27 de diciembre de 2018

1988, El Silbo en Guinea Ecuatorial

1968: Acaba el año y aún zumban en la cabeza las efemérides: Praga, París, México…

Aquel año de 1968 uno no se enteraba de nada de eso, por lo temprano de la edad. En cambio, sí recuerdo muy bien las imágenes (tve? nodo?) de un país africano donde se hablaba castellano. Era Guinea Ecuatorial, que alcanzaba la independencia. Yo nunca había visto un negro en persona y me impresionó la noticia.

¿Era buen legado el que dejaba España? Comparando con la media africana, seguramente.
Se tituló República. Quizá durante unas horas, y en días previos, aparentemente lo fue.  Eligieron a un presidente destructivo, inmediatamente convertido en dictador: Macías. Como cuenta
Mario Virgilio Montañez,  Los españoles evacuaron el país y tras ellos la mayoría de extranjeros.

Se sucedieron 10 años de monstruosidades. En 1971, la comunidad escolar de Malabo vio cómo sus protestas acarreaban la clausura del instituto. Además de perder todo el sistema educativo, también quedó el país sin luz, sin hospitales, sin carreteras (que a ese legado me refería)… Los únicos edificios con mantenimiento eran las cárceles. Un tercio de la población desapareció del mapa. El poeta Juan Balboa Boneke describió el periodo: “el de la generación perdida”.

Macías ordenó cambiar los nombres europeos por los correspondientes africanos, incluidos los nombres y apellidos de sus ciudadanos. Así, Francisco Macías Nguema pasó a llamarse Masie Nguema Biyogo Ñegue Ndong. Solo en eso pudo dar ejemplo.

(...)Porque es un hecho importante, que a veces pasa desapercibido, que la España que concedió la independencia a Guinea y que siguió funcionando como estereotipo para el guineano fue la franquista; es decir, un sistema autocrático que utilizaba como punta de lanza las ordenes y congregaciones religiosas, los principios del nacionalcatolicismo y el militarismo, de una parte, y, de otra, los paradigmas políticos mas reaccionarios y autoritarios. Es decir, los guineanos no tenían referentes democráticos ni progresistas de los españoles, sino que suponían que las maneras que conocían eran las propias de los países colonizadores supuestamente a imitar (...) 

Muchos mandos del ejército guineano se graduaban en la Academia General Militar de Zaragoza. Y por allí habían pasado todos los que en 1979 se confabularon, encabezados por Teodoro Obiang, para derrocar al tirano. Esta vez, la esperanza se mantuvo varios años. Volvieron las embajadas y los cooperantes, volvió la luz, se abrieron las escuelas, se hicieron institutos y llegó la UNED. 


El Silbo en Guinea


En 1988, a 20 años de la independencia y a 9 del “Golpe de libertad” de Obiang y los suyos, la información relativa a Guinea Ecuatorial era muy escasa.

Queriendo contrastar el trabajo de El Silbo con "otros acentos" (con oídos acostumbrados a), Carmen Orte, Jesús Lou y yo, decidimos ir a trabajar allí una temporada. Conseguimos visado por dos meses (“para estudiar las expresiones artísticas de la cultura fang”), nos vacunamos y compramos francos cfa. Pedimos un crédito para los pasajes y empaquetamos vestuario e instrumentos. Hicimos una postal de cartulina como tarjeta de presentación y, por si acaso, llevamos una metopa de la AGM zaragozana.

Una amiga nos dijo que debía enviar un paquete a su prima Nieves, colaboradora de las teresianas en Malabo. Y nos hicimos cargo de la encomienda, lo que suele ser un engorro pero aquí fue una llave para conocer submundos del país.
  
Del aeropuerto fuimos directos a la embajada, para informar de nuestra presencia e intenciones.  Allí conocimos a Jesucristo Riquelme, quien nos propuso alojamiento a cambio de actuaciones en centros de enseñanza de Malabo y  Bata, patrocinadas por el Centro Cultural Hispano Guineano. Al margen de esas funciones, podíamos hacer las que contratáramos por nuestra cuenta, manteniendo el decoro, claro. Como teníamos idea de trabajar con público diverso, llevábamos varios repertorios con su instrumental y utilería. Así que todas las ofertas que aparecían nos venían bien.

Nos ubicaron en la casa de la Aviación. ¿Cuál sería el bar de la esquina? El Beirut, que contaba con un gran jardín donde periódicamente se daba espectáculo.

Las funciones que pensábamos realizar serían: para estudiantes; para público de calle; para toda una comunidad. De ello se dirá algo en este artículo. Y se  acompañará con muestras fotográficas en vídeo, con sonido tomado de actuaciones aquí y allá. Estos vídeos se pueden ver solo en el blog (no están en youtube, etc.) por su carácter testimonial.

En centros de enseñanza

Para celebrar el encuentro, Jesucristo nos llevó al Beirut para conocer a Donato Ndongo que, además de compartir con Riquelme la dirección del Centro Cultural H-G, era buen conocedor de la poesía guineana.  Hablamos del repertorio posible, lo repasamos y concluimos que no había un terreno especialmente pantanoso. No había problema en que “libertad”, por ejemplo,  o “copular”, se dijeran en el escenario. Todavía se hablaba del “golpe de libertad”. Por otro lado “del sexto en Guinea no se confiesa nadie”, decían los curas, según Ndongo.

Los planes de estudio eran los mismos que en España. Los libros de Literatura también.

Las primeras sesiones fueron en el INEM Rey Malabo. Comenzamos hablando de la Edad Media, de cuando los idiomas peninsulares se estaban cociendo, de cuando la primera literatura en castellano… Carmen empezó una canción:

De los álamos vengo, madre.

Y un coro celestial siguió cantando:

De ver cómo los menea el aire. 

Cerramos la libreta donde apuntamos un repertorio previsible, y preguntamos si alguien tenía preferencia por algún poeta clásico: el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Fray Luis de León, Cervantes, dijeron. Y así pasó la primera sesión, con la cuaderna vía del de Hita, las coplas manriqueñas, las liras del fraile y los ovillejos cervantinos.

Muchos chicos llegaban al instituto chapeando, o sea cortando la maleza con el machete. Hacía calor, claro, la vegetación abrumaba y los bichejos daban respeto.

La siguiente sesión estaba dedicada al siglo XX, de Rubén Darío hasta Blas de Otero, más o menos.  En el centro, la generación del 27. Carmen y yo nos miramos con cara de culpables cuando un alumno 3º de BUP, Emiliano Esono, insistió en oír una poesía de Dámaso Alonso, a ser posible de Hijos de la ira, pues lo había leído en la biblioteca del instituto. Jesús Lou tapó el objetivo de su cámara y salió corriendo a comprobar que Hijos... estaba allí. Volvió pronto, afirmando con la cabeza. En el entretanto, habíamos neutralizado al forofo con el "Romance del río Duero", por ser Gerardo Diego gran amigo de Dámaso. Acabado el romance, prometimos a Emiliano que en el recital que daríamos por la tarde recitaríamos "Los insectos" si venía. Dijo que sí.

Fuimos a casa y comenzamos el montaje del poema, pero sin el célebre prólogo donde  describe "el espanto" ante una masa de variados insectos: "He leído terrores semejantes de viajeros por el África ecuatorial" afirma allí el poeta. Nosotros también estábamos espantados con la fauna volátil y terrestre. Conocido es el mosquito anopheles, transmisor del paludismo, pero allí uno se encuentra con los insectos que se pegan a la ropa recién lavada y penetran en la piel (hay que planchar la ropa para eliminarlos), o con los que agazapados en la tierra esperan un pie desnudo, etc. O sea, los hay que se ven y los hay que no.

Dámaso había dicho  del poema en cuestión: "Es obra que, recitada, suele recibir mucho éxito". Carmen creó una  atmósfera musical tremolando con el rabel, instrumento ideal para imitar el zumbido de los insectos voladores. Por mi parte, entendí que si el poeta diseminaba más de 30 veces la palabra "insectos", el ritmo dependería de ella. El tono era de monólogo hiperbólico, apropiado para aplicar la técnica del "rapsoda enloquecido" con sus aspavientos melodramáticos acentuados con los guiños humorísticos del texto.  Ajusté con Carmen los versos con aliteraciones de los verbos roer y zumbar. Desgraciadamente, Emiliano no pudo venir al estreno, ay!

Terminadas las actuaciones en el instituto, comenzamos con las que Nieves y sus amigas teresianas nos concertaban en colegios y aulas para adultos. Se hizo muy popular nuestra versión del "Vivo sin vivir en mí" que, en los estribillos, los alumnos acompañaban con voces, palmas y ritmo corporal. Especial recuerdo nos queda de la actuación en el cole de Yumbili.

Los pequeños no  mostraban reticencia al canto, los jóvenes un poco, pero se dejaban convencer mejor que los españoles. Un tímido, metido en la masa del grupo espectador, también puede participar si no se siente especialmente observado. La timidez de los alumnos guineanos se manifestaba envolviendo las manos entre la ropa, o con movimientos de cuello recogiendo la cabeza.

Viajamos al continente, para trabajar unos días en Bata y alrededores. La infraestructura era más escasa y solo los franceses disponían de un centro cultural.  El salón de actos español lo compartían la UNED, Magisterio y el Instituto de Bata. Hubo algún malentendido a ese respecto del usufructo del espacio y no pudimos ofrecer el trabajo más que a los alumnos de Bachillerato y Magisterio, creo recordar.

Todas las actuaciones en el campo educativo -E.G.B., Bachillerato y Formación de Adultos-  fueron juglarescas: comunión del cantar y el reír. 





De gala con El Gran Bessoso

Cada noche bajábamos al Beirut, que también era mentidero político y cultural de la capital. El dueño, Gabi, tuvo la idea de montar una gala donde actuarían bailarinas, cantantes, nosotros y, como cabecera de cartel, el músico guineano conocido como El Gran Bessoso, que iría con su banda. De eso tratan las fotos del vídeo siguiente.

Dado el éxito que tuvimos en el Beirut, Gabi pensó repetir en el Cine Marfil cuando volviéramos de actuar en Bata... No fue lo mismo, no. Las condiciones del cine eran malas; se decía que aún estaba por ahí el fantasma de Macías, pues el Marfil se empleaba para macro juicios militares...

En estas actuaciones combinábamos los poemas con canciones tradicionales como La tía Melitona, que permitían la participación, la improvisación coplera y la risa. También eran de rigor un par de romances de Lorca.

León Felipe había residido un año en Guinea y nosotros aprovechábamos estas actuaciones de repertorio abierto para recitar y cantar algunos de sus Versos y oraciones del caminante.




Con versos de Leopoldo Mª Panero

Teníamos grabados música y efectos de los poemas de L. Mª Panero que hacíamos en el Más margen, malditos! Así que dedicamos una sesión a presentar su obra en Malabo.

Por si acaso, íbamos de etiqueta, para significar la importancia y el respeto que nos merecía ese repertorio. Riquelme nos presento también de traje, pues entre el público se encontraban diplomáticos y autoridades.

No se puede extraer ninguna lección sobre la respuesta del público, pues ese tarde el CC Hispano Guineano estaba muy concurrido por los blancos. Creemos que gustó bastante.


Asonga: teatro arena

Ignoramos si el poblado de Asonga tiene relación con la zona de Bata de igual nombre. Quien conozca ambas, sabe que son la noche y el día, aunque se llamen igual.

Bueno, nosotros fuimos al poblado Asonga, donde queríamos experimentar cierto tipo de trabajo ritual, ante público "no teatral". Asonga es un pueblo Ndowé, cuyo idioma se conoce como Batanga. Agricultura y pesca. Nos habían hablado de ciertos bailes y disfraces que conservaban como tradición, quizá carnavalera.

Remontamos algunas piezas de un anterior espectáculo -Del comienzo de la arcilla del mundo- con salmodia y canto. Los textos eran del Génesis, del Cantar de los Cantares, y de Judá Leví. La representación era en espacio circular, sin escenario. Eso, pese a la pobreza documental, se refleja en las fotos del vídeo.

También hicimos una segunda parte, esta vez en las escaleras de la vivienda del alcalde, con un repertorio normalizado. Recuerdo que toda la comunidad de Asonga cantaba con nosotros, al punto que venían habitantes de poblados cercanos atraídos por las voces.


De esto y aquello

El debut en la parte continental fue en el Club de Tenis (creo que si no era ese el nombre, así se le conocía), el de los españoles.  Esa era la comunidad a la que debíamos conquistar. Sí, en este caso conquistar, pues de ello dependía la recaudación. Es decir, que al final pasamos la gorra. En atención a que una mayoría de espectadores eran catalanes que trabajaban en el negocio de la madera y del cacao, Carmen cantó dos romances en catalán -La cançó del Lladre y El rossinyol- y yo unos versos de Espriú. No fue buena idea, porque algunos censuraron nuestro acento, más leridano que gerundés.

Siempre que había ocasión, recitamos poemas de los dos poetas del momento en Guinea: Ciriaco Bokesa y Juan Balboa Boneke, tomados de sendos libros publicados por el CC Hispano Guineano de Malabo.



Ciriaco Bokesa y Donato Ndongo nos deslumbraron muchas noches en la tertulia del Beirut.  Ciriaco admiraba, por encima de toda la poesía en castellano, a Jorge Guillén, y Donato nos explicaba el valor de Voces de espumas leído en esa clave. Ambos elevaban el nivel intelectual de la calle con su palabra.

En una de aquellas charlas, apareció Riquelme muy alterado. Nos contó el viaje imposible de un coche de Cooperación Española que llevaba libros a una escuelita cercana a Ureka, al sur de la isla. Camino del lugar, había sido obligado a regresar, pues la carretera estaba cortada por soldados que no dejaban pasar sin autorización especial. Aquello alimentaba las sospechas de los más enterados: "los yanquis están buscando petróleo en la costa".

En fin, en este último vídeo se verán fotos de Bata y Malabo, con nosotros actuando o paseando por  calles, plazas También, en las fotos de Jesús, aparecen artesanos, niños estudiando bajo las farolas, profesores y amigos preparando anuncios de actuación, o traduciéndonos escritos varios. Carmen se hizo el peinado típico antes de partir, y ahí se ve.

Varias fotos son del museo de Bata, que recorrimos en compañía de Amador Ebeng, del Ministerio del Interior, a quien Riquelme había encomendado que nos condujera por las emisoras de radio y demás lugares culturales de la ciudad. Otra foto de Bata nos trae el recuerdo de Gabri-B, cantor de calle y terraza. En su repertorio brillaban canciones como Sucu sucu, La yenka y Adelita. Se presentaba cantando unas frases autopublicitarias: "Yo soy Gabri-Be, mi nombre suena mucho... Mi nombre es muy famoso..." ¡Ah, la fama, de la que hablara Manrique! En el vídeo se escucha el nvet oyeng de Eyi Ncogo, que se presentaba también con el adjetivo "famoso".



En este recordatorio de la gira pasamos por alto muchas vivencias que no nos compete analizar aquí. Así, las diferencias entre los fang continentales y los bubis de Bioko; la diglosia, o la función del castellano entre la docena de idiomas guineanos; etc. Nosotros fuimos, como cualquier artista, a ofrecer nuestro arte y punto. Cierto que quisimos volver, pero no pudo ser, y mejor así porque eso nos llevó a otras tierras más lejanas y a conocer más acentos, formas y palabras de nuestro idioma.

Hoy solo nos queda desear a los guineanos que sus actuales dueños les dejen vivir en paz y libertad.


Dibujo en cartón y boli de Ramón Esono. Cárcel Black Beach de Malabo.