He vuelto feliz de Salamanca, ciudad donde los siglos parecen encajonados entre cuatro por cuatro calles.
-Pero no te calles, que son para andar hablando.
LaSal (Salamanca Animación a la Lectura) me había propuesto hacer una serie de sesiones en torno al lema
"Los malos también cuentan" dentro del IV Salón del Libro infantil y juvenil. Esas sesiones debían ser "talleres" para estudiantes.
He asistido a muchos actos llamados "taller" y tengo para mí que se trata de una charla con algunos ejemplos de aquello en que se centra el tema propuesto. La RAE da acepciones de "taller": "Lugar donde se trabaja una obra de manos; Escuela o seminario de ciencias o de artes". Ambos objetivos me parecían muy ambiciosos.
Pedí a los amigos de Lasal que me concretaran más el tema y su arco temporal o geográfico, pues mi pericia -si así puede decirse- es la de conferencia con demostraciones, que intentaría adaptar a lo que se llama "taller". Bien, pues se trataría de una charla ilustrada relativa a "los malos", con algunos momentos participativos de la audiencia.
-¿Pero esos malos de qué libro salen?, preguntó Isabel. -Del Romancero, dije yo. -¡Ah, los malos de los romances!, dijo Luismi. -Sí, aseveré. -De acuerdo: Taller de los malos en el Romancero, sentenció Raúl.
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Pensé que si los romances -como comúnmente se admite- ya se "hacían" en el siglo XIV, la mitad de su camino hasta nosotros estaría en el Siglo de Oro, por lo que me entró la curiosidad de mirar qué entendía Covarrubias por "taller" y por "romance".
"Talleres" dice Esteban de Covarrubias en su diccionario (Tesoro de la Lengua castellana o española, 1611) que es "cierta moneda antigua", y esto quiere decir -pues no da otra acepción, ni aparece "taller"- que en 1600 aún no se había sustanciado el término en singular. O no había llegado el "atelier" francés. Si me acojo a esa definición del siglo XVII, podría decir que fui a Salamanca a hacer unos talleres a cambio de unos talleres, o sea a un intercambio de talleres.
Pero del "romance" que nos ocupa, don Esteban no dice ni chus ni mus.
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En
la Biblioteca Torrente Ballester me esperaban estudiantes de colegios e
institutos para que les hablara de los malos en el Romancero. A eso me apliqué tres
mañanas frías pero soleadas.
El tema lo había presentado así:
En el amplio campo
de la Literatura infantil y juvenil, existe un apartado que, de puro sabido,
llega a pasar desapercibido hoy.
Los
romances son piezas sueltas, anónimas o de autor conocido que, desde el s. XV, suelen
coleccionarse en los Romanceros. A veces la Oralidad conserva un romance al
margen de pliegos y libros; otras –mantenidos por la tradición- se recogen en
cancioneros (escritos, grabaciones) antes que en romanceros…
Formalmente tienen
en común estar compuestas en verso (octosílabo, heptasílabo, de metro fluctuante,
u otras variedades métricas) con rima asonante en versos alternos.
Cada romance tiene
su trama, contada –normalmente- por una voz narrativa. Algún personaje,
presentado sucintamente, habla o dialoga
con otro.
Los romances suelen
tener protagonista y antagonista. Uno de los dos puede ser “malo”. Su conducta
puede ser ejemplificadora del bien o del mal. Puede ser. El malo, o la mala,
puede ser persona, animal o cosa. También el malo puede estar elíptico.
Es conveniente
que al participante le queden claros algunos conceptos básicos (como los hasta
ahora expresados). Con eso ya nos daremos por satisfechos, y podremos
dedicarnos al disfrute de la obra.
Cargué mi portafolios con piezas del romancero viejo, del fronterizo, del
carolingio, del romancero de ciego, de autores conocidos, como Góngora, o recogidos en cancioneros “recientes” (Ledesma, J. Díaz). En estos buscaríamos maldades y villanías: Que por mayo era, por mayo ("El prisionero"), En Santa Gadea de Burgos ("Jura de Santa Gadea"), Las hueste de don Rodrigo ("La pérdida del reino"), Paseábase el rey moro ("La pérdida de Alhama"), Por los caños de Carmona ("Baldovinos"), Amarrado al duro banco ("Del forzado"), Los mozos de Monleón (Idem), Más arribita de Burgos ("La infanticida"). Y, por si venían a cuento, romances modernos de Lorca y A. Machado; también el del "Río Duero" de Gerardo Diego, por si convenía hablar de la disposición por estrofas.
En el último momento decidí que Manolo me trajera en su coche los lienzos de romances que pudieran ser útiles para mostrar un correlato gráfico. Además, si hay otros puntos de atención visual, la voz descansa y el público también.
Hice copias de los textos, señalé las distintas voces y los repartí aleatoriamente por el auditorio para compartir la lectura en voz alta. La experiencia resultó fructífera. Los profesores quedaban sorprendidos de la colaboración. Yo también. No sé cómo sucedía, porque leer en público suele aterrorizar a los muchachos.
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IV Salón del Libro Inf. y Juv. Biblioteca Torrente Ballester. Salamanca 2024
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En fin, no era esta una
propuesta para analizar temas y estilos.
Ni las diferencias, o coincidencias, entre el Romancero Viejo, los
romances del Siglo de Oro, la reaparición en el periodo romántico, o su nuevo
florecimiento en la Edad de Plata. Pero de todo se hablaba al hilo de cualquier observación que me hacían. A veces respondía no lo sé, porque si bien soy un intérprete digno, como teórico solo llego a aficionao.
A ratos nos dedicamos a buscar dentro de la historia al malo incontestable. Difícil: cambiar "el punto de vista" hace que la maldad sea discutible. ¿Qué nos impide ponernos en el lugar del "la loba parda", del "ballestero", o del "toro"? Interesante.
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"La campana de Huesca". Lienzo: Germán Díez. Facultad de Filología. Salamanca 2023
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El tercer día cambiamos de escenario y acudimos, primero, a la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca (Anayita). Buen lugar para perdernos un rato en ese ir y venir de la leyenda al mito; del romance a la crónica. Y viceversa, como ejemplo, "La campana de Huesca", romance recompuesto a partir de crónicas escritas. ¡Ah!, crónicas escritas que tomaban argumento, personajes y detalles de la tradición oral (cantar de gesta, o romance, o doxa del momento).
Luego, en la Facultad de Educación de la Universidad Pontificia, aprovechando que un |
Facultad Educación UPS.
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grupillo tomaba notas, recomendé algunas páginas accesibles en internet, así: La página de la Fundación Menéndez Pidal y La página de la Fundación Joaquín Díaz
Igualmente, di noticia de dos libros que realimentan el tema. Uno, del poeta salmantino Ramón García Mateos (Nuevo ramo de viejos cantares y otras coplas de varia intención). El otro, del que fuera alumno y profesor de la Universidad de Salamanca, Agustín García Calvo (Ramo de romances y baladas)
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Acabada la faena, nos entregamos Pilar, Manolo y yo a buscar una calle. La dedicada a Luis Bello, el escritor republicano que, desde las páginas de El Sol, describió el estado de las escuelas nacionales (Viaje por las escuelas de España, 1926-1929).
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Me enamoré de la ciudad ¿Acaso era la primera vez que estábamos en Salamanca?
Según recuerdo, la primera vez fue en
el invierno de 1979. Goyo Maestro y Jesús Lou eran los conductores de una vieja
furgoneta donde también viajábamos Rosa Calvo y yo; nuestro destino, Ataquines, en la comarca
de Medina del Campo. El itinerario no pasaba por Salamanca, pero
quiso Fortuna que una función en Ataquines se retrasara un día. Nuestra anfitriona
Charo del Pozo, estudiante de Románicas en Zaragoza, nos dictó el camino para
llegar a la ciudad tantas veces idealizada por esta compañía de
lectores y cantores. Así que visitamos las aulas donde Fray Luis y Unamuno parece que dijeron cosas imperecederas, e hicimos fotos por la ciudad.
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En 1990 la folclorista argentina Leda Valladares, Carmen
Orte y Pilar Trillo, llegaron de la mano de Ángel Carril y del Centro de
Cultura Tradicional de Salamanca para cantar en el Teatro Liceo. Según las crónicas, Leda, presentada por
Carril, dio un concierto extraordinario de cantos andinos. Se acompañó de caja
y charango; y, en las últimas vidalas, tuvo a Carmen como segunda voz.
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El año1992, Romanceros –que habíamos coproducido con La Quimera de Plástico- se vio en algún teatro de la ciudad, que no recuerdo, y en muchos
pueblos salmantinos. Romanceros fue muy celebrada en Castilla León.
Dirigida por Héctor Grillo, contaba con la actuación de Carmen y Goyo. Pilar Trillo comandaba el prolijo montaje técnico. Recuerdo que a su regreso a Zaragoza, todos hablaban de la función salmantina y parecían felices.
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En 2006 Estuve actuando en el Teatro Liceo de Salamanca, con
Hasta que la boda nos separe, una
estupenda obra de Roberto Lumbreras montada por la compañía vallisoletana La
Quimera de Plástico. Era una comedia en torno a Ramón Gómez de la Serna, papel
que bordaba José Manuel Pérez.
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Otro año, 6 de julio del 2010 en la Casa de las Conchas, mientras España jugaba contra Alemania, o sea a las 21.30, presenté Bululú para los salmantinos apátridas o descreídos del deporte, dentro de la novena edición del festival Contando Cuentos. En el patio de la Casa de las Conchas hice lo que pude -como hace el torero cuando, a mitad de faena, llega un vendaval. Solo que aquí no había viento sino un griterío de las gentes que veían el partido de la selección en las cercanías del archivo de la sapiencia, o sea, de la Biblioteca. A veces me parecía que ese clamor provenía de las monstruosas gárgolas que me acechaban. ¡Tan cercado me sentía por la algarabía!
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En 2013 acudimos al III Congreso del Español, acompañando a Rogelio
Ayala, que recogió el segundo de los premios “Profesor ELE del año” por el
vídeo Juglares en acción, realizado
por David Fridman.
Iberlingva y El Silbo desarrollábamos en esos años programas
de apoyo a estudiantes de español, y la grabación contempla nuestro accionar
por las aulas. Ayala habló y me dio paso para, con versos de Gil de Biedma, alborotar el gallinero.