. Benito Fernández en la biografía de Panero El contorno del abismo (Tusquets, 1999):
Un mediodía se personan Luis Felipe Alegre y Jesús Lou (Leopoldo le llamaba Mamá Lou porque le cuidaba y le ayudaba mucho) en casa de Guinda -Hernán Cortés 9- para rogarle que acuda a casa de su cuñada (Marta Guerrero) y convenza a Leopoldo de que vuelva al hospital. Creen que debe hacérsele un reconocimiento médico a causa de su deterioro. (...)
Por la tarde, lograron llevarlo en un taxi al Hospital Provincial de Zaragoza. Una vez en consulta, el médico le recomienda que esté un par de días en observación, a lo que el paciente se niega con rotundidad.
Entretanto, Guinda y Jesús Lou esperan en el vestíbulo del sanatorio. De pronto, por detrás unas manos agarran el cuello del primero con una fuerza estranguladora. Es, claro, Leopoldo. Jesús Lou forcejea con él hasta que logra apartarlo. (...) Apaciguados los ánimos, se marchan los tres.
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Lou frente a Panero. En El Monaguillo, 1987
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En 1988, Jesús, Carmen Orte y yo viajamos a Guinea Ecuatorial. En este post se habla de ello y se ven muchas fotos hechas por Jesús, que a ese viaje no llevó la cámara de vídeo.
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Entre diciembre de 1988 y abril de 1989, Jesús, Carmen y yo íbamos a seguir ruta por América del Sur. Valga aquí aclarar que no teníamos subvención de ningún tipo y para los viajes que hacíamos nos metíamos en créditos y préstamos de amigos y familiares. Jesús se manejaba ya con una tarjeta bancaria; Carmen y yo seguíamos con los cheques de viaje.
Tuvimos la suerte de encontrarnos con Javier Villafañe, y él fue quien nos abrió las primeras puertas: LiberArte, la casa de Horacio Guaraní -donde pasamos las navidades- y el Festival de Necochea (del que hablamos aquí). Fue, precisamente, en esa ciudad, donde desapareció la cámara fotográfica de Jesús, por lo que la gira tuvo más vídeos que fotos.
De Buenos Aire viajamos a Santiago de Chile, donde Pedro Valdivia, que había estado exiliado en Zaragoza, y en ese momento trabajaba en la recomposición del partido socialista chileno, nos guió por los antiguos reductos del folk.
Una situación extemporánea nos dejó conmocionados: Villafañe nos había encomendado llevar a Roberto Espina un sobre con unas pruebas de imprenta. Llamó Jesús al escritor y quedó en que iríamos a su casa, que estaba en una montañita. Conforme nos acercábamos, comprendimos por qué Víctor Jara titulaba su versión de Little boxes como Las casitas del barrio alto. No era la primera vez que entrábamos en una urbanización para ricos, pero era tan grande el contraste que daban ganas de llorar.
Tras varias gestiones aquí y allá, comprendimos que iba a ser imposible actuar en Chile. Camino del norte, paramos unos días en Antofagasta. Luego, en Arica dividimos la expedición: Carmen y yo seguiríamos hacia La Paz, y Jesús seguiría hacia Perú, con idea de entrar en el Amazonas.
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Jesús en el Pacífico. Antofagasta, enero 1989.
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Mientras nosotros pasábamos un mes y pico actuando con aceptables beneficios en Bolivia, Jesús andaba entre barcas y contrabandistas, corriendo serios peligros de los que salió como pudo. Cuando nos volvimos a encontrar en Buenos Aires, ya solo quería adelantar el viaje de vuelta a España. Esos días, Marcelo Reyes nos alojaba en su casa de Arenales. Antes de volver, Jesús instruyó a Marcelo en el funcionamiento de la cámara de vídeo, para que siguiera grabando nuestro periplo. No sé cuánto sería el roto, pero Jesús no dejaba de maldecir el dinero de plástico.
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Al año siguiente emprendimos la aventura de hacer una gira por España con Leda Valladares. Parte del proyecto era hacer canto colectivo en institutos: Silencio se canta. Lou organizó el equipo de grabación, a la par que Tecno Saga, que registraba el audio de las actuación para editarlo en cd.
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Leda Valladares, Jesús, Luismi Bajén, Jesús Floría y Carmen. 1990
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Jesús, con Goyo y Floría
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Cuando no coincidíamos en alguno de los proyectos de Casanova como Goya. Pintar hasta perder la cabeza, donde Jesús dirigía la fotografía, nos veíamos trabajando en colaboración con otros colegas, como Cultural Caracola, el Teatro Arbolé, o la Asociación de Gaiteros. Ejemplo: el ciclo Más o menos juglares
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En 1993, la empresa B de Vídeo -creada por Jesús y Miguel Lou- se asoció con El Silbo para hacer el capítulo piloto de una serie titulada Poema de familia, con guión mío. Era una comedia de situación donde los personajes introducían versos de autores conocidos en sus diálogos. La idea era tratar esos textos interpolados en un juego interactivo, cosa en la que se pensaba aquellos años.
Gran elenco de actores (Esperanza Abad, Cristián Casares, Mariano Anós, Iñaqui Juárez, Laura Plano, Pilar Delgado, Esteban Villarrocha, Agustín Miguel) unidos a los de El Silbo (Carmen Orte, Goyo, Cristina Lartitegui, yo...). El realizador era José Miguel Iranzo. Y el equipo de ayudantes era prolijo: Ángel Lahoz, Emilio Abanto, Luisa Latorre, Ana Abán, Pilar Trillo, Domingo Moreno, Karlos Herrero, etc.
Hubo mala suerte en la venta del proyecto y se quedó en el capítulo cero. Pero -cuando se recupere - subiremos la obra, pues tiene interés.
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Jesús, Cristina Lartitegui y José Miguel Iranzo. Grabación de Poema de familia, 1993
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Son, en verdad, muchas las cosas que El Silbo no hubiera hecho sin Lou.
Quiero despedir estos recuerdos con un vídeo-poema que grabamos en 1995. Estábamos en una expedición de Payasos sin fronteras, en los Campamentos de Refugiados Saharauis, en Tinduf (Argelia). Los versos de Nicanor Parra traducían nuestro sentir.
Antón Castro escribió la necrológica en el Heraldo de Aragón:
Y a los que quedamos solo nos resta repetir: "Gracias, Jesús".