31 de julio de 2013

CERNUDA RECITA A CERNUDA




El pasado sábado estrenamos Cernuda recita a Cernuda, un encargo de Olifante para el  Festival de Poesía Moncayo que conmemoraba el cincuentenario de la muerte de Luis Cernuda. 

En el escenario de la iglesia del Monasterio de Veruela, estuvimos precedidos por las actuaciones musicales de Mamen Franca y Ana Segura, Luigi Maráez, Âlime Hüma, Brendan Travis y Leslie Dowdall, Carolina Otero, Ana Muñoz, Angie Ruiz y Ana Segura, e Ingrid  Magriñá. Antón Castro presentó las actuaciones con palabras cariñosas para todos.
Aquí damos una sinopsis de la obra y algún comentario que nos surge al hilo de la función realizada y de los comentarios formulados por espectadores. También adjetivamos en positivo algunas cosas de nosotros mismos que nos han gustado.


 Cernuda recita a Cernuda

Encontramos a Cernuda (Luis Felipe Alegre)  en el Auditorio de la Universidad de California en Los Ángeles. Próximo a regresar a México, con 60 años (la edad con la que mueren los miembros de su familia), prepara una lectura de despedida.
Un grupo musical  –también fruto del exilio- se ha ofrecido a acompañar su lectura. Ellas son: Dolos, que toca el violoncelo, Carmen (Orte), voz y guitarra, y Mónica (Papalía), piano. 
La obra transcurre durante uno de los ensayos previos: Cernuda, solo en el auditorio universitario, ensayando las palabras previas al recital que nunca acaba de corregir. 
Dolos aparece con su violoncelo  y pone  una habanera de  Ravel  como fondo a “Aplauso humano”, que comienza: "Ahora todas aquellas criaturas grises / Cuya sed parca de amor nocturnamente satisface / El aguachirle conyugal, al escuchar tus versos, / por la verdad que exponen podrán escarnecerte."


Y de Hindemith a “Es lástima que fuera mi tierra”. Dos textos muy duros, de sintaxis endiablada, con frases que pueden ocupar toda una estrofa, con poco margen de respiración en los encabalgamientos abruptos. La pieza de Hindemith también tenía bemoles.



Llega Carmen y canta “Un hombre con su amor”, que desconcierta al poeta porque tiene aire de bolero.
En cambio se entusiasma con los versos de “Hablando de Manona” hechos canción. 

Cernuda intenta ser sincero en los agradecimientos, en la valoración musical de lo que escucha… pero el diablo que lleva dentro aparece cuando le traen la correspondencia del día, provocando una desagradable tensión al desvelarse los remitentes. Cernuda se retira a leer la carta enviada por Octavio Paz. 

El trío, aprovechando el impasse,  se pone a ensayar otro repertorio; los compases de “El relicario” llevarán al poeta a recordar sus pasos juveniles por el teatro.

Vueltos a la normalidad de su ensayo, abordan dos números dobles: el poema “Peregrino” (“¿Volver?” comienza el poema) con el tango “Volver” y “Despedida” (“Adiós, / muchachos que nunca fuisteis compañeros de mi vida, / Adiós”, comienza) con “Adiós muchachos”. 


La poesía de Cernuda se muestra con cierto contexto musical de su época. La impronta de Mónica Papalía, como pianista invitada, eleva el tango gardeliano a su máxima potencia y la obra acaba en alto, muy alto, al menos musicalmente hablando.


Fuentes, o así

El guión está inspirado en algunos momentos biográficos de Luis Cernuda.
Carlos Peregrín Otero narró los días de Cernuda en la Universidad californiana de Los Ángeles. Es cierto que Otero presentó a Cernuda en una lectura pública.

Las palabras poco afectas a los recitadores recuerdan el recital que viera Cernuda en Londres, donde una célebre recitadora se quedó de piedra en el escenario al ver cómo el poeta abandonaba el teatro mientras ella decía sus versos.  Lo contó Gregorio Prieto.

Cernuda mostró ternura –lo que no era normal en él- en su relación con los hijos de Paloma Altolaguirre. Carmen Orte ha recreado espléndidamente un aire de canción infantil para los versos a Manona:


Manonita, Manona

Ahora has aprendido

Cómo el aire, de pronto,

Se lleva los amigos,

Y así

Tú estás ahí

Yo estoy aquí.


La correspondencia de Cernuda, profusa y poco protocolaria, ha sido fundamental para reconstruir sus pasos. Con motivo del Festival, Olifante ha reeditado (la primera edición la hizo Trini con Guinda en la colección Puyal, en los 70) las cartas a Fernández  Canivell. Por otro lado, los  desterrados  mantenían comunicaciones lejanas, que entonces eran por carta, telegrama, y muy poco teléfono. Las relaciones  con Vicente Alexandre se tornaron irreconciliables en 1960, cuando éste comunicó por carta a Cernuda la muerte de una hermana.
 
El motivo de la escena con “El relicario”, lo da Isabel García Lorca, que en un hotel de Vermont sorprendió a  Eugenio Florit y Cernuda enseñando a una alumna cómo se cantaba la canción. 
En el teatro, Luis Cernuda hizo algunas incursiones. La última como actor debió ser en Mariana Pineda, en la guerra, como homenaje a Lorca. Dirigía Manuel Altolaguirre, los figurines de Vitín Cortezo y Cernuda en el papel de Pedro de Sotomayor. La crítica fue inmisericorde y no es de extrañar que el poeta se retirara de las tablas. Pero su afición teatral no se limitaba a la actuación, también durante la guerra escribe dos interesantes artículos sobre teatro en El Mono Azul. Explicó el teatro español y francés del siglo XVII en la Universidad Autónoma de México. Ah! y escribió una pieza teatral: El relojero o la familia interrumpida. Cernuda sabía, pues, de la composición de un personaje. 
Cernuda gustaba del trato con las mujeres que le seducían por su inteligencia, en esa clave hay que leer la relación con las intérpretes en la obra.
Como guía se han seguido los dos tomos de la última y más completa biografía de Cernuda, escritos por Antonio Rivero Taravillo, especialmente el II (Luis Cernuda: años de exilio, 1938-1963. Tusquest, 2011). 
En la construcción del personaje, se ha atendido al decoro del que siempre hizo gala Cernuda.  El recitador ha estudiado todas las grabaciones con la voz del poeta, declamaciones casi neutras, con la voz dirigida hacia libro más que hacia el micrófono.Pero, si, ciertamente coloquial.
Para la recitación se reservó el lugar del escenario donde normalmente está el atril del orador solista. Aquí sin atril, con las hojas en la mano, obligado el actor a cierta inmovilidad gestual. El cuello como iniciador de las partes del discurso.

Las fotos de arriba creemos que son de anandorproducciones. Gracias.

Manolo Gálvez y Luisfelipe

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