31 de marzo de 2018

Al hilo de la Gala del Teatro

Hay muchas formas de "estar" en una gala en la que debes actuar. La mía es andar entrando y saliendo: calle, camerino, palco, bambalinas, baño, cabina técnicos, vestíbulo, piso segundo, etc. hasta que se acerca mi momento y me quedo quieto entre cajas a las órdenes del regidor.

Dicho esto, no creo estar en condiciones de comentar la X Gala del Teatro, en el Principal de Zaragoza. Pero como queremos recordar el evento, porque hay unas fotografías generacionales de nuestra tribu muy interesantes para compartir, vamos a discurrir por una prosa castiza para que pueda leerse algo reflexivo y no acabemos pareciendo una especie de Hola regional.

Se me ocurre empezar hablando de las asociaciones de empresas teatrales. Vienen sucediéndose desde hace unos 20 años y ha habido varias. Actualmente hay dos y una de ellas, ARES, asume como iniciativa propia la organización de esta gala anual. En su boletín puede leerse el resumen de la gala, el mensaje del Día del Teatro y el discurso de la presidenta de ARES.

Una característica de estas asociaciones es que son menguadas de efectivos, una docena de empresas. En parte, porque siempre hay dos asociaciones (normalmente poco conciliables) y, en parte, porque es imposible asociar a la nube de planetas y satélites que completa el mundillo teatral aragonés.

ARES cuenta entre sus asociados a empresas dedicadas al teatro de títeres, a la magia, al teatro
musical, al teatro de repertorio, a las variedades... Y dentro de esas empresas trabajan  actores y técnicos reputados en el país. Tienen de sobra personal humano para abordar una gala, pero cada año incorporan a varios colegas de otras cuadras. En esta ocasión, a muchos. ¿Será porque era en el Principal? No solo. La gala ya había mudado de escenario antes: Arbolé, Principal, Teatro de las Esquinas (regentado por compañías afiliadas a ARES).



La gala pretende ser encuentro ciudadano y encuentro gremial. Al público, pues, habrá que darle espectáculo; al gremio, motivos para reunirse.

Decir qué cosa es el gremio teatral aquí, no es fácil. Y nunca lo ha sido. Para mí, los esenciales son los que trabajan en el escenario; los que te encuentras en la gasolinera de Almendralejo compartiendo la efímera alegría de ver que nos movemos un poco. Y me da igual que su especialidad sea la danza del vientre, la comedia del arte, o el drama griego. El escenario es el lugar de trabajo.

Y, por cierto, que la escalerilla que baja del proscenio al patio de butacas, también es lugar de trabajo, y el pasillo central... bueno, en el Principal ya no se puede trabajar en el pasillo porque no hay, lo cual, supongo, agradecerán todos los enfermos de vejiga, próstata, riñón, etc. Y otro "por cierto", en los ensayos de los colegas fui sentándome en distintas filas y creo que se ha perdido sonoridad. Lo comprobaré cuando vea una obra sin micrófonos.

Se entiende que para ejercer el oficio hace falta otra sección laboral que lo haga posible. Sin oficina no hay foto, porque no hay producción, gestión. Y luego está el tema de la formación. En Zaragoza hay una escuela municipal y cada teatro (Esquinas, Arbolé, Estación) hace sus cursos anuales.

El Sindicato que nos agrupa es variopinto. Debe serlo porque no es una asociación de gremios teatrales, sino actorales en general; y la cuota es tan simbólica que hasta los más precarios podemos asumirla.


Medio-profesionales hay de dos clases: los que trabajan en otra cosa y acompasan horarios y vacaciones con el compromiso teatral que adquieren con las compañías, y los que ocasionalmente responden cuando son llamados. Hay también retirados y jubilados. Activos y selectivos.

En el campo teórico tenemos media docena de personajes que saben y pueden hablar del teatro aragonés (y otra media docena de cantamañanas). También existen, al menos, dos colecciones de textos teatrales.

No puede sorprender que los oficios secundarios (pero igualmente necesarios) cobijados por la municipalidad sean los más estables. Es así en casi todas partes. Tienen -acomodadores o profesores, tramoyistas o contables- que someterse a una disciplina y jerarquía que justifica un sueldo fijo.

Siempre se ha dicho que el artista vive del aplauso del público, así que todo en orden.

En el terreno del teatro aficionado podemos encontrar todo un árbol de edades (escolar, mediana edad, mayores) y escalafones (monitores, profesores, directores) que periódicamente deja caer alguno de sus frutos en el teatro profesional. En principio, sienten el teatro, no se identifican con el oficio, y entre el público son élite.

Hay muchos gremios que nos complementan. Y, dentro de ellos, profesionales que colaboran con el teatro en materias como fotografía, vestuario, publicidad, utilería, etc.

Todo lo que enumero hasta aquí es imprescindible para que exista una comunidad teatral. Y no importa si hay una asociación o cinco.

Una gala del teatro que consiga reunir toda esa variedad, todos esos submundos, sería inabarcable. Pero una asociación de empresas teatrales tiene, sin duda, un buen muestrario de todo ello. ARES lleva diez años presentando a sus artistas, jefes, colaboradores y simpatizantes, con representación de profesionales no alineados. El peso de las actuaciones lo llevan las compañías que forman la Asociación. Arduo trabajo, alternar números, transiciones, premios, parlamentos protocolarios, más transiciones, números y premios... salpicado de aplausos.


La gala de ARES pretende ser la gala del teatro aragonés. Bien, entonces ¿por qué algunos no habíamos estado en ninguna de las ediciones anteriores?

La gerente de la Asociación me ha hecho llegar cada año la invitación, e incluso me ha telefoneado para decírmelo de palabra. ¿Hacía yo un desaire a mis compañeros de oficio si no iba? Más bien les hacía un favor no apareciendo por allí, porque no podía responder de mis impulsos ante la presencia de algunos individuos.  ¿Quienes son? No importa, cada cual tiene su lista personal de enemigos irreconciliables y sus razones para no sentirse representado en la gala. Porque una gala tiene eso, que es interclasista para lo bueno y para lo malo.


Este año nos hemos encontrado allí algunos que no acudíamos nunca. Habrá que felicitar a ARES por haberlo conseguido. Una compañía miembro de la otra asociación empresarial, fue reconocida por su antigüedad, varios premiados no teníamos mayor relación con ARES. Puede que eso pase todos los años, pero la lista de los colegas que confesaron acudir por vez primera es larga.


A veces una cía emplea los cuatro minutos encomendados a presentar una escena de la obra que tiene en promoción. Grave riesgo, pues en una gala no todo encaja, y uno se arriesga a dar una pobre impresión, por más que esté llamado a más altos honores. Lo sé porque, bambalineando, se atisban estas cosas.

Es difícil hacer una gala en el Principal. Oigo opiniones diversas que no puedo confrontar porque no la vi. Los reporteros de prensa sí, y debieron darse prisa para cerrar las páginas de Heraldo de Aragón y del Periódico de Aragón:





















La noche del martes al miércoles, exactamente a las 0.15 del miércoles, Aragón Televisión trasmitirá la gala completa. Supongo que después se podrá ver A la carta.  Yo casi que no digo más. Bueno sí, que los fotógrafos de la gala, Mai Ibargüen y Fernández Minaya, hicieron un trabajo olé!










Una alegría encontrar viejos amigos. Los políticos presentes, en sintonía. El Somontano final, fino.

Gracias.

23 de marzo de 2018

X Gala del Teatro en Aragón

Desde hace 10 años, la asociación de empresas teatrales ARES organiza una gala en el Día Mundial del Teatro, que es una celebración con  reconocimientos y reivindicaciones. Este año la presentan así:
    
    La Gala del Teatro la concebimos como un encuentro con el ciudadano donde exponemos nuestros sueños y anhelos con un lenguaje cargado de humor y un análisis crítico positivo. Un ágora para la profesión y nuestra proyección que nos facilita la aproximación al resto del gremio, las instituciones y la ciudadanía en general.  
    El teatro es un arte que se nutre del resto de disciplinas artísticas como la música, la poesía, el cine, la moda… por ello en nuestro día, todos ellos están presentes junto a nosotros. Por el escenario pasan una buena muestra de los artistas de nuestra tierra, leemos el Manifiesto del día Mundial del Teatro y un Manifiesto propio de nuestra Asociación y otorgamos los Premios ARES a los profesionales del sector aragonés, a la proyección nacional e internacional y a la iniciativa social y ciudadana en defensa de la educación y la cultura.


Premio Pedagogía Teatral a la PAI 
Premio Escenotecnia a Toño Candela
Premio Revelación a Javier Aranda 
Premio Aragoneses por el mundo a Antonio Duque, quien también leerá el Manifiesto del Día Mundial del Teatro
Premio Honorífico a Pilar Doce y Carlos Vega 
Premio a la Trayectoria a Luis Felipe Alegre 
 Premios al Trabajo: a Che y Moche por sus 20 años, a Tranvía por sus 30 años, a Titiriteros de Binéfar, por sus 40 años.



13 de marzo de 2018

Más o Menos Juglares: 25 años ha

Este viernes tenemos noche nostálgica en Arbolé.


Conmemoramos que hace 25 años se hacía el programa Más o Menos Juglares y, dentro de él, las sesiones "especiales"donde reunimos a los cantores de romances de ciego. Todos (±) profesionales de la escena y la calle y todos (±) en activo. 


Buscábamos el eslabón y el puente de una tradición narrativa-musical-poética-teatral...Buscábamos a Homero.

De aquellos romanceros que estuvieron en la primera sesión (en la segunda se sumaron más) veremos  a los señalados en esta foto de 1994

En rojo, arriba: Javier Tárraga, Jaume Arnella; abajo: Salvador Lucio, Luisfelipe,  Iñaqui Juárez.
También conmemoramos los 10 años del nuevo Teatro Arbolé en el Parque del Agua. Pero ahora el recuerdo se centra en aquel viejo Arbolé del Actur. 

Al poco de abrir,  Iñaqui Juárez y los suyos comenzaron el experimento de hacer sesiones de café teatro, o café concert, a ver qué pasaba. El nivel era alto (los sicilianos Mancuso, el colombiano Jorge López, los argentino-extremeños de Sauco, Chicho...) y atraía a un público iniciado y curioso.

Entonces, tres colectivos de Zaragoza (Arbolé, El Silbo y Caracola) montamos MÁS O MENOS JUGLARES. No hubo dificultad en ponernos de acuerdo. Arbolé aportaba su personal especializado: Iñaqui Juárez, Pablo Girón, Carmen Sallén , creo que Roberto... y Pilar Juárez.

Otro colectivo era Cultural Caracola, que editaba libros y una revista de igual nombre y pareja belleza que aquella andaluza a la que homenajeaba: Caracola. Sus socios eran Carlos Grassa Toro, Fernando Lasheras y Esteban Villarrocha. Tras ellos las pedagogas Pilar y Carmen, la imprenta Sansueña...

El equipo que aportaba El Silbo contaba con Carmen Orte, Goyo Maestro, Jesús Lou, Pilar Trillo, Ana Abán, y yo, Luisfelipe.

Cómplices con los grupos, colaboraban asiduamente -que recuerde ahora-: Helena Santolaya, Jordi Pinar, Helena Millán, Eugenio Arnao, Adolfo Ayuso, Cristina Lartitegui, Ángel Vergara, Toche, Mario Gros, Concha... amén de familiares y amigos sin vinculación laboral con la casa.


La simbiosis funcionaba. 
El Silbo y Caracola ya habían colaborado en alguna tarea extraordinaria, como inaugurar la sección infantil de la Biblioteca de Aragón. 
Éramos devotos de Javier Villafañe.




Arbolé y El Silbo llevaban ya una década de relación intermitente. Relación que, en sus primeros tiempos tuvo que ver con el teatro de guerrilla. El cartel lo recuerda. Trabajábamos anónimamente y, al núcleo fijo (Goyo Maestro, Carmen Orte, Iñaqui Juárez, Luisfelipe, Domingo Castillo y Lorenzo) se sumaban artistas en ciernes (Azucena Gimeno, Carmen Sallén, Alicia Rubio). Del pasacalles inicial a la actuación escénica, se sucedían bailes, proyecciones, sombras, músicas...                                                                  Leíamos a Piscator.                                                                                Diez años más tarde nos metíamos juntos en otra locura: 







Las doce sesiones del primer año fueron duras. En la sala cabían menos de cien espectadores. Los organizadores pagábamos la entrada, intentando cuadrar cuentas, aunque con el bar se recuperaba bastante.
Tras las funciones hacíamos el trasnoche con los artistas presentes que quisieran salir al escenario. Bien; teníamos lo que nos gustaba, artistas y formato. Lo estábamos haciendo a nuestra medida. Y los artistas estaban cómodos en el escenario. Sentían, respiraban la ebullición emocional en aquella sala a presión. Después se sometían a la crítica del público, con frecuencia muy puntillosa.







No es que en Zaragoza no ocurriera nada y nosotros, investidos con la vara mágica de la programación ideal, fuéramos, lanza en ristre, a reparar el honor de los marginados por el staff. Qué va! Zaragoza seguía siendo una de las ciudades españolas más reconocidas por su -como hoy se dice- oferta cultural. Existía el Teatro del Mercado, creado la década anterior por iniciativa de La Ribera, que admitía otras teatralidades; por el Principal pasaban artistas de la talla de Marcel Marceau; La Garbosa recuperaba los bailes de salón en la Rotonda de Delicias, espacio predispuesto para músicas alternativas; En la Frontera, que era el programa vanguardista oficial, sobrevivía guadianescamente; los cinéfilos veían Fresa y chocolate, y tenían desde las salas X, hasta los ciclos  que el Instituto Francés daba en el Elíseos; en La Saganta se mostraba cierto espíritu juglaresco con los cantores brassenianos y milongueros, con el jazz también; había variopintos restaurantes con espectáculo, como el Naútico, el Garden, o la Hostería del Cardenal, en La Cartuja; a veces el escenario era un autobús lleno de futbolistas que mostraban una copa al público que aplaudía en las calles... 
Solo que nosotros preferíamos otra cosa (¿menos 
centralizada?).
                                                                 

La prensa nos trataba bien. Gordón y García Crespo estaban siempre atentos a llevar noticia del programa a sus redacciones respectivas. Y Plácido Serrano, en su radiofónico Café con Pólvora, entrevistaba a los artistas.

El segundo año nos echó un cable Ibercaja. Los organizadores ya no pagábamos la entrada. Traíamos artistas de América (Ariel Prat), de Cataluña, de Galicia... Hacíamos cosas raras, como montar una cadena de acciones por la ciudad para homenajear a Bartolomé Ferrando, o empapelar la sala para Esperanza Abad... Y se hablaba de Menéndez Pidal y de Martín de Riquer.



                                              


El tercer año, el Ayuntamiento aportaba la misma cantidad que Ibercaja. Varios artistas venían de lejos, para aprovechar el viaje podían actuar en algún pueblo. Javier Lambán era el diputado de Cultura en la DPZ y aceptó la colaboración. A los tres organizadores iniciales se sumó la Asociación de Gaiteros de Aragón, que ya colaboraba activamente en el trasnoche con sus chicotenes y gaitas que, aunque sonaban hasta el amanecer, nunca molestaron al vecindario, pues la sala estaba endiabladamente insonorizada; el propio Iñaqui se asombraba de ello.
                           
                                         
Goyo, Esteban, Llorenç Barber, Fátima Miranda, Iñaqui, Bartolomé Ferrando, Ana Abán, Mariano Anós, Luisfelipe

En la cuarta edición, la del 95, pretendimos trascender en dos ámbitos marginales del teatro. Por una parte, queríamos potenciar el arte, emergente en Aragón, del contador de cuentos; por otra, reunir a los epígonos del romancero de ciego. En ambos casos, sumados a los locales vinieron colegas de las dos Castillas, Madrid, Valencia, Cataluña, Andalucía, Galicia, Francia... Los elencos se presentaban también en el recién abierto Parque Delicias, o en el Monasterio de Veruela...
Decíamos:
"La variedad de la familia juglaresca es tan rica en la actualidad como lo fue, en su conjunto, en siglos anteriores. Hoy como ayer, vemos al hombre de comedido equipaje y mucho camino presentarse ante otros hombres para contarle las leyendas de su tierra (...) Hoy como ayer, hay juglares que intentan reconstruir los ambientes de "aquellos tiempos" en que se contaban "aquellas cosas", y juglares que están "a la última" y experimentan con fonéticas, sonidos y frecuencias (...) Podemos oír a rapsodas, trovadores, copleros y rondadores, decir los versos de hoy y de ayer (...) Cuando a un cantor, contador, declamador, tañedor de instrumento, jugador de manos, o exhibidor de otras habilidades se le denomina "juglar" es porque ha trascendido su oficio.
No hay gremio de juglares. Los que quizá lo son se encuentran camuflados en cofradías titiriteras, musicales, literarias... El espíritu juglaresco es una llama que calienta un poco hacia muchos rincones".








Esta fue la última edición de MÁS O MENOS JUGLARES. Con un presupuesto de 3 millones de pesetas seguíamos sin ninguna ganancia y con alguna pérdida, la furgoneta de Arbolé hacía viajes al centro para llevar a los trasnochadores, trabajábamos a destajo y nos desalentaban algunas dificultades e imprevistos.


Como cerrando un círculo, los de Caracola recuperaron para el cartel las figuritas que animaban el de la primera edición. Eran guerreros de un bronce chino de hace 2500 años. Lasheras los había transformado en juglares...
Creímos haber completado un ciclo.Habíamos muerto de éxito, pero ya sabíamos, más o menos,  lo que eran los juglares.