Juglaresca
-Noches de Juglares en el Parque Delicias-
está editado por Gara d'Edizions:
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ARIEL PRAT COMENTA JUGLARESCA
Este año “Noches de Juglares” en el Parque Delicias de
Zaragoza cumplía veintidós años de permanencia. El número 22 en la jerga de los
sueños ligada al juego de la quiniela en Argentina es “el loco”. Y a veces, en
el imaginario que cargamos los artistas sueñeros y afines, sobre todo los que
nos movemos en un margen pequeño del sistema, aunque el campo recorrido y
representado humanamente sea enorme; somos una suerte de “locos”. Atravesando
campos, mares, ciudades y pueblitos, escenarios sin tablas, pisos de tierra,
cobrando y debiendo, bebiendo y pagando, con lluvias amenazantes o soles que
quiebran las pieles.
Allí estuvieron, están y estarán seguramente a prueba de
operaciones triunfales o invasiones de standaperos, representando a la vida los
juglares, desde sus más diversas disciplinas.
Todo este preámbulo, para recordar que quería referirme a un
libro que en realidad, versa sobre un periodo más acotado del ciclo “Noches de
juglares”, el que ocurriera entre 1997 y 2016. Se llama “Juglaresca”, editado
por Gara, maravillosamente presentado como recopilación de las ediciones
sucesivas de un ciclo que como se lee en la introducción, podría ser una
“anomalía” en el panorama cultural de una ciudad española y yo diría agregando
de todo el territorio extendiéndome allende los mares. Porque mantener vivo un
Festival con dinero público, sin más presión selectiva que la de talento y
originalidad, como don de oportunidad en la coincidencia de las rutas de
variadas expresiones girando por el mundo; no es usual.
Luis Felipe Alegre, con
sabiduría y percepción, maneja la programación en donde la marioneta puede
bailar un tango cantado por un escritor que ejecuta una dulzaina aragonesa,
bajo los hilos controlados por un actor sin pantalla. Todo esto bajo un cielo a
menudo estrellado a la fresca y a veces con el característico aire zaragozano
tan temido. De todos modos, el encuentro se abraza con el asombro compartido
entre vecindad y habitués bien avisados que dan el boca en boca, llegados de
barrios cercanos o no.
Este libro, reivindica al artista impensado que se la juega.
Algunos de la programación marcaron y marcan tendencias, derroteros explorados
y hasta bien pagados, incluso con mejor suerte económica que la de los
mentores.
Locales o internacionales, cada noche de primavera en el Parque
Delicias, es una cita con lo original. Hay en la introducción de este libro,
una aconsejable experiencia narrada por el creador del ciclo. Un trabajo
preciso de cirujano en clave de Juglar, que se mete hasta el fondo del hueso y
también es desafiante porque sabe que sin arriesgar y poner el pecho, nada se
puede lograr en territorios culturales por donde abundan mercaderes disfrazados
de conocedores que son solo meros administradores de datos y favores del
mercado cultural, manejando agendas desde los medios o desde los despachos tan
temidos a la hora de sentarse a negociar una parte pequeña pero tan necesaria
para producir con el estómago lleno y las ideas despejadas. Si lo sabremos
narrador como gestor…
Cada año es un viaje a la anécdota imprevista. Colores de la
esencia de la bohemia incunable en poesía cantada como recitada. Guionistas sin
apuros de nadie, salvo el de la hora señalada para salir a escena si es que el
artista juglar no se ha perdido en el parque tras una pelota rechazada al niño
al que esperan en casa a la hora de la cena.
Para cerrar esta semblanza, replico fragmentado lo que expresa el propio Luis Felipe en el
epilogo:
“…No somos proveedores de productos. Somos la farándula.
Somos los mismos músicos que tañían en la edad media, los mismos saltimbanquis
con los mismos zancos, nuestra voz es la misma…Fuera del sinvivir diario, los
artistas, juglares, cómicos…siguen creando números, escenas, obras, de factura
profesional. Y, por supuesto, manifestando periódicamente su disconformidad con
la política cultural en general de Delicias, Zaragoza, Aragón, España, Europa,
etc…Incidencias mayores, no se registran. Creo que no hemos roto nada.” El
parque te espera.
Diciembre de 2018
Ariel Prat,
(El Juglar porteño)
Es un libro raro. Yo lo leí dos veces.La primera me iba saltando los ejemplos de los repertorios. Luego descubrí que era lo más jugoso. Enhorabuena
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