El regreso a escena se está haciendo estos días con incertidumbres diversas. Los artistas temen la suspensión, el aplazamiento, el contagio, pero sobre todo un miedo interior que les lleva a preguntarse por el sentido de su trabajo.
El público, como es una abstracción y las abstracciones no hablan, no dice nada. Ocupa las plazas permitidas, pero se le nota incómodo. Cada aplauso suena singular, no se siente un aplauso "del público".
Esto lo hemos observado en espectáculos propios y ajenos. Lo decimos nosotros y otros también. Para consolarnos decimos que es mejor esto que la sala vacía y la emisión en directo...
El día 6 comenzaron las Noches de Juglares. Los espectadores fueron acomodados por dos actores de la PAI que rompían el hielo del distanciamiento. Mª José Hernández daba su primer concierto tras la cuarentena, acompañada por Sergio Marqueta, al piano, y Daniel Escolano, al bajo. No se notó ninguna carencia, voz perfecta, como siempre, y un repertorio exigente: sus propias canciones, una en lengua aragonesa y alguna versión de Labordeta.
Ingrid Magrinyà, la gran bailarina balear-aragonesa, intervino en dos canciones y compartió un final improvisado con Mª José: voz y cuerpo, alma del escenario.
El viernes salimos hacia Santolaria (Santa Eulalia de Gállego) para participar en un festival, Jorearte, que recorre esa comarca extraña que es La Galliguera. Algunas actividades se hacen en pueblos y otras en parajes naturales.
Aquí, en las fotos de Beatriz López, varios momentos de la jornada: nuestra actuación en La fuente d'o lugar, e Ignacio Sanz en Pozo Chelo.
Nuestras actuaciones estuvieron precedidas por el espectáculo circense Envà, de Amer y África. Y después, en la bodega Pegalaz, finalizó el día con las danzas orientales de Sara Guirado.