Montamos Rayo, viento y ausencia a petición la directora de Olifante, Trinidad Ruiz Marcellán, en nuestro periodo como Compañía Residente del Teatro Arbolé.
Tras su estreno en el Monasterio de Veruela, dentro del Festival de Poesía Moncayo, presentamos la producción teatral en el Nuevo Arbolé de Zaragoza. Luego llegó, en La Campana de los Perdidos, la versión para café teatro, espacio y horario que permite alguna subida de tono.
En el Colegio Infanta Elena de Utebo, comenzamos las funciones para niños. Para ellos fabulamos la infancia de Miguelillo, el niño que estudiaba el campo y las metáforas porque quería ser poeta.
Gracias al carácter minimalista de la puesta en escena, la prevista versión para bibliotecas se tradujo en una simple reordenación espacial y de voces (con una tercera, que introducía el apunte biográfico). Se estrenó en la Biblioteca Ricardo Güiraldes de Buenos Aires.
Una versión con más envoltura escénica, que se veía de interés para optar a ciertas programaciones, se urdió entre Cienfuegos y La Habana. Contó con el refuerzo de la compañía de danza Oxígeno y el Teatro Terry. La titulamos Un albañil quería.
Los talleres Para recitar poesía de este año en Argentina, también se centraron en la poesía de Miguel Hernández, que permite ejercicios en sílabas contadas y en verso libre.
Durante este mes de octubre, con formato de charla, hemos comentado la vida y obra de Hernández siguiendo un guión de fotografías. En La Topera, tras cada charla se sirvió sopa de cebolla.
Hemos intentado, pues, multiplicar las formas en que compartir el recuerdo de Miguel Hernández y el conocimiento de su obra con mucha gente. Con grandes audiencias, como en la Feria del Libro de Buenos Aires, o en la intimidad de biblioteca, como la de Alcorisa.
En el B. Brecht de La Habana. Tras Luis Felipe: Aloma, Jesucristo Riquelme, Carmen e Idania Hernández
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