Lola Ester. Foto: Rogelio Allepuz Ayer en el Periódico de Aragón, Lola Ester hablaba de Sack a propósito de Grecia, y titulaba su columna
Deuda odiosa
Los
niños griegos han empezado el curso con fotocopias. No hay dinero para
libros, como no lo hay tampoco para pagar cuatro de cada cinco pensiones
públicas, ni las subvenciones por desempleo. Los 11,3 millones de
griegos no saben cómo demonios pueden hacer frente a los 340.000
millones de deuda que han contraído diferentes gobiernos corruptos pero
han empezado a estudiar la doctrina de Alexander Sack,
un brillante teórico que hace noventa años describió como "deuda odiosa e
ilegítima" la contraída por los gobernantes sin tener en cuenta las
necesidades de los ciudadanos. Pocos griegos dudan de que su país es
ahora mismo el símbolo de la deuda ilegítima, y no solo porque los
últimos gobiernos han dilapidado el dinero a cambio de sustanciosos
sobornos (la fiscalía alemana y griega persiguen a Siemens por untar
presuntamente con mil millones a un ramillete de políticos), sino porque
los prestamistas (bancos franceses y alemanes), aun sabiendo que
difícilmente el país heleno podría devolver la deuda, han concedido más y
más préstamos a cambio de suculentas tajadas en forma de intereses para
que el principal cliente de la industria armamentística francesa y
alemana siga armándose hasta los dientes. El año pasado Grecia compró a
estos dos países fragatas, helicópteros y submarinos por valor de 9.000
millones y los griegos, que no ven el enemigo en puertas sino dentro de
su propia casa, empiezan a sopesar la principal teoría de Sack: "La
deuda odiosa no debe ser reembolsada". Parece que la rebelión islandesa
empieza a cuajar.
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16 de septiembre de 2011
Lola Ester habla de Grecia y de Alexander Sack
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