21 de junio de 2017

José Bada: 'Cuarenta años después'

Hoy leemos en El Periódico de Aragón el articulo que sigue. Lo ha escrito Don José Bada. Es un poco para iniciados. Parece de estilo descuidado, raro en él. Quizá porque está cargado de razones que, si no se entienden, son difíciles de explicar. No lo sé. Acaso lo ha escrito de un tirón y no ha querido revisar la forma para no ceder a la tentación de adelgazar el fondo. Ha hecho bien, porque el resultado es sobrecogedor. 
CUARENTA AÑOS DESPUÉS
El pasado miércoles 14 de este mes se celebró en la Biblioteca Pública de Aragón un acto entrañable para recordar el 40 aniversario de las primeras elecciones de la democracia vigente y el impresionante mitin electoral de Unidad Socialista en la plaza de toros. Tras la presentación del acto conmemorativo, sin duda merecido y quizás nostálgico, por M. Contreras y la intervención de otros testigos del pasado –o de Ángela Labordeta que lo fue en el acto de la ausencia de su padre y compañero nuestro José Antonio– y la de Emilio Gastón que cerró el acto solmene oficialmente como le tocaba cantando como poeta como algunos esperaban o temían –que de todo hay en esa viña desde su origen– se invitó a tomar la palabra a los asistentes entre los que había participantes de la misma historia con desigual fortuna. Es lo que hizo Luis Germán, por ejemplo, que estaba a mi lado y yo mismo a continuación.
Lo que me apetece ahora a mayor abundamiento como quien siembra a boleo por si acaso llueve, es escribir un artículo sobre dicho acto y los años pasados en esta tierra en vez de comerme la simiente o los recuerdos sin esperanza alguna. Lo que hago precisamente recién llegado de mi pueblo –que es el pueblo del caso del cura de Favara , Wirberto, que se enfrentó con Cantero Cuadrado– a donde me trasladé para preparar la próxima jornada de reflexión y debate que todos los años celebra allí la asociación que lleva su nombre. Y apenas unas horas después de cerrarse el Congreso del PSOE en Madrid con las albricias de Pedro Sánchez , revivido, y el canto a coro de la Internacional.
Para comenzar diré que a mis años la esperanza me parece escasa y, después de los últimos, que la historia por hacer se ha hecho cada vez más difícil a medida que la moral o coraje –que es la esperanza que trabaja– en vez de crecer o crecerse ha bajado en todas partes. Lo que recordaba su hija y cantaba su padre: lo del «cierzo que arranca los matojos» –para ella una nana, para nosotros un canto de batalla que no dejaba dormir– suena hoy para todos como una pesadilla. Lo mismo que la otra: «Planta un árbol sobre la tierra yerma y ayúdale a crecer, igual al socialismo que tenemos que hacer...». Porque lo que ha crecido ha sido su hija, pero no el socialismo y, con la ausencia del profeta, nos ha quedado pendiente también la profecía que no vemos cumplida hoy hasta donde alcanza la vista. Pensando en mis recuerdos o trayendo al corazón lo que sentía, me sube a la boca lo que no puedo callar. Que plantamos un socialismo que se quedó en la adolescencia. Y que llegados a lo que hemos llegado: a pelar la pava en las tertulias en vez de hacer la historia que contamos los viejos, me dan ganas de pelar cebollas en el campo aunque sea llorando a solas y dejar la historia por hacer que tampoco hacen los jóvenes.
No es que mire solo al futuro que tengo cada vez menos como todos los viejos y eso es, además, de la derecha que tiene mucho que ocultar del pasado. Tampoco quiero ser quien se ponga cruces o medallas en el pecho para sacarlo hacia delante. Ni pretendo ocultar la rosa o la cruz que llevamos detrás. No es eso, si recuerdo el pasado es solo para sembrar. Y porque me molesta el cinismo de los imputados que sacan pecho mientras no les juzguen y de los políticos que miran solo hacia delante para que nadie lo haga. Como si los hechos del pasado que es lo único que podemos juzgar fueran impunes. Y creíbles las promesas que solo son para cumplir y ser juzgadas cuando se vea qué se hizo con ellas. Como si la amnistía fiscal fuera entonces un mérito y no un delito, y hoy un olvido antes que una deuda y hasta una cruz en el pecho y no una caca en el culo. ¿Mirar hacia delante, Sr. Rajoy? ¡Anda ya!
Los que sí tienen que mirar hacia delante son los que pueden y deben mirar también al pasado, sin avergonzarse de la cruz que llevaron y de la que algo les queda si no me equivoco. Estoy pensando en los orígenes de la izquierda en Aragón y el trasvase de militantes de origen cristiano a las partidos y sindicatos de la izquierda. Me remito a un estudio sociológico que hice al respecto en colaboración con B. Bayona y Luis Betés –que en paz descanse– después de las primeras elecciones generales y del que recordaré aquí solo un dato significativo: el 66 % de los candidatos en las candidaturas de los partidos de la izquierda fueron cristianos destacados que militaron antes en organizaciones de la Iglesia. Más de uno, pasados los años, oculta hoy sus antecedentes en una sociedad desmoralizada en la que muchos alardean incluso de no ser creyentes. Pero dejen que les diga que yo he sido cura y que me pregunte y les pregunte a todos si tiene que ver algo esta pérdida u olvido con la desmoralización que padecemos en el presente y el individualismo salvaje que nos hunde en la miseria.
José Bada
Esos años del caso Favara, a que alude Bada, Ismael (Peña) hizo célebre un villancico de Gloria Fuertes. Ismael, que también es mayor, que también estuvo en la trinchera que le correspondía, aparece en esta grabación de hace cuatro años cantando con la Coral Calatrava¿Dónde vas, carpintero? 

La canción tuvo muchas versiones, entre ellas la de Marito, el niño argentino que acompañaba a Cafrune, otro grande, como Ismael, como Gloria, como Don José.


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