El pasado sábado estrenamos Cernuda recita a Cernuda, un encargo de Olifante para el Festival de Poesía Moncayo
que conmemoraba el cincuentenario de la muerte de Luis Cernuda.
En el escenario de la iglesia del Monasterio de Veruela,
estuvimos precedidos por las actuaciones musicales de Mamen Franca y Ana Segura, Luigi Maráez, Âlime
Hüma, Brendan Travis y Leslie Dowdall, Carolina Otero, Ana Muñoz, Angie
Ruiz y Ana Segura, e Ingrid Magriñá. Antón Castro presentó las actuaciones con palabras cariñosas para todos.
Aquí damos una sinopsis de la obra y algún comentario que nos surge al hilo de la función realizada y de los comentarios formulados por espectadores. También adjetivamos en positivo algunas cosas de nosotros mismos que nos han gustado.
Cernuda recita a Cernuda
Encontramos a Cernuda (Luis Felipe Alegre) en el Auditorio de la Universidad de
California en Los Ángeles. Próximo a regresar a México, con 60 años (la edad
con la que mueren los miembros de su familia), prepara una lectura de despedida.
Un grupo musical –también
fruto del exilio- se ha ofrecido a acompañar su lectura. Ellas son: Dolos, que
toca el violoncelo, Carmen (Orte), voz y guitarra, y Mónica (Papalía), piano.
La
obra transcurre durante uno de los ensayos previos: Cernuda, solo en el auditorio universitario,
ensayando las palabras previas al recital que nunca acaba de corregir.
Dolos aparece con su violoncelo y pone una habanera de Ravel como
fondo a “Aplauso humano”, que comienza: "Ahora todas aquellas criaturas grises / Cuya sed parca de amor nocturnamente satisface / El aguachirle conyugal, al escuchar tus versos, / por la verdad que exponen podrán escarnecerte."
Y de Hindemith a “Es lástima que fuera mi tierra”. Dos textos muy duros, de sintaxis endiablada, con frases que pueden ocupar toda una estrofa, con poco margen de respiración en los encabalgamientos abruptos. La pieza de Hindemith también tenía bemoles.
Llega Carmen y canta “Un hombre con su amor”, que desconcierta al poeta porque tiene aire de bolero.
En cambio se entusiasma con los versos de “Hablando de Manona” hechos canción.
Y de Hindemith a “Es lástima que fuera mi tierra”. Dos textos muy duros, de sintaxis endiablada, con frases que pueden ocupar toda una estrofa, con poco margen de respiración en los encabalgamientos abruptos. La pieza de Hindemith también tenía bemoles.
Llega Carmen y canta “Un hombre con su amor”, que desconcierta al poeta porque tiene aire de bolero.
En cambio se entusiasma con los versos de “Hablando de Manona” hechos canción.
Cernuda intenta ser sincero en los agradecimientos, en la
valoración musical de lo que escucha… pero el diablo que lleva dentro aparece
cuando le traen la correspondencia del día, provocando una desagradable tensión
al desvelarse los remitentes. Cernuda se retira a leer la carta enviada por Octavio Paz.
El trío, aprovechando el impasse, se pone a ensayar otro repertorio; los compases de “El relicario” llevarán al poeta a recordar sus pasos juveniles por el teatro.
El trío, aprovechando el impasse, se pone a ensayar otro repertorio; los compases de “El relicario” llevarán al poeta a recordar sus pasos juveniles por el teatro.
Vueltos a la normalidad de su ensayo, abordan dos números
dobles: el poema “Peregrino” (“¿Volver?” comienza el poema) con el tango “Volver”
y “Despedida” (“Adiós, / muchachos que
nunca fuisteis compañeros de mi vida, / Adiós”, comienza) con “Adiós
muchachos”.
La poesía de Cernuda se muestra con cierto contexto
musical de su época. La impronta de Mónica Papalía, como pianista invitada, eleva
el tango gardeliano a su máxima potencia y la obra acaba en alto, muy alto, al
menos musicalmente hablando.
Fuentes, o así
El guión está inspirado en algunos momentos biográficos
de Luis Cernuda.
Carlos Peregrín Otero narró los días de Cernuda en la
Universidad californiana de Los Ángeles. Es cierto que Otero presentó a Cernuda
en una lectura pública.
Las palabras poco afectas a los recitadores recuerdan el
recital que viera Cernuda en Londres, donde una célebre recitadora se quedó de
piedra en el escenario al ver cómo el poeta abandonaba el teatro mientras ella
decía sus versos. Lo contó Gregorio
Prieto.
Cernuda mostró ternura –lo que no era normal en él- en su
relación con los hijos de Paloma Altolaguirre. Carmen Orte ha recreado espléndidamente
un aire de canción infantil para los versos a Manona:
Manonita,
Manona
Ahora
has aprendido
Cómo
el aire, de pronto,
Se
lleva los amigos,
Y
así
Tú
estás ahí
Yo
estoy aquí.
La correspondencia de Cernuda, profusa
y poco protocolaria, ha sido fundamental para reconstruir sus pasos. Con motivo
del Festival, Olifante ha reeditado (la primera edición la hizo Trini con
Guinda en la colección Puyal, en los 70) las cartas a Fernández Canivell. Por otro lado, los desterrados mantenían comunicaciones lejanas, que entonces
eran por carta, telegrama, y muy poco teléfono. Las relaciones con
Vicente Alexandre se tornaron irreconciliables en 1960, cuando éste comunicó por
carta a Cernuda la muerte de una hermana.
El motivo de la escena con “El relicario”, lo da Isabel
García Lorca, que en un hotel de Vermont sorprendió a Eugenio Florit y Cernuda enseñando a una
alumna cómo se cantaba la canción.
En el teatro, Luis Cernuda hizo algunas incursiones. La última como actor debió ser en Mariana Pineda, en la guerra, como homenaje a Lorca. Dirigía Manuel Altolaguirre, los figurines de Vitín Cortezo y Cernuda en el papel de Pedro de Sotomayor. La crítica fue inmisericorde y no es de extrañar que el poeta se retirara de las tablas. Pero su afición teatral no se limitaba a la actuación, también durante la guerra escribe dos interesantes artículos sobre teatro en El Mono Azul. Explicó el teatro español y francés del siglo XVII en la Universidad Autónoma de México. Ah! y escribió una pieza teatral: El relojero o la familia interrumpida. Cernuda sabía, pues, de la composición de un personaje.
Cernuda gustaba del trato con las mujeres que le seducían
por su inteligencia, en esa clave hay que leer la relación con las intérpretes
en la obra.
Como guía se han seguido los dos tomos de la última y más
completa biografía de Cernuda, escritos por Antonio Rivero Taravillo, especialmente
el II (Luis Cernuda: años de exilio, 1938-1963.
Tusquest, 2011).
En la construcción del personaje, se ha atendido al
decoro del que siempre hizo gala Cernuda.
El recitador ha estudiado todas las grabaciones con la voz del poeta,
declamaciones casi neutras, con la voz dirigida hacia libro más que hacia el micrófono.Pero, si, ciertamente coloquial.
Para la recitación se reservó el lugar del escenario
donde normalmente está el atril del orador solista. Aquí sin atril, con las
hojas en la mano, obligado el actor a cierta inmovilidad gestual. El cuello
como iniciador de las partes del discurso.
Las fotos de arriba creemos que son de anandorproducciones. Gracias.
Las fotos de arriba creemos que son de anandorproducciones. Gracias.
Manolo Gálvez y Luisfelipe |