27 de agosto de 2017

En el sector del Libro (IV) Luis Felipe Alegre

Pensaba que con tres entregas podía resumir mi trato con los libros. Pero basta engrasar un poco la máquina de la memoria para que surjan más libros por cada vericueto: casas de libros, gestación de libros, escritos en libros, escritos sobre libros... Veremos cuándo acaba esto.

Libro en blanco abre los brazos 

BIBLIOTECAS

Pocas alegrías hay como ver el nacimiento de una casa para los libros. La inauguración de una biblioteca es grata a la comunidad.

En 1989 participamos en la inauguración de la  Biblioteca de Poesía Raúl González Tuñón, en la casa de Carriego de Buenos Aires, que fue un gran acontecimiento. En la actuación de El Silbo, Carmen cantó A la luz de la fogata, de Tuñón, con la música del "Tata" Cedrón, que cerraría el acto con quinteto de guitarras. También rendimos homenaje a otro maestro presente, Javier Villafañe, interpretando Siempre me has mentido.


En 1990 se inaugura la sección para niños de la Biblioteca de Aragón. Recuerdo imborrable. Entre los organizadores (Caracola), y los colaboradores: la Pai, Héctor Grillo, Leda Valladares y El Silbo, prologamos a Javier Villafañe, que presentaba Los cuentos que me contaron por los caminos de Aragón (Caracola, 1990), gran protagonista de la jornada.

En 1994, estando en el receso de una larga gira por Venezuela, me comisionaron para llevar los libros y el mobiliario a una biblioteca que se debía inaugurar en la provincia amazónica venezolana. Comandé dos camiones con todo ello durante tres días. En tres días más conseguí montar la biblioteca, encontrar personal que la atendiera, ponerle nombre (Aquiles Nazoa), ofrecer una conferencia inaugural y una actuación.

En 1997 comienzo a actuar con cierta regularidad en las bibliotecas municipales de Buenos Aires.[i]   Hice muchas funciones de Bululú[ii]  en distintas temporadas, y después con otros repertorios.


A veces propongo a actores de otros lares hacer un recital con poemas de autores aragoneses. Así hicimos en Buenos Aires, presentando el trabajo en su Biblioteca Nacional. 

En el programita adjunto pueden verse detalles y circunstancias que enmarcaban el acto y de las cuales hablaré en el capítulo dedicado a las ferias del libro.


A veces las bibliotecas quieren salir a la calle. En 2010 la Asociación de Escritores de Aragón colaboraba con las Bibliotecas de Zaragoza, y me propusieron hacer una serie de lecturas, en  plazas del centro de Zaragoza.[iii] 



DE NEGRO

Yo creo que en estos oficios  todos hemos tenido un negro y lo hemos sido de otro.  Trabajos  en la sombra y en el anonimato. Me gusta. Si lo pide un colega no se debe cobrar porque entre sastres no se pagan hechuras. Estoy contento de haber ayudado a terminar varios libros, engordando unos y adelgazando otros.

A veces confundimos “negro” con “anónimo” y no es lo mismo. Un texto anónimo está escrito por autor desconocido, por razones extraliterarias o porque oculta su identidad premeditadamente. El negro trabaja en un texto que figurará como escrito por otro.

A propósito del anonimato, recuerdo lo que se cuenta de Juan Ramón Jiménez cuando unos poetas jóvenes le propusieron participar en la creación de una nueva revista. El de Moguer les dijo que sí, con la condición de que todos los poemas  aparecieran sin firmar. No aceptaron.

JURADO. En concursos literarios

Tiene su miga eso del jurado. Intento esquivarlo, pero, como a veces no se puede evitar, cuando he de hacerlo procuro disfrutar la lectura pensando que así me oriento en cuanto a tendencias…

La primera vez que estuve en un jurado fue por razones, digamos, circunstanciales.  Mediados los Ochenta, en la dirección de la Prisión Provincial de Zaragoza estaban dos amigos que asistían a una tertulia literaria de la ciudad.  Sabían de mi pasado como preso político en el establecimiento. Compartíamos la amistad y admiración hacia el poeta Luciano Gracia. Un día  decidieron fomentar la poesía entre los internos con actuaciones de mi grupo y con un concurso literario –prosa y verso- en el que podían participar presos de cualquier penal español. 

Yo era anti premios y anti concursos, como Ángel Guinda, quien –según la leyenda- en la entrega de un premio Adonáis  se había manifestado con un cartón rotulado: “Adocenáis”.

Pero el Concurso de poesía Luciano Gracia era otra cosa. La dinamización sociocultural se rige con incentivos como los concursos, sin otro interés gremial o comercial.[iv]

Normalmente los premios llevan aparejada la publicación.  Así, que recuerde los nombres, estuve en: Premio Poesía Ciudad de Zaragoza, Ayuntamiento, 1987; Premio Narrativa, Teatro y Poesía, Unión Nacional Escritores y Artistas de Cuba,  Cienfuegos (Cuba) 1997; Premio Internacional Lázaro Carreter de Literatura Dramática, Centro Dramático de Aragón, 2008; Premio Relatos Dos Orillas, Ayuntamiento de Zaragoza 2008 y 2009.

Estar de jurado en un concurso literario es una actividad pasajera que te obliga a seleccionar lo que va a convertirse en ¡un libro!


BIBLIOGRAFÍA ACTIVA. En publicaciones colectivas

No soy escritor y eludo sumarme a proyectos de libros colectivos. Con unas cuantas excepciones, claro. Cito alguna de los últimos años:

 En Teatro: Misterios de un oficio poético (André Matero ediciones, Buenos Aires, 2011). Libro con reflexiones, entrevistas y textos de los miembros de Periplo: Diego Cazabat, Andrea Ojeda, Hugo de Bernardi y Julieta Fassone. Cuenta con colaboraciones de Ricardo Santillán, Alfredo Megna y la mía (“Incertidumbre y recuento”). El libro está dedicado a la memoria de, entre otros amigos del grupo, Héctor Grillo.


En Rocio erótico (La delicia del pecado, Zaragoza, 2013) donde Paco Rallo reúne 65 autores, con 31 escritos y 34 colaboraciones gráficas. Aparece mi cuento “El 35”.



Los Borbones en pelota (Olifante Ibérico, 2014), nueva edición de los dibujos de la carpeta SEM (atribuidos muchos a los hermanos Bécquer) acompañados por 93 escritos de otros tantos autores. Un ímprobo trabajo de coordinación a cargo de Manolo Forega, con introducción de Jesús Rubio Jiménez y apéndices de Luigi Maráez y Agustín Porras. Mi colaboración “Aleluyas de los pretendientes” corresponde al dibujo nº 4.

Marcelo anda por ahí (Olifante, 2016), es un homenaje a Marcelo Reyes que, desde la segunda línea de tiro favoreció tantos proyectos en torno a la poesía. Una iniciativa de su compañera Trinidad Ruiz Marcellán, coordinada por Antón Castro y Columna Villarroya. Entre más de 50 colaboraciones aparece la mía, “Marcelo Reyes, en tránsito”.





Se han publicado ponencias y artículos míos en catálogos, revistas y actas de congresos.

También algunos prólogos para libros de versos, prosas, o canciones.


Pero sobre todo reseñas, durante muchos años en El Pollo Urbano de Dionisio Sánchez, una ventana aragonesa abierta al mundo.


Por supuesto, cuando Antón Castro me pide que comente un libro intento adaptarme al estilo de Artes y Letras (Heraldo de Aragón), cosa que no siempre consigo.

Pero, ¡si es lo que yo digo!, en un periódico deben escribir los periodistas. De la misma manera que en una galería deben exponer los pintores y a un escenario deben subir los actores. Con las excepciones que proceda. Porque la vanidad, o lo que sea, de verse fotografiado uno ante un micrófono con su mejor corbata puede resolverse en unos segundos, como hacían antes los circos, que te subían a un elefante, te hacían una instantánea en un pispás y no hacía falta que domaras al animal.

(Continuará)






[i] Desde Bibliotecas, Josefina Delgado y Alejandra Ramírez encargaron obras de pequeño formato, a actores de relieve como Walter Santa Ana, que hacía Palabra de Borges, Ana Padovani, Ingrid Pelicori, Horacio Peña… 
[ii] A veces acompañado por los músicos Ariel Prat y Pablo Sánchez Canepa.
[iii] El repertorio sugerido por Manolo Forega me llevaba de los latinos, en el Teatro Romano, a los poetas de  Al Andalus , en La Aljafería, a los románticos, en plaza Santa Cruz… en la plaza del Pilar se oyeron los versos de Miguel Labordeta y Julio Antonio Gómez.
[iv] Por otra parte, El Silbo Vulnerado debe su nombre a Miguel Hernández, que murió en un hospital carcelario; por esa razón nunca he rechazado actuar en una cárcel. Hay poemas que producen allí un añadido emocional, como “Para quién escribo” de Aleixandre, donde el poeta habla desde fuera;  “Antes del odio” de Hernández, hablando desde dentro; o “Pie para el niño de Vallecas de Velázquez”, de León Felipe, tan idóneo para empezar una función en la cárcel como en el teatro de un régimen dictatorial.

En Chile, Puro Cuento

Buscaba un dato del otoño 2013 y no lo encontraba en el blog. Qué raro. Rebuscando,  vi que no aparecía balance o, acaso, recuerdo fotográfico de mi paso por el Festival Puro Cuento. Y es que, actuando en Chile me llegó la noticia del fallecimiento de Manolo García Maya. Cuando regresé, archivé en una carpeta todo lo relativo a ese viaje. Con ello eludía el triste recuerdo, pero cerraba la memoria de unos días felices. Hoy la abro.

Festival Puro Cuento

Mi llegada a Santiago de Chile fue traumática. Le puede pasar a cualquiera: pierdes el teléfono y no sabes ni cómo te llamas.

En Santiago se forma en Emigración una cola inaudita. Lenta es poco. Cuando salgo con el equipaje nadie me espera, no leo ningún rótulo con mi nombre. El taxista, al ver que pasaban tres horas desde el aterrizaje, pensaría que se había producido un desencuentro. No tengo teléfono, esto es: no tengo agenda, ni correo electrónico donde leer las instrucciones de llegada.

-Pues ve a un ciber, atontao.

-Es que tampoco podré acceder al correo, porque tengo una clave para cuando no me conecto desde mi ordenador.

-Y no te la sabes, claro.

-Es que me la manda google al teléfono móvil.

-Ño! La pescadilla que se muerde la cola! Podías haberte comprado otro en Barajas.

-Mira ahora vengo de Ucrania, allí es que perdí el aparato. La escala en Madrid ha sido corta y, además ya sabes que viajo sin tarjeta y sin dinero.

-Ay, señor…

Luis Felipe "Cernuda"
En el mismo vuelo había viajado la compañía Teloncillo. Ana Isabel Gallego me reconoció y eso me sorprendió porque yo no suelo ir con pelo corto y bigote, como era el caso, pues a la vuelta de Chile me esperaba una función de Cernuda recita a Cernuda. Y yo era Cernuda.

Los de Teloncillo iban al sur, a un festival distinto al mío. Su contacto me lleva a casa de la actriz que dirige el sindicato de actores. Localizan a Patricio Espinosa y me conducen con él. Por el camino me enseñan el solar donde plantó la carpa Violeta Parra.

El festival es cómodo. Nos llevan y nos traen. El hotel está junto al Cerro de Santa Lucía, las ramas de sus árboles llegan a la ventana. Patricio ha formado un elenco magnífico: la colombiana Carolina Rueda; el peruano Pepe Cabana, con sus kamishibai ; las chilenas Sandra Aravena y Patricia Mix; Ana Sofía Paiva, portuguesa y Bonifacio Ofogo, camerunés-español. Caso aparte era Silvia Alves, más escritora y pedagoga que intérprete, también portuguesa. Buena gente, todos tienen experiencia y sabiduría de la que aprender.

Cabana y el kamishibai
Lo Barnechea


Paiva en Farellones
Esta edición tenía dos ramales, uno iba hacia el centro de Santiago, el otro hacia la cordillera: Lo Barnechea, que es una comuna. Aclaremos que esta comuna viene a tener casi 100.000 habitantes. La población está desperdigada por barrios de todas clases (sociales) y pedanías. Está a unos 20 minutos de Santiago y tiene zonas residenciales de nivel alto. Aquellos días se estudiaba la posible creación de un servicio de helicópteros.

Desde el Centro Lector-Biblioteca de Lo Barnechea se organizaron las actuaciones en colegios de la ciudad, como el San José, y en otros más alejados, como el Farellones.

En el Centro Lector se hacían sesiones especiales donde el narrador tenía dos horas para exponer un tema. El mío fue el Romancero. Lo desarrollé en cuatro partes, cada una con sus ejemplos actuados:

-Romancero viejo. Orígenes. Teorías, hipótesis. El romance juglaresco.

-El Romancero nuevo. Los romances de autor.

-Romancero y tradición oral. Romances de ver y tocar. El encuentro en Chile de Menéndez Pidal con Julio Vicuña Cifuentes.

-Romance moderno. Características.

Como suele suceder con las buenas faenas, no hay constancia, ni aun fotográfica, de la sesión, que resultó inolvidable. Había unas 50 personas, enseñantes, agentes culturales y personal de bibliotecas. Al poco de empezar, en la Jura de Santa Gadea, una maestra cercana a la jubilación comenzó a llorar con los ojos cerrados y una sonrisa angelical.

Es sabido que la emoción se contagia; esto sucede con frecuencia en las actuaciones, pero los focos (benditos sean!) te protegen. Aquí no había tal y en el saloncito yo estaba trabajando entre los espectadores; ¿dónde poner la cuarta pared? Tenía que provocar un cortocircuito en la corriente emocional. En estos casos lo que hago es llevarme la mano a la espalda y tensar los dedos de la mano para provocarme un dolor que anestesie la emoción, pero en la Jura tengo las manos enguantadas con los títeres del Cid y de Alfonso VI, que representan el juramento. Uf!. De ser otro romance, hubiera buscado el momento en que un personaje pudiera llorar, pero la Jura la empieza y termina el narrador, y el diálogo entre el rey y Rodrigo es conciso y tan “viril” que resultaba improcedente mostrar emociones añadidas, como el Cid marchando entre pucheros o el rey llorando de ira. Probé con el pie, pues el zapato era lo suficientemente flexible como para permitir un encogimiento total de los dedos combinado con la separación del meñique. En el intento terminé el romance, y solo al finalizar conseguí el calambre salvador. Las lágrimas se repetían en momentos inesperados entre los presentes, pero como el calambre había dejado un poso de dolor, ya estaba vacunado.

Está claro que, en lo tocante a la emoción, yo solo era un médium que ponía a la gente en estado de ensoñación o excitación de la memoria –real o imaginaria.

Todos los colegas que protagonizaron estas sesiones de nivel exigente, salían complacidos porque a todos gusta disparar alto. Así, Pepe Cabana que tituló su exposición Kamishibai para todos, o Carolina Rueda, Como decía mi abuelita, el mismo título con que intervino Bonifacio Ofogo. Hubo dos sesiones más abiertas, la de Narración Oral y la Memoria: Cuentacuentos con historia por Ana Sofía Paiva y Patricia Mix; y la de Narración Oral y el fomento de la lectura con Silvia Alves y Paz Corral. De nivel académico, Silvia Alvés dictó para profesores de la Universidad Santo Tomás el taller Cuentos para el aula.

Santiago

La conferencia inaugural había sido en el CC Gabriela Mistral de Santiago y se titulaba La Narración Oral y la Interculturalidad. El orador fue Boniface Ofogo Nkama, 'Boni', quien demostró lo perverso de la expresión "intercultural". Parece que en cada país, para no ver la multiculturalidad de la que se compone, se recurre a lo intercultural, como si los nacionales fueran una masa homogénea y no existieran las subculturas locales per se
Boni

Silvia Alves, Paz Corral, Pepe Cabana, Luis Felipe
















Por la Universidad de Santo Tomás pasamos todos. En el tráfico de un lugar a otro, parece que algunos –yo entre ellos- no acertamos con el repertorio, saldando con palmas y tímida petición de oreja. Bueno, no era fácil… había mucho viento, o sea que la puerta se abría con frecuencia, saliendo unos y entrando otros. Eso no entorpeció la marcha del festival, al contrario, fue como un aviso de atención. 

En los ratos libres celebrábamos cumpleaños, librerías y confidencias.

La Casa en el Aire

En realidad hay varios locales con este nombre, parecida decoración y siempre con escenario para la palabra y la música. El festival pasaba por todos ellos. Entre semana el ambiente era tranquilo.

Ana Sofía Paiva cantaba una versión portuguesa del Romance de la adúltera, yo otra en castellano. Probamos a juntar ambas, dialogando hombre y mujer en los dos idiomas. Bien, simpático.

La sesión final fue en la Casa en el aire, en la más grande, la de plaza Ñuñoa. Actuamos todos. Esa noche me reconocí en la tensión de mis compañeros, todos andábamos reconcentrados, como si no nos hubiéramos visto nunca. El local estaba lleno, en una mesa había gente de la embajada española.

Yo arranqué con poemas de Nicanor Parra y el respetable entró al trapo, así que para matar recité con el público “Apología y petición” de Gil de Biedma.

Esa noche, Carolina Rueda escribió en su blog unas reflexiones... un comentario al hilo de mi actuación. 
Carolina en Farellones (Lo Barnechea)
Se arriesgó diciendo lo que decía, pero ella lo sintió así. Espero que, de rebote, no me odie nadie por haber levitado ese día en escena. Aquí el escrito:

EL ARTE Y LA FURIA

Entre tanto gurucito de pacotilla que pretende salvar nuestra vida con el arte y dejarnos imperturbables, entre tanto discursillo de arte ayuda con mensajes de amor al universo y serenidad espiritual cuando lo que hay que hacer es rompernos el equilibrio, quitarnos la mansedumbre, inquietarnos hasta enfurecer; entre tanto traidor escondido en la filosofía del secreto y la justicia divina; a veces estoy perdida en el oficio que me atañe y me reencuentro con el sinsentido; entonces, solo a veces, aparece la iluminación el verdadero testigo de lo sagrado que está más cerca del lodazal que de los mesías, que en general resulta más incómodo que adulador y es menos relamido y más agresivo que los demás.

Hoy hablo de lo ocurrido el pasado sábado en la función de clausura del Festival Puro Cuento en Santiago de Chile, y más exactamente de Luis Felipe Alegre que puso el lugar de lo inefable y regaló por unos segundos la presencia de lo sagrado y de la palabra que conmueve, profundiza, descubre y aletea en el alma. Lo primero fue un poema de Nicanor Parra El hombre imaginario sencillo, fácil de seguir, poderoso como lo popular, con éste realizó el hechizo para el vuelo total, una sextina de Jaime Gil de Biedma, Apología y petición que con la sencillez de la genialidad, nos hizo corear con él hasta conmover el alma de los 100 espectadores que lo escuchábamos en La Casa en el Aire de Bellavista. Con Luis Felipe en este evento he visto la poesía, yo que no soy especialmente buena leyéndola ni siguiéndola, he visto su profundidad y capacidad premonitoria, he recordado el lugar misterioso y único que ocupa en las entrañas, me he sentido parida y pariendo; creada y creadora, furiosa y frágil, guerrera y vencida y eso no tiene precio.

La presencia de los maestros tiene eso, que sin esfuerzo al hacer eso que parece nada, te abren el caudal, te llevan al llanto y a la impaciencia te recuerdan para qué fracasas tanto, para qué batallas, para qué estar en el lugar de los nadies del mundo. Cuando veo los teatros que me ofenden, las envidias que me asaltan, las injusticias que me perturban, muchas veces siento que esto que hago y que comparto con algunos tal vez está destinado a la desaparición porque el público espera que le des gusto, que le toques los huevos, que te comportes como su putita obediente y sin rechistar, que para eso somos los payasos de la sociedad.

Pero luego aparece el milagro, esta presencia de lo sagrado hecha de barro y de poesía, de caras sucias y mocos, de hambre y melancolía que me recuerda lo trascendente, lo que está más allá de mis humanas pasiones y carencias y sonrío por unos segundos y lloro esperando que el milagro se repita, que los maestros pervivan y que seamos capaces de seguirlos justamente por eso, porque no nos quieren tras de ellos sino con ellos con el alma rota y las heridas sangrando pero con la ebriedad de los dioses que miden la vida por su capacidad de conocer y de explorar la inmensidad.

Carolina Rueda

Como colofón, Silvia Alves tomó fotografías del día a día.

Silvia Alves
Aquí hay  fragmentos de las mismas, mezcladas con alguna tomada por Carolina Rueda . Un perro ha mordido las fotos, por eso las muestro así.


20 de agosto de 2017

En el sector del Libro (III) Luis Felipe Alegre

Sigo hablando en torno al libro, a los libros. No pretende ser memorias ni historial artístico. Solo hago un recuento de algunas fechas marcadas en la agenda con la palabra "libro".

POESÍA TERAPÉUTICA. Editorial Maeva

En 1996, la editorial Maeva me encomienda la presentación de otra suerte de contenedor poético, o libro: Poesía Terapéutica, cosa que hice con ayuda de Adolfo Ayuso como guionista, en su triple calidad de médico, escritor y hombre de teatro. De ahí salió mi personaje Licenciado Rana, descendiente de Don Tancredo y de Fray Gerundio. Periódicamente retomo el personaje para hacer discursos donde mezclo teoría y disparate.

Fue, como se dice, un inmerecido honor que Editorial Maeva confiara en mí para la promoción del producto. Lo cierto es que tras 
la presentación oficial en la Fnac de Madrid, llevaba las cajas a todas partes para, cuando procediera, hacer “una demostración”. 

Una caja grande con el título genérico, Poesía Terapéutica  contenía otras: Qué descansada vida, para angustiados e insomnes; A una nariz, para resfriados; Abenámar, Abenámar, como anticonceptivo oral… Todas ellas con su prospecto donde se detallada la posología, es decir el número de veces que el paciente debía leer el poema contenido.




PRESENTACIONES ESPECIALES. De libros

Son variadas las formas de participar en la presentación de un libro. Por razones normalmente circunstanciales, la memoria conserva vivo recuerdo de algunas presentaciones de libros amigos en las que me impliqué como orador, como lector en público, o como artista.
*
Una de las más famosas, la de Vida ávida de Guinda (Olifante, 1981),  que fue el 23 de febrero del 81 y que no se celebró.

La calle bullía, pero no se abría la puerta.
Todos los artistas estaban en el escenario. Pero el Oasis no se abría.
Era mejor dispersarse.
Como "presentación" fue un poco rara, pero se acuerda mucha gente. Vida ávida tuvo mucha vida.
*

Olifante, en 1990, sacó Los pasajeros del estío de Antón Castro y lo presentaban en un salón, creo que de la Diputación de Teruel porque estaba Isidoro Esteban.
Yo preparé el relato convenido. Había llegado a memorizarlo, pero en ese tiempo estábamos por grabar poesía hebrea medieval y se me confundían las sintaxis. Para ir sobre seguro utilicé un apuntador electrónico. Pero lo puse demasiado fuerte, por lo que se ve, y el ridículo, ¡cuando lo supe!, no se me olvida.

*

Colaboré con Grassa Toro en la presentación, no sé si patafísica, de su poemario De las pérdidas, la cuenta (Verbum, 1997). 

Durante varias horas, el poeta recibió a su público vestido de jotero, en la Librería Antígona, acompañado por Raquel Arellano, Eugenio Arnao, Eva Esteban  y yo como Licenciado Rana.

*

Otra presentación tumultuosa, aquí en sentido formal, fue la de Anotaciones al borrador de un diario (Del Oeste Ediciones, 2000) con versos de Luz Rueda Sabater e ilustraciones de Ramón de Arcos. Ambos autores eran lo suficientemente conocidos en Badajoz como para llenar la terraza del Teatro López de Ayala, pero como se había anunciado la intervención de Alberto Oliart, el público llegaba hasta la calle. Recuerdo a Carmen cantando, a Fernando tocando el piano y a mí, intentando darle ritmo al acto para acabar pronto y desalojar en calma. (No, mentira, yo me veo justificando la ausencia de Oliart, telegrama en mano, como la cosa más natural del mundo).
*

En la pasada década, publicó dos libros  Magdalena Lasala en cuya presentación colaboré recreando sus personajes. La editorial (Temas de Hoy) acostumbraba a presentar la novedad primero para la prensa y luego en abierto. 

Así que paseé Almanzor por Medinacelli y luego por el Museo Provincial de Zaragoza. 

Con Maquiavelo estuvimos en el Teatro Principal y el Paraninfo, entre otras intervenciones que organizaba yo por mi cuenta, ya que este libro era de mi agrado y el discurso del personaje, instructivo.


*

Dos literatos especiales: Rosendo Tello  y Ángel Guinda.
De Guinda citaré la presentación de La llegada del mal tiempo (Huerga & Fierro, 1998). Fue en el Ateneo de Madrid, tocaba Arelys y me impresionó la excelente acústica del salón repleto de oyentes.

*

Con Rosendo me veo en la Biblioteca de Aragón en compañía de José Carlos Mainer, presentando Más allá de la fábula (Huerga & Fierro, 1998).

O en FNAC, con Pepe Melero y Chusé Aragüés, el tomo de memorias Naturaleza y poesía (Prames, 2008).

*

Me vienen a la memoria otras muchas presentaciones, especialmente las de estos últimos años, claro. La escasez de actuaciones en teatros me permite moverme en este territorio y, unas veces con el personaje y otras con un texto, hago como un micro-teatro. Así hice con:

La calle del agujero en la media y Todos bailan, de Raúl González Tuñón (Gara d’Edizions, 2013) en La Pantera Rossa. Tras la introducción de Chusé, hice un monólogo en torno a la vida y obra de González Tuñón, apoyándome en elementos fotográficos, un títere y una caja de música.

 Hace poco, en el Festival de Declamadores que se celebra en la provincia argentina de Corrientes, representé el monólogo de González Tuñón. En estos casos hay que llevar algunos ejemplares para la exhibición, obsequio y venta. En  Buenos Aires, el gran fotógrafo Julio Foster fue testigo de mis actos promocionales.





El sumiller de Queipo de Llano, de David Giménez (Ediciones Fragolino, 2017).

Habíamos estado en La Almunia, donde, tras David y Manolo Gálvez, yo improvisé la lectura de algunos pasajes (pasando in mente de tercera a primera persona, la del general). No quedó mal.

Al poco repetíamos en Portadores de Sueños, con Enrique Cebrián, Víctor Guíu y el editor, Sergio Grao, acompañando al autor.

(En Portadores no debí de quedar muy bien, porque luego fueron a la Librería Anónima de Huesca y no me llevaron. Hum!)


Golpes de mar, de Antón Castro (Ediciones del Viento, 2017) en el Paraninfo, aunque aquí estuve más parco de recursos. Antón estaba torero, así que formamos cuadrilla Mariano Gistaín, Encarna Samitier, el editor Eduardo Riestra, Mª José Hernández y yo.
Leí, paseando por el estrado, marcando las voces de los personajes, cambiando ritmos.  Correcto.
Es el libro que más me ha perturbado en los últimos tiempos.

                                                                                     *         

EL CIRCO DE LA PALABRA. De la poesía experimental al libro objeto.

En los primeros años del siglo actual, Carlos Grassa Toro combinaba en Colombia su trabajo profesoral con la organización de exposiciones y actos culturales.

Aproveché un viaje al Festival de Cuenteros de Bucaramanga, para concertar con Carlos un trabajo escénico sobre poesía experimental y libros raros (de Oquendo Amat a las ediciones Vigía).

Lo estrenamos, los dos con Raquel Arellano, en la el Auditorio de la Biblioteca Nacional de Bogotá.

(Continuará)

18 de agosto de 2017

Vallenato ¿Qué dice la voz?

Aureliano Segundo pasaba las tardes en el patio, aprendiendo a tocar de oídas el acordeón
Cien años de soledad

El vallenato fue anotado por UNESCO en 2015 en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial por requerir medidas urgentes de salvaguardia.
Antes que nada, conviene ver este vídeo, que resume bien sus aires principales y muestra el papel que desempeña la voz humana junto a los tres instrumentos acompañantes: acordeón, caja y guacharaca.



Y una vez visto, podemos comprender de qué hablaba Daniel Samper Pizano en el diario colombiano eltiempo.com

Lamentablemente, el éxito de los viejos y gozosos merengues y paseos amenaza con destruir el género. El boom del vallenato desató un río turbio de música comercial vacua y previsible, madre de criaturas monstruosas como el rancherato, el baladato y el paseo llorón. Abundan las notas repetitivas fabricadas por contrato –aburridas salchichas musicales– y las letras, según Leandro Díaz, se despachan “con más de dos mil palabras, que al final no dicen nada”.
Hace años,  estaba con David Giménez Alonso por tierras del Magdalena y desde Taganga nos internamos por las laderas de la Sierra Nevada. Marchábamos con paso solemne pues nos impresionaba pisar el suelo de los tayrona y fantaseamos con el oro de esas montañas.  

En una casa había alboroto, se nos invitó a pasar. No eran tayrona. Bebimos, y allí tuve la primera noticia de una piqueria colombiana, donde los repentistas improvisan en cuartetas y décimas.

También escuchamos, por el Rodadero de Santa Marta a los tercetos cultivadores del género.

Así, meditamos hoy las palabras que leemos en el blog de Marcos F. Herrera:

El vallenato que difunde los medios de comunicación con vídeos de una manufactura artificiosa, no es el género que representa de manera fiel el acervo cultural de Colombia. Sus letras retratan el marasmo y la desidia, la celebración inane y el desamor de cantina. Los cantos de sus figurines son disonancias continuadas, potajes guturales sin gracia ni contenido. El vallenato comercial condensa la mediocridad entronizada por obra de la ceguera y pereza de la industria musical. Su triunfo es un logro de la bobería que convirtió la chabacanería en marca y la estupidez en producción seriada.
DIÁLOGO FINAL

-Muchas veces sopesamos en esta casa los perjuicios y beneficios que la pérdida de alguna tradición puede suponer. Hoy tenemos otras claves para reengancharnos a cosas del pasado. Fundamental ha sido la recogida de testimonios sonoros y visuales.


-Hace 100 años, Menéndez Pidal dejó de recoger versiones de Gerineldo porque ya tenía miles. 

-¿Habrá hoy miles de españoles que puedan cantar el Romance de Gerineldo entero en cualquier versión? 

-Pero aún nos emocionamos si lo oímos cantar a una panderetera del norte, o a un cantor sefardí. 

- Sí, y como lo propio es querer compartir la experiencia, uno quisiera que esa emoción pudieran sentirla otros muchos, en la seguridad de que no les hará mal.

-Lo que importa es salvaguardar el documento; en la medida de lo posible seguir practicando ese arte; si cae en olvido alguien lo recreará, porque queda el documento. 

-Ahora bien, una interpretación musical brillante, un canto con versos de repente o aprendidos, con el movimiento humano que alrededor se genera es lo más parecido a esa comunión espiritual de que hablara Víctor Hugo.

-¡Que no se pierda nunca algo bello, algo elevado! 

Sopesamos.

15 de agosto de 2017

En el sector del Libro (II) Luis Felipe Alegre

CLÁSICOS IN VERSOS. Guía de la obra en libro

El proceso de Clásico in Versos (1989-90)[1] coincide con la transformación de El Silbo Vulnerado, que era una Cooperativa, en S.L. Ello fue obra de un economista argentino que creía en el Grupo y pensaba que si funcionaba bien en América, no tenía que ser distinto en España. Se llamaba Marcelo Reyes y con el tiempo sería más conocido como profesor y como editor, con Trinidad, de Olifante.

El espectáculo se ofrecía para público en general, y pensamos en hacer una guía de lectura que ampliara la información del programa de mano. Así que editamos en libro los poemas enteros (cuando el espectáculo es panorama de una época o de un tema, valen los fragmentos), poniendo en cursiva las estrofas que aparecían en escena. Se acompañaba de fotografías del montaje, obra de
Antonio Ceruelo.

Luis Miguel Bajen, filólogo además de músico, dirigió la edición y tuvo que emplearse a fondo para determinar algunas autorías y explicar falsas atribuciones en notas detalladas. En el litigio entraban Quevedo, Góngora y Jovellanos.

No nos iba tan bien el negocio trovadoresco como para permitirnos el lujo de esta edición, pero habíamos obtenido una ayuda económica del Gobierno de Aragón y supimos repartirla entre el espectáculo, el disco y el libro. Las ventas en librería fueron simbólicas, pero en las actuaciones los libros y los discos se vendieron muy bien.

UN SUEÑO DE JUGLARES. Antón Castro y El Silbo Vulnerado

Como apoyo al montaje Romanceros[2] se pensó hacer un libro que contara la relación del Grupo con el Teatro, la Música y la Literatura. 

Desde su llegada a Zaragoza, disfrutábamos de la amistad de Antón Castro. No dudé en pedirle que lo escribiera él. Y fue un abuso, pues el libro debía salir coincidiendo con el cercano estreno. Así que Antón pidió una excedencia en El Periódico de Aragón y se dedicó casi dos meses a indagar con el diseñador José Luis Romeo en los archivos y en mi memoria.

Con el tiempo, El Silbo Vulnerado: «Un sueño de juglares» atesora su interés como fuente, pues no se limitó Antón a hablar de nosotros, sino que trazó el correlato de aconteceres artísticos aragoneses de las décadas Setenta y Ochenta contrastados en posteriores estudios de, por ejemplo, Jesús Rubio Jiménez y Adolfo Ayuso.

El coste de la edición, 2.000 ejemplares, fue sufragado a partes iguales por el Grupo y por el Gobierno de Aragón, que firmó la edición.

FIGURAS LITERARIAS Y MÉTRICA. El Catón de Isabel Guerrero y Pablo Aína

En los primeros años 90 existía la Academia Catón en Zaragoza.  Estaba especializada en Humanidades y la dirigían Isabel Guerrero y Pablo Aína. Practicaban el instruir deleitando con los alumnos y editaban libretos como el de Figuras literarias y métrica. En la segunda edición fuimos una suerte de coeditores.

En 1992, cruzando la frontera de Argentina con Bolivia estuvimos retenidos un par de horas porque llevábamos una maleta con 15 kilos de Figuras. Yo conté que eran para profesores de los colegios donde íbamos a actuar. Pero los aduaneros sospechaban que tal cantidad era cosa de negocio. Amplié la explicación diciendo que aunque el libro parecía un manual más, tenía la peculiaridad de que los autores seleccionados en los ejemplos de figuras eran modernos e hispanoparlantes, o sea García Calvo con Pablo Neruda, o Rulfo con Gil de Biedma. Al final confesé que se iba a hacer una serie de televisión, que el libro era el guión y los ejemplares eran para repartir entre el equipo, pues era muy amplio. Se lo creyeron, o se hizo la hora de merendar, no sé, y dieron por buena la versión.

LAS GRANDES PEQUEÑAS EDITORIALES CUBANAS

En 1995, la publicación de Cancionero propio de  Marta Valdés me llevó a las publicaciones artesanales que en Matanzas hacía la editorial Vigía.

En el periodo especial escaseaba el papel y hasta el Granma se había quedado en cuatro páginas.  En varios talleres de la Isla estaban editando libros hechos a mano, empezando por el “papel”,  con plantillas, collages… Trabajaban con tela, hojas, papel de estraza, o papel de aluminio. Máquina de escribir, cliché, mimeógrafo, ciclostil. Ediciones de 100 ó 200 ejemplares.

Este libreto con versos de Nicolás Guillén, de la editorial de Holguín Cuadernos Papiro, está ilustrado por Yunia Pavón. Su portada es collage. No hay dos iguales.



En Matanzas, la Atenas de Cuba, los de Vigía también reciclaban cajas de puros para contener una antología de Gastón Baquero. No puedo decir que no haya traficado con puros habanos, pues cada caja contenía uno, además.


Reuní una colección que se mostraba en el Sopa de Letras.














EL LIBRO COMO POEMA. Helena Santolaya

Existe el libro de artista, el libro objeto, el arte conceptual, el dadaísmo, existe fluxus… y existe Helena Santolaya. 

Con Helena Santolaya tuve dos años de intensa colaboración en su Sopa de Letras. Por ceñirnos al tema, sus libros gigantes en cartón que, inicialmente, le servían para una instalación sobre Leopoldo Mª Panero, fueron también escenografía de nuestro Traficante de Palabras, montaje con textos del mismo autor. Hizo tres, en el Sopa solo cabía el pequeño. Como se ve en la foto, se combinaba con textos proyectados en diapositiva y recitados con distorsionador de voz.
Poco a poco, nos fuimos atreviendo –Helena a dejarlos en mis manos y yo a jugarlos ante el público- a mover otros libros memorables, entre ellos Peligro. Un libro pesado y peligroso pues se despliegan páginas cargadas con cuchillas de afeitar, a lo hay que sumar la inquietud del contenido textual en torno al Teatro y su doble, de Artaud.












Con cierta periodicidad[3] trabajamos con los libros de Santolaya, hacedora también de utilería con desarrollo visual, algo fundamental en nuestros montajes.











TÍTULOS. Espectáculos con título de libro

Tontamente, acaso, no he buscado aprovechar publicitariamente la fama de un libro y encabezar el cartel de un montaje con el título de una obra literaria. Un verso, sí, muchas veces. Pero como han sido muchos los espectáculos que he titulado, creo que se me puede perdonar alguna excepción a la regla. Bueno, tres:

Poeta en Nueva York de García Lorca.[4] Pero creo que aquí se justificaba el uso del título, porque había una suerte de metapoética: tras cada poema, en silencio y sobre oscuro escénico, desfilaban todos los títulos de poemas contenidos en el libro; cuando llegaba el de la escena siguiente, la proyección se pausaba y desaparecía lentamente. Eso le gustó mucho a Marie Laffranque.

Argentino hasta la muerte,[5] de César Fernández Moreno. Robamos el título, que el poeta había robado a su vez a Guido y Spano (“He nacido en Buenos Aires / ¡Qué me importan los desaires / con que me trate la suerte! / Argentino hasta la muerte, / he nacido en Buenos Aires”). Fuera de bromas, era también el título del texto más largo del montaje y creímos que las generaciones a las que queríamos implicar como público debían separar a primera vista al padre (Baldomero, muy conocido por sus “Setenta balcones y ninguna flor”) del hijo (César, hermano de los también destacados poetas Manrique y Clara). En 2005 convocamos a familia y lectores de César en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires con motivo del 20 aniversario de su muerte. Allí hablé muy elogiosamente de sus trabajos en verso y prosa, siendo matizadas mis opiniones sobre su obra ensayística por Noé Jitrik.[6]

Romancero gitano,[7] de García Lorca. Recital acompañado con fragmentos de la conferencia que daba Lorca sobre los poemas del libro, y diapositivas de los dibujos que pintó en esos años.

En otra ocasión, no sé si acertadamente (tuve varios fallos en este montaje, y el título pudo ser uno de ellos), titulamos un trabajo sobre Bécquer Donde habite el olvido,[8] verso de Bécquer, sí, pero más conocido por ser título de un poemario de Luis Cernuda.

En otras ocasiones, en el título del espectáculo ha entrado referencia de libro también, pero sutil, como para entendidos: Rayo, Viento y Ausencia[9] se corresponde con tres libros de Miguel Hernández (Rayo que no cesa, Viento del pueblo, Cancionero y romancero de ausencias); Desde Azul,[10] que es un recorrido por las poéticas modernas hispanoamericanas, recurre al libro de Rubén.

(Continuará)




[1] El disco y espectáculo Clásicos in Versos eran culminación de nuestra etapa posmoderna, en la que poníamos músicas descontextualizadas a poemas clásicos. Cada fase del trabajo tuvo su propio director: el espectáculo, por Héctor Grillo, la grabación por Francisco J. Gil, la música en escena por Goyo Maestro. El disco (Tecno Saga, 1989), con la carátula de Germán Díaz, se editó en casete y vinilo.
[2]  Romanceros, dirigido por Héctor Grillo y coproducido con la compañía vallisoletana La Quimera de Plástico. También tuvo su edición musical (Tecno Saga, 1991) dirigida por Goyo Maestro. Carátula de José Luis Romeo sobre foto de Antonio Ceruelo.
[3] Este año 2017,  con Dolos y  Carina Resnisky subimos los libros de Santolaya al escenario del Teatro Bicho, del Contenedor y del IES Grande Covián.
[4] Coproducimos en 1994 con Chérguì Théâtre de Toulouse la adaptación al francés de Poeta en Nueva York, que giró dos años por Francia y España. Con dirección mía y escenografía de Sara Brasky, actuaban Jean Michel Hernández y Ana Continente. El programa lo diseñó Fernando Lasheras.  El estreno contó con la presentación de Mª Clementa Millán  (autora de la edición crítica del libro, en Cátedra, 1987) y de Grassa Toro. André Belamich nos autorizó retoques en su traducción publicada en  Œuvres complète, Gallimard, 1981. Y la entrañable Marie Laffranque nos dio su bendición. Estos apoyos nos brindaron seguridad en el trabajo, pues aún persistía la polémica de si los poemas del libro, en realidad, conformaban dos poemarios distintos...
[5] Argentino hasta la muerte, cuatro textos de César Fernández Moreno. Representado por el actor porteño Martín Ortiz y elenco, con escenografía (9 cuadros) de Germán Díez y utilería (álbumes desplegables) de Helena Santolaya.  Lo montamos y estrenamos en Zaragoza, 2004. En Buenos Aires hizo temporada en el IFT, luego viajó por festivales de Argentina y Venezuela. Se representa periódicamente, en complicidad con el Teatro Crisol, por el mismo Martín Ortiz y elenco ad hoc.
[6] Director de Historia Crítica de la Literatura Argentina (desde 1999, publicada por Emecé, 12 tomos, varios años). Yo, en la introducción a modo de homenaje, hablé de la importancia que había tenido para mí el ensayo de Fernández Moreno titulado Introducción a la poesía (Fondo Cultura Económica, 1962). Y Jitrik, sin hacer sangre, aprovechó para desautorizar algunas teorías expresadas por su amigo César en el libro. Glub.
[7] Hundido con la empresa hasta el cuello, en 2011 llevo a los institutos una selección de Romancero gitano, con la ayuda de amigos que me asistían. En el recital, que daba en solitario, me aferraba al atril. Mi estado nervioso era parecido al de cualquier autónomo o pequeño empresario que sucumbía en la llamada “crisis”. Para colmo sufrí varias operaciones clínicas, entre ellas dos de cuerdas vocales. El Romancero gitano era lectura obligatoria en 2º de Bachillerato. Un trabajo, el mío, con luces y sombras.
[8] Producción de El Silbo como Compañía Residente del Teatro Arbolé, 2009. Actuamos Carmen Orte, Carolina Mejía y yo. Conchi del Río estaba de regidora. Música de Arelys Espinosa. Vestuario de Isabel Biscarri y cartel de José Luis Romeo. Reciclábamos también una escenografía pintada por Ignacio Fortún. Se estrenó en San Juan de Duero, en el Festival Expoesía de Soria, 
[9] Producción de El Silbo como Compañía Residente del Teatro Arbolé, 2010. Actuaba con Carmen Orte y Aloma Rodríguez.
[10] Producción americana de El Silbo, estrenada en Buenos Aires, 2016, que sigue en repertorio. Actúo con Carina Resnisky.