Hace unos días la sección Obituario de El Periódico de Aragón que firma habitualmente Javier Ortega, cedía su pluma a José Miguel Martínez Urtasun, colaborador de otra sección del diario. ¿El motivo? Hablar de
una vida fuera de los común, la del músico José María Campo, fallecido a los 85 años.
La higuera se secó
Dos líneas marcaron la vida de José
María Campo Puértolas, fallecido el pasado lunes, 5 de noviembre en Mediano,
lugar que nunca quiso abandonar y donde descansa para siempre. Músico los años
sesenta, se convirtió, casi sin quererlo, junto con su esposa Begoña Olivar, en
el símbolo del expolio de muchos pueblos del Pirineo, anegados por los
pantanos.
Fueron
ellos, precisamente uno de los ejes del documental Mediano. La memoria ahogada,
que a partir de la brutal, traicionera e inesperada inundación del pueblo, en
abril de 1968, realizó Aragón Televisión. El estreno del documental, la
reubicación de la vieja campana de la iglesia, visible siempre sobre las aguas
y uno de los iconos de Sobrarbe, así como la explicitación del perdón por parte
de la Confederación Hidrográfica del Ebro, contribuyó a aliviar su pesar,
aunque nunca olvidó lo sucedido.
Pero fue
también un hilo conductor de España baila, el documental realizado por
los hermanos Javierre sobre la música popular en nuestro país. Alternando en
pantalla con figuras como Manolo Escobar o Salvatore Ádamo, José María Campo
evocaba toda una vida a los sones de su acordeón o los teclados, pues saltaba
de un instrumento a otro, además de entonar y dirigir las canciones.
Orquesta Sobrarbe. Parque Delicias, Noche de
San Juan, 1998
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Pues
mientras le duraron las fuerzas, casi hasta ayer mismo, no dudaba en cargar el
coche y lanzarse por pistas, caminos y carreteras para alegrar cualquier
reunión. Todos los valles pueden dar fe de ello y así se constató en su
despedida, donde sus amigos músicos interpretaron la misa de Pio X, otro de sus
símbolos musicales.
Ha sido el
último de los cuatro fundadores de la Orquesta Sobrarbe en irse. Con José
Costar, Martín Cavero y Martín Sánchez, su primigenia formación, animaron
rondas, bailes y verbenas, en unos tiempos en los que no se tocaba la guitarra
eléctrica simplemente porque no había luz en los pueblos que visitaban. Ellos
marcharon, pero José María fue aliándose con otros músicos o animando a los
principiantes a salir al escenario.
Mantengo en
la memoria, ya para siempre, a pesar de mi nulo oído musical, la canción que dedicó
en Boltaña, hace muchos años, al novio de la nena, Begoñita. Música que
permanece en la memoria, imprescindible en las reuniones familiares, en las
que, a la mínima, improvisaba un trío con su hijo Carlos y su nieto Jacobo.
José Miguel Martínez
Urtasun
Hemos acompañado el artículo de Urtasun con
algunas fotografías tomadas en la noche de San Juan de 1998.
Aquel año
coordinamos nosotros la parte artística de la fiesta, en el Parque Delicias.
Mientras llegaba la hora de encender la hoguera, presentamos varias actuaciones
poco comunes en estas concentraciones populosas: poesía de Sergio Algora,
guitarra clásica por Madays Andino, cuentos a cargo de Oswaldo y Maricuela, y
un número de altura con violinista (Christopher Taylor) y zancudo (Jordi
Pinar). Goyo Maestro, que llevaba la parte técnica, se había encargado de traer
al grupo más sobresaliente en materia de verbena popular. Y no se equivocó, era
la Orquesta Sobrarbe.
*
Por otra parte, José María Campo era el padre de Carlos, que hizo de tocar el violín su oficio durante una época: en los primeros tiempos de Biella Nuey y también en El Silbo a finales de los Ochenta, como recuerdan estas fotos del archivo.Carlos Campo tocando con Biella Nuey. Oasis, 1986 Foto: Roger Hernándo |
Carlos con Luisf, Carmen y Chicho Sánchez Ferlosio. Madrid, 1988 Foto: Pilar Trillo |
Desde aquí, nuestro pesar por la pérdida.
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