17 de julio de 2011

Las columnas de Juan Luis Saldaña

 Luisfelipe Alegre

Entre las columnas del diario Heraldo de Aragón hay una que espero cada semana, con la que establezco un diálogo jocoso para empezar bien ese día. La escribe Juan Luis Saldaña, comunicador y hombre de letras, entre otras cosas.
Una noche fui a escuchar sus versos en La Campana de los Perdidos. Me sorprendió que citara a un poeta poco conocido y amigo mío, Juan López Carrillo. Eso motivó una conversación de un par de minutos. O sea, que si lo veo por la calle no lo reconocería. Eso sí, somos amigos de facebook desde hace tiempo. Su foto de marca es esta:

Juan Luis Saldaña gusta de darle la vuelta a las cosas, no sé si para epatar los heráldicos o porque su visión de poeta iconoclasta así se lo dicta. No se trata de estar de acuerdo con todos sus razonamientos, sino de disfrutar la desenvoltura con que los presenta al lector.
Esta columna es de marzo:

¿Quién es el tonto?
¿Cree usted que Zapatero es tonto? Preguntaba una encuesta en tiempo real en una de las múltiples cadenas que nos ofrece la “tedetienda”. El resultado del sondeo daba un aplastante triunfo al sí. Tengo que decir que todos los que mandaron mensajes apoyando la causa se equivocaban. El Presidente no es tonto. Tampoco lo es Rajoy. De hecho, ambos están por encima de la media de inteligencia del país. Además, se puede decir que, tanto socialmente como políticamente, destacan, puesto que son líderes de formaciones políticas complejas en las que llegar al poder supone un saber estar reservado a unos pocos. Simplemente, cada uno en su papel hace lo que puede y la inteligencia no evita que, de vez en cuando, hagan el ridículo. El argumento de la imbecilidad del contrario es sal gorda, superficialidad y falta de espíritu crítico. No es de recibo que algunos medios de comunicación caigan en algo tan bajo y alimenten debates infantiles de yo soy soy, tú eres tú, ¿quién es más tonto de los dos? También, este tipo de discusiones evidencian la costumbre española de escandalizarse falsamente de lo que dice el que no piensa como uno. Seguir incondicionalmente a ciertos medios de comunicación para escuchar lo que agrada puede ser tan mezquino como prestar demasiada atención a los que piensan de manera distinta para llegar a un nivel satisfactorio de enfado. Puede ser que el único tonto sea el espectador, el ciudadano de a pie, que no tiene ninguna capacidad de cambiar la situación y que solo puede esperar a que lleguen las elecciones y votar, si no se ha ido de fin de semana. Al final, pierde el individuo que queda a merced de las corrientes de opinión y comete el mismo error que muchos políticos: delegar en otros la respuesta a la pregunta ¿Y qué opino yo sobre esto?    


Y esta es la última, del martes, 12 de julio:

 Capital Europea del paro 

juanluissaldana

La cultura no es un evento, ni una etiqueta , ni un festival, ni un mercadillo. No se debe confundir cultura con comercio como ya hicimos hace tres años al vender agua y sostenes varios a cambio de cemento y arquitectura. Podría decirse que la cultura es más bien un estado del alma, una tensión hacia la belleza abonada por el tiempo y el esfuerzo que lleva a tener cierta inquietud por asuntos relacionados con la sensibilidad artística. La cultura ayuda también  a diferenciar el grano de la paja. Sin embargo, la clase política necesita sacar dinero de debajo de las piedras y cualquier excusa es buena.  Este tipo de fiestas, dicen los políticos hasta cansarse, “ponen en valor” a la ciudad y “la sitúan en el mapa”. Son dos expresiones aberrantes que no paran de pronunciar nuestros dirigentes. Deseo que nunca nadie me ponga en valor ni me sitúe en un mapa. Apunten una incorrección más: me da lo mismo que Zaragoza no sea Capital Europea de la Cultura en 2016. Me conformo con no ser capital europea del paro y con que los políticos que dirigen el Ayuntamiento se ocupen de lo que les compete en realidad. Me da pena por el equipo que ha trabajado tanto en la candidatura, pero me alegro porque la cultura seguirá en manos de los cuatro colgados de siempre que editarán en paz sus libros deficitarios, intentarán  llenar salas de conciertos engañando a sus amigos, continuarán haciendo exposiciones para que las vean tres y el de la guitarra y lucharán por arañar media subvención en diez años. Me alegro porque ese es el caldo de cultivo de la cultura de verdad y no la factura de dos mil euros por bolo, el canapé con gambas, el concierto del Ricky Martin de turno y el mamoneo cósmico que hubiéramos visto si el amanerado fulano de la pajarita dice Zaragoza en lugar de San Sebastián.  

Publicada en Heraldo de Aragón el 12 de julio de 2011

En la cabecera de su blog:


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