Hablamos de un conflicto que sucede en el teatro desde los
tiempos en que se inventó ese destello para fotografiar que se llama flash.
Es de suponer que en la época en que se usaba el magnesio no
se fotografiaría ninguna obra de teatro en plena representación. Hubiera sido
un escándalo. Hablamos pues de los flahs
del siglo XX, con lámpara, electrónicos, digitales y lo que están inventando en
el presente.
*
Traigamos al recuerdo lo sucedido con La muerte de un viajante de Arthur
Miller, en su presentación en el teatro Principal de Zaragoza hace
quince años. En escena José Sacristán como Willy, el viajante, muy bien
secundado: su esposa Linda era Mª Jesús Valdés; José Vicente Mairon y Alberto
Maneiro, los hijos.
*
Tercer aviso.
Oscuro en la sala.
Sube el telón.
Escena a oscuras, se oyen sonidos de
automóviles, frenazo. Cesan ruidos de la calle. Ruido de llaves y pisadas
discretas. Campanas. Suena música. La escena se ilumina por zonas según recorre
Willy los ambientes de la casa. Toda la luz es azul (convención de que es de
noche y que se está a oscuras). Willy se detiene y deja su maleta en
el suelo, se incorpora y pierde la mirada en el fondo de la sala. Linda se revuelve en la cama, con gesto previo a incorporarse.
(En esos
momentos, alguien que pretende no molestar, molesta a los espectadores de las
primeras filas. El actor intenta ignorarlo, piensa que es una molestia
pasajera, un cegato que llega tarde y no encuentra su fila.
Pero un
fogonazo se dispara a tres metros del actor y muestra la escenografía al completo: la alcoba de los padres, la alcoba de los hijos, la cocina, el
patio de la casa, los árboles, las casas y muros que hay tras las ventanas. La
radiografía completa. El actor, que llevaba dos minutos en la
penumbra azulada, sufre la descarga en sus ojos y en su sistema nervioso
general. Pide al fotógrafo que se retire, pide "telón" y vuelve desencajado al
camerino. Pasados unos pocos minutos vuelve a empezar la función).
*
Además de las molestias producidas a los actores -que
normalmente soportan resignados- están las que producen al espectador y que,
más allá de la desconcentración y de los efectos que produce en la retina,
supone la anulación de toda posible sorpresa o, lo que en teatro es peor, que
pueda ir vislumbrando todo por su propia observación.
*
Lo que pasa sobre un escenario (teatro y danza
especialmente) es fugaz. El arte del instante, se dice. El gasto de los teatros
para aislarse del ruido y luz exteriores es cuantioso.
No estamos hablando de un festival escolar o de una entrega
de premios. Esto no es una broma, como tampoco lo es que al ir a disparar el
fotógrafo su cámara llegue un amigo y le dé una palmada en la espalda.
*
Mientras escribo estas líneas siento curiosidad por saber
qué se dice en el mundo de la fotografía sobre el particular en la red, y me reconforta lo
que leo sobre el uso del flash y, en general de la comprensión del teatro como
hecho artístico. La página del
salvadoreño René Figueroa, 10 consejos
para hacer fotografías de Teatro, me
ha gustado especialmente y se acompaña de un link para ver sus fotos en el muro
de fcbk.
*
Amo la fotografía. Los actores la necesitamos. Es vital para
nosotros.
En los grupos de teatro siempre se cuenta con un fotógrafo
como colaborador. Yo mismo, periódicamente, tengo ayudantes de dirección que son,
antes que nada, fotógrafos. No vemos lo mismo, ni de la misma manera. Sus aportaciones enriquecen.
Creo que puedo hablar en nombre de todo un gremio cuando
digo que es preferible no tener registro fotográfico de una función si ello
conlleva molestias al actor, al espectador y al conjunto del trabajo.
*
Hemos puesto un ejemplo, con La muerte de un viajante y José Sacristan, que son palabras mayores
del Teatro con mayúscula. No es cosa del “teatro raro” ni de resabiados. En escena todos somos iguales cuando logramos la atención del espectador. Y no quiero invocar al "respeto" porque el fotógrafo también lo puede pedir para su trabajo. Prefiero hablar de sentido común.
Luisfelipe
No hay comentarios:
Publicar un comentario