Pasó en el Oasis una noche inolvidable. Fue la del golpe de Tejero. Había acabado las funciones de Petra Regalada y vino a Zaragoza para recitar poesías de Ángel Guinda...
Despedimos al compañero con una ovación.
1981 |
Esta conferencia dictada en 1946 por Albert Camus, se ha vertido estos días al castellano. Puede leerse íntegra en sin permiso o en conversación sobre historia.
El texto, traducido por Jhon Ortiz Martínez, comienza así:
Señoras y señores:
Cuando me invitaron a realizar una serie de conferencias en los Estados Unidos de América, tuve algunas dudas y vacilaciones. No tengo la edad para dar conferencias y me siento más a gusto con la reflexión que haciendo afirmaciones categóricas, porque no siento ninguna pretensión sobre lo que generalmente se denomina la verdad. Al compartir mis inquietudes, me respondieron muy amablemente que mi opinión personal no importaba. Lo que importaba era que pudiera ofrecer algunos datos sobre Francia para que el público pudiera formar su propia opinión.
Se me sugirió entonces que podría informar a mi público sobre el estado actual del teatro francés, la literatura francesa e incluso la filosofía francesa. Respondí que podría ser más interesante hablar de los extraordinarios esfuerzos de los trabajadores ferroviarios franceses, o de como son los mineros de carbón del Norte mientras trabajan. Entonces me señalaron, con toda la razón, que nunca hay que forzar el talento y que los temas especializados deberían ser tratados por aquellos que tienen la competencia para manejarlos. Dado que me han interesado las cuestiones literarias desde hace mucho, y ciertamente no sé nada sobre interruptores de trenes. Era natural que hablara de literatura y no de trenes.
Finalmente entendí que lo que realmente importaba era que hablara de lo que sé y diera alguna idea sobre lo que ocurre en Francia. Precisamente por eso he decidido no hablar ni de literatura ni de teatro. La literatura, el teatro, la filosofía, la investigación intelectual y los esfuerzos de todo un pueblo no son más que el reflejo de una cuestión fundamental. De una lucha por la vida y por la humanidad, que nos preocupa en este momento. El pueblo francés siente que la humanidad está bajo amenaza y siente también que, para seguir viviendo, deben rescatar alguna idea de la humanidad de la crisis que enfrenta el mundo entero.
Es por esto, por lealtad a mi país, que he decidido hablar de la crisis humana. Como se trataba de hablar sobre lo que sabía, creo que lo mejor que puedo hacer es esbozar, con la mayor claridad posible, la experiencia espiritual de mi generación. Porque hemos visto desarrollarse toda la crisis mundial, y nuestra experiencia puede arrojar un rayo de luz sobre el destino absurdo de la humanidad y sobre algún aspecto de la sensibilidad francesa de esta época.
Primero quisiera definir esta generación para ustedes…
Las personas de mi edad en Francia y en Europa nacieron antes o durante la Primera Gran Guerra, llegaron a la adolescencia durante la depresión económica mundial del 29 y cumplieron 20 años el año de la toma de poder por parte de Hitler. Para completar su educación, vino la guerra civil en España, los acuerdos de Munich, el inicio de otra guerra mundial en 1939, la caída de Francia en 1940 y cuatro años de ocupación enemiga y de lucha clandestina. Supongo que esto es lo que se conoce como una generación interesante. Es por esto que tengo razones para pensar que sería mas instructivo no hablarles en mi nombre, sino en nombre de un cierto número de franceses que hoy tienen 30 años y cuyas mentes y corazones se formaron durante los terribles años en los que, como su país, se alimentaron de la vergüenza y vivieron de la rebelión.
Sí, esta es una generación interesante. En primer lugar, porque frente al mundo absurdo que sus mayores habían labrado, esta generación no creía en nada y vivía en rebelión. La literatura de su tiempo se rebelaba contra la lucidez, contra la narrativa y contra la idea misma de la frase. La pintura era abstracta, es decir, se rebelaba contra el sujeto, el realismo y la simple armonía. La música rechazaba la melodía. En cuanto a la filosofía, ella nos enseñaba que no había verdad, solo fenómenos. Que Mr. Smith, Monsieur Durand y Herr Vogel podían existir como fenómenos, pero sin que estos tres fenómenos particulares tuvieran nada en común.
La actitud moral de esta generación era aún más categórica: el nacionalismo les parecía una verdad anticuada y la religión, una escapatoria. Veinticinco años de política internacional les habían enseñado a cuestionar cualquier noción de pureza y a concluir que nadie se equivocaba pues todos podían tener razón. En cuanto a la moral tradicional de nuestra sociedad, nos parecía que no había dejado de ser lo que siempre había sido, una monstruosa hipocresía.
Así pues, estábamos en negación. Por supuesto, eso no era nada nuevo. Otras generaciones, otros países en otros periodos de la historia han vivido esta experiencia. Pero lo que había de nuevo, es que esos mismos hombres, ajenos a cualquier valor tradicional, se habían visto obligados a adaptar sus posiciones personales a un contexto de terror y muerte. La situación les llevó a pensar que podía existir una Crisis Humana. Ya que tuvieron que vivir la más desgarradora de las contradicciones. Porque entraron a la guerra como se entra al infierno, de ser cierto que el infierno es la negación. No querían ni la guerra ni la violencia y, sin embargo, tuvieron que aceptar la guerra y ejercer la violencia. No tenían odio más que al odio mismo, y sin embargo, debieron aprender esta difícil ciencia.
En plena contradicción consigo mismos, sin disponer de ningún valor tradicional, tuvieron que enfrentarse a los problemas más dolorosos que se han posado sobre las personas. Tuvieron que lidiar con el terror y más bien el terror lidió con ellos. Entonces, por un lado, está la generación peculiar que acabo de describir y, por otro lado, la crisis mundial de la conciencia humana que me gustaría caracterizar con la mayor claridad posible.
¿Qué es entonces esta crisis?
Más que intentar describirla en términos generales, me gustaría ilustrarla a través de cuatro breves relatos sobre una época que el mundo empieza a olvidar, pero que aún arde en nuestros corazones.
1) En un edificio de apartamentos ocupado por la Gestapo en una capital europea. Dos acusados, aún sangrando, se encuentran atados tras una noche de interrogatorios. La portera del edificio comienza sus tareas domésticas. De buen humor, ya que probablemente acaba de desayunar. Bajo reproche por uno de los hombres torturados, ella responde indignada: «Nunca me meto en los asuntos de mis inquilinos».
2) En Lyon, uno de mis compañeros es sacado de su celda para un tercer interrogatorio. Como sus orejas se habían desgarrado gravemente durante la sesión anterior, llevaba una venda alrededor de la cabeza. El oficial alemán que lo interroga es el mismo que había dirigido las sesiones anteriores. Sin embargo, le pregunta, con un aire de afectuosa preocupación: «¿Cómo están tus orejas?».
3) En Grecia, tras una operación de resistencia clandestina. Un oficial alemán prepara la ejecución de tres hermanos que había tomado como rehenes. Su anciana madre se arroja a sus pies y él acepta salvar a uno de ellos, pero con la condición que sea ella quien designe cual de ellos sobrevivirá. Ella elige al mayor puesto que está a cargo de una familia. Pero su elección condena a los otros dos, tal y como pretendía el oficial alemán.
4) Un grupo de mujeres deportadas, entre las que se encontraba una de nuestras compañeras, fueron repatriadas a Francia vía Suiza. Nada más entrar en territorio suizo, observan que se está celebrando un funeral. La mera visión de este espectáculo desencadena sus risas histéricas: «Así es como se trata a los muertos aquí», dicen.
No he elegido estas historias por su carácter sensacionalista. Sé que es mejor evitar herir la sensibilidad del mundo, que generalmente opta por cerrar los ojos para mantener su tranquilidad. Las he elegido porque me permiten responder con algo distinto a un «sí» convencional a la pregunta: «¿Existe una Crisis Humana?» Me permiten responder tal y como lo hicieron las personas de las que hablé: Sí, hay Crisis Humana porque en el mundo actual podemos contemplar la muerte o la tortura de otro ser con un sentimiento de indiferencia, de preocupación amistosa, de interés científico o de simple pasividad. Sí, hay una Crisis Humana, porque dar muerte a una persona puede contemplarse con algo distinto al horror y al escándalo que debería provocar. Porque el sufrimiento humano se acepta como una obligación un tanto aburrida, al mismo nivel que conseguir provisiones o tener que hacer cola para conseguir una onza de mantequilla.
Es demasiado fácil, en este punto, acusar simplemente a Hitler y decir que como la bestia está muerta, su veneno ha desaparecido. Sabemos perfectamente que el veneno no ha desaparecido. Que cada uno de nosotros lo lleva en su propio corazón, y podemos percibirlo por la forma en que las naciones, los partidos políticos y los individuos siguen mirándose unos a otros, con vestigios de ira. Siempre he creído que una nación es responsable tanto de sus traidores como de sus héroes. Pero igualmente una civilización, la del hombre blanco en particular, es responsable tanto de sus perversiones como de sus éxitos. Desde este punto de vista, todos somos responsables del legado de Hitler y debemos descubrir las causas más generales del terrible mal que ha carcomido la faz de Europa.
Chusé nace en Azuara. De Azuara se tiene noticia, primero
como ciudad celtíbera, luego como villa romana, después como asentamiento
islámico, de donde descendería el nombre. En los cuatro siglos que Zuwara tuvo culto a Mahoma, se amuralló la ciudad y el campo abrazó el regadío.
Posteriormente, se habló en cristiano.
La infancia de Chusé transcurre sin oír la palabra "televisión". En su casa había libros de aventuras y de misterios, especialmente.
Entre los conocimientos que le da la escuela se mezclan los descubrimientos propios del lugar: setas, tomillo, zorros, abubillas, musarañas, cardelinas, buitres, salamanquesas. Al lado, el río.
Sus padres recibían visitas de unos vecinos que eran de Mequinenza, y
Chusé comienza a asimilar que existen otras lenguas cercanas, como el catalán.
Ya en Zaragoza, superpone a los estudios de bachillerato los de
banca. Se cuestiona lo que es hablar bien o mal. Hace listados con el léxico de
Azuara y su comarca. Se instala en Madrid para trabajar en un banco. Viaja por
Europa y conoce idiomas in situ.
Cuando vuelve a Zaragoza, se vincula a los círculos de la fabla; y se une
al núcleo inicial de El Silbo Vulnerado, el músico Francisco J. Gil
y el actor Luis Felipe (quien esto escribe), introduciendo la recitación en
las otras lenguas. Traerá al repertorio poemas en vasco,
catalán y gallego: Xabier Lete, Celso Emilio Ferreiro, Salvador Espriu, Gabriel
Aresti, Manuel María, Salvat Papasseit... y en el aragonés que renace: de
Francho Nagore y Anchel Conte.
El Silbo Vulnerado, 1975: Chusé, Luisfelipe,
Francisco. Foto: Antonio Uriel |
Fruto de nuestras inquietudes, sufríamos percances que nos llevaban lejos de la ciudad. A las molestias de la autoridad se sumaban las cruces gamadas pintadas sobre nuestros carteles y en las puertas de los locales donde actuábamos. Como no dábamos puntada sin hilo, buscábamos refugio en el sur de Francia para estudiar semejanzas entre las hablas pirenaicas de uno y otro lado.
No sé en qué orden, pero vuelve a Madrid para hacer el servicio militar; se
casa con Luz; inicia Sociología y Filología; y comienza a distribuir libros en
fabla por librerías madrileñas.
Esa actividad como distribuidor de libros tuvo su origen en la creación de Almilla Literenca, proyecto que le orienta de nuevo a Zaragoza para darle forma comercial. Trabajamos en ello, él y yo, con el afán de darle salida a editoriales y revistas de poesía e idiomas. En 1978, estábamos especializados en lenguas de la península: diccionarios, literatura, manuales. También en poesía, claro, con revistas españolas del momento y editoriales poco comerciales pero imprescindibles, como la colección Provincia, que dirigía Antonio Gamoneda en León. Algunas nos las cedían gustosamente otras distribuidoras. Para la promoción, editábamos carteles que llamaban la atención.
Crecíamos,
cambiábamos de locales y de nombre, Alazet ahora. Ante el
crecimiento de la empresa Chusé emprendió la creación de la
Librería-Distribuidora Ícaro, lo que obligaba a una
dedicación exclusiva, incompatible para mí.
Con la
librería Ícaro, en la calle Mariano Barbasán, Chusé vería los toros desde otra
barrera. Si había que buscar un responsable de la escasa venta de cierta clase
de libros, no iba a ser solo el librero.
Con el
tiempo, cerraría la librería y crecería la distribuidora Ícaro con nuevos
socios, ampliando el catálogo de productos editoriales y el ámbito comercial.
Una temporada lo vi con frecuencia por la DGA. ¿Qué estaría haciendo? Nunca le pregunté, o si lo hice no recuerdo la respuesta. Pero aparecían en el área de Cultura ciertas iniciativas en torno al mundillo del libro sospechosas de haber pasado por su mesa.
Mientras ultima su Diccionario de Castellano-Aragonés, que vería su primera edición en 1989, comienza a trabajar en PRAMES (Proyectos y Realizaciones Aragonesas de Montaña, Escalada y Senderismo). Modesto Pascau era el eje medular de la empresa y en ella confluían intereses de montañeros, montañeses, instituciones y aficionados a pasear los senderos. Prames rotula caminos, publica guías, difunde tradiciones y espacios, eso que llamamos "patrimonio cultural". Si la revitalización del territorio natural era su principio, dar cauce a las creaciones artísticas sería su continuidad.
Fui alguna vez a ver a Chusé al primer local de
Prames, cercano a La Zaragozana. Parecía medio fábrica, medio redacción de
periódico. Había mucha gente. El tándem directivo resultaba atípico. Nunca he
visto a Pascau ni a Chusé con corbata; rara vez con la camisa de cuadros por
dentro del pantalón.
Prames tenía vocaciones ambiciosas. Contratan a
destacados cerebros para desarrollar proyectos. Allí veremos a Plácido Serrano,
llamado a dirigir una colección de discos libro, o a Fernando Lasheras, en el
departamento de diseño, por poner dos ejemplos. Se trasladan a su actual sede en el Camino de los Molinos. El impulso de la Federación Aragonesa de
Montañismo se ve reforzado con la entrada en el accionariado de Prames de
instituciones y empresas de peso en Aragón.
Algunos
proyectos necesitaban otros caminos para su desarrollo. Para ello, Chusé había
creado en 1993 Gara d'Edizions, una pequeña editorial
especializada en la publicación de libros
en aragonés y traducciones al aragonés de autores clásicos y. modernos.
Durante treinta años, Gara d'Edizions ha ido creando colecciones también en castellano y catalán, en francés y en ruso. Podemos leer en aragonés novelas de Luis Sepúlveda, Lorenzo Mediano o Julio Llamazares; de clásicos del XX, como los aragoneses Ramón J. Sender y Jose Ramón Arana. Los lectores en ruso pueden conocer a Chusé Inazio Nabarro y a Giménez Corbatón.
A veces, hemos colaborado en sus iniciativas, como las Chornadas de traduzión, donde vimos cómo se señalizaba un pueblo con sus dos nombres: El Grado y Lo Grau. Esas jornadas primeras fueron hace 25 años.Chusé ha sido motor de los trabajos de mucha gente. Sabe hacer
compatible el trabajo de puertas adentro y el de puerta afuera. En sus
facetas de editor, traductor, y lexicógrafo, ha sostenido polémicas y ha
reivindicado derechos y mejoras de los gremios. Actitudes belicosas que no le
han servido para hacer amigos precisamente. Y es que Chusé entiende de letras,
pero también de números; los aprendió a la vez. Ferias, jornadas, congresos y
presentaciones públicas, no han cambiado sus maneras directas, acaso atemperadas por la
edad.
Chusé, Merche Llop, Pascual Miguel |
Chusé y López Susín |
Livre Pyrénéen d'Aure et de Sobrarbe. Chusé, Mérigot, Miró y Solana |
Como cada quisque, nuestro hombre tiene sus querencias. Entre los traductores amigos, el recientemente fallecido Charles Mérigot (Éditions de la ramonda), un enamorado de nuestra tierra, cuyas editoriales difundía en Europa. Y entre los autores mimados por las dos editoriales, Rosendo Tello y Jesús Moncada.
Chusé, Juan Marqués, Rosendo Tello, Maribel Sánchez, JL Corral |
Buenos Aires. Chusé, Pepe, Carmen Orte, Luz Marina Zambrano, Esteban Villarrocha, J.L. Acín |
Caseros (Buenos Aires). Chusé y Alberto Cambas |
Chusé ha enfrentado los cambios de estos tiempos, intentando anticiparse con propuestas no siempre realizables, por ser más de futuro que de presente. Sobre cualquier alternativa a la distribución americana, a la venta digital, a la impresión en destino, etc., sobrevuela el volumen y peso del libro, sí, pero también el desamor a la lectura y, en especial, al libro físico.
Como vecinos del barrio Delicias, Chusé y Luz son espectadores habituales de las Noches de Juglares en el Parque; cuando el ciclo alcanzó la vigésima edición, Gara d’Edizions se hizo cargo de publicar mi Juglaresca, donde, bien que mal, doy noticia de 200 escritores y artistas participantes en su programa. El libro comenzaba con una cita de Manuel Machado, grata por su relación con nuestra compartida poética vital:
¡Ah, los tiempos pretéritos… indumentaria, toponimia, industria, cartografía, deportes, cuentos, músicas…!
Chusé ha compartido los trabajos de asociaciones, academias y ligallos varios: de aragonés, de editores, de traductores… ayudando a crear ferias, salones, y también emprendimientos curiosos como el Bosque de los Editores.
Con los amigos de Andorra |
También en
ese año, la Iniciativa Cultural de La Franja otorga a Chusé el Premio Cultura y
Territorio. Entre sus méritos destacados:
Artur Quintana y Chusé |
… és el traductor a l’aragonès de la novel•la Camí de sirga, de Jesús Moncada, i al castellà de Cabòries estivals i altres proses volanderes, del mateix autor, així com de la novel•la Licantropia, del matarranyenc Carles Terès. A més, ha traduït a l’aragonès autors com R.J. Sender (Requiem por un campesino español), Tolkien o Saint-Exupéry i és autor d’un diccionari aragonès–castellà|castellà–aragonès. Com a editor, ha publicat dins de Gara d’edizions, a més de les obres esmentades de Moncada i Terès, estudis d’Artur Quintana i obra narrativa de Mario Sasot i de Merxe Llop, entre d’altres; i, en col•laboració amb PRAMES, obres sobre l’obra pictòrica i fotogràfica de Jesús Moncada, així com diverses guies turístiques.La jubilación no ha disminuido su actividad y su trabajo ha devenido en hobby. Así que sigue traduciendo los comics de Tintín al aragonés para la editorial barcelonesa Zephyrum.
Una de sus actividades más queridas desde hace años es la tertulia en el bar Buñuel, donde los amigos se juntan para discutir en aragonés asuntos de actualidad. Desgraciadamente, el covid cerró temporalmente ese desahogo.
También la
pandemia retrasó la entrega del Premio a la Trayectoria en el sector del Libro,
que el Gobierno de Aragón otorgó a Chusé en 2020. Este galardón reconoce el trabajo
de personas o entidades en el ámbito “del ecosistema de la industria del
libro”. En los últimos años, entre otros, han sido distinguidos con ese premio:
Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional, el traductor Francisco Uriz,
la Editorial Olifante… Un año me lo concedieron a mí, lo que demuestra la
amplitud del “ecosistema” existente alrededor del libro.
Por fin, el pasado mes de febrero, el Gobierno de Aragón entregó juntas las distinciones de estos dos años pandémicos.
Hay una caricatura que señala con acierto “el ojo” de
Chusé. La boca, oculta en la barba, insinúa una mueca cómplice. Buen pelo,
cejas hacia arriba, una suerte de garabato como nariz y lentes, sutil. Si Ricardo Polo la hubiera dibujado más
recientemente, no existiría el hilillo de humo que, durante tantos años ha
enmarcado su rostro.
Parece que el caricaturizado está diciendo:
Es una
suerte para El silbo, tener a Chusé como compañero de viaje en este libro, esta
vida.