Viaje Medieval (2001)


EL SILBO VULNERADO
cuenta su
VIAJE
a la nueva época 
MEDIEVAL

y los curiosos hechos
que en las fiestas y mercados medievales
acontecieron.

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Los juglares modernos de El Silbo Vulnerado salen de viaje para hacer su representación, pero en el camino se encuentran con una serie de pueblos donde pasan cosas que parecen cómicas. Y van a explicar en su obra los nuevos usos que se han puesto de moda y que protagoniza un gentío que finge ser MEDIEVAL. 
La cosa no tendría mayor interés si lo hiciesen actores. Pero no, qué va, son los propios vecinos que, sin cobrar ni nada, se disfrazan y hacen remembranza de bodas, mercados y gestas medievales.
El viaje por las fiestas medievales de esos pueblos, servirá como excusa para visitar algunas páginas exquisitas de los albores de la narrativa española.
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Luis Felipe Alegre
es el juglar que cuenta, o representa, las historias 

Arelys Espinosa
hace las músicas y las toca a la guitarra

Carmen Orte
es la juglaresa que canta y se acompaña de zanfona y rabel

Raquel Arellano
lleva la iluminación¨
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Germán Díez
pintó la escenografía.
Helena Millán
hizo los títeres de El Cid y Alfonso VI
José Luis Romeo
compuso la música de La jura de Sta. Gadea

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Una producción de El Silbo Vulnerado para los Programas Didácticos de Ibercaja, 2001

Carmen Orte, Luis Felipe, Arelys Espinosa. Foto: Raquel Arellano, 2001

Viaje por la narrativa castellana medieval

En este viaje, vamos a encontrar algunas narraciones divulgadas, escritas o traducidas, en los siglos XIII y XIV.

La épica y el romancero
De muchos hechos históricos medievales, tenemos noticia por la historia escrita (hasta el s. XIII, sólo en latín) y por la historia oral. Ambas, a lo largo de los siglos, se alimentaron mutuamente. Hubo cronistas que recurrieron a los juglares para escuchar las viejas leyendas tradicionales y transcribirlas en prosa en sus libros de historia, como hizo Alfonso X. Igualmente, el romancero y la épica novelesca se alimentaron de la historia escrita para recrearla. 



De la poesía épica tomamos la "Huida del Rey Marsín", romance carolingio derivado de un cantar de gesta sobre Roncesvalles. En él se narra la batalla entre las huestes cristianas de Carlomagno y las musulmanas de Marsín, rey de Zaragoza. De este episodio legendario nació en Francia la Chanson de Roland.

En España, los hechos que acontecieron en el imperio de Carlomagno produjeron infinidad de romances, algunos de los cuales se han seguido cantando en la península y en las comunidades de judíos sefarditas dispersas por el mundo. También cantamos el "Romance de Baldovinos". Las melodías están tomadas del Romancero Panhispánico, recopilado por José Manuel Fraile y editado por TecnoSaga.

Aunque el principal monumento de nuestra épica es el Poema de Mío Cid, aquí, en este viaje, traemos solo su recuerdo a través de un romance viejo, "La jura de Santa Gadea", de finales del XV. Viene a ser una prueba de la tradicionalidad de nuestra épica, uno de los rasgos que la caracteriza, junto a los de su historicidad y su realismo.

El "Romance del prisionero"  y el sefardí de "Las tres hermanas" completan la presencia del Romancero en este viaje.

La prosa didáctica


Para conseguir una forma artística de expresión escrita, la prosa medieval tuvo dos patrones a imitar: el árabe y el latino.

La lengua árabe venía influyendo sobre las lenguas vernáculas (en especial sobre el leonés) en el período preliterario, a través de los mozárabes. También, fuera por vía oral o por escrito, se fueron difundiendo relatos muy antiguos, que desde Oriente habían pasado a los árabes. Ya en el s. XII, Pedro Alfonso en Disciplina Clericalis tradujo varios al latín.

La enseñanza de la ética en la cultura islámica usaba de los libros de sentencias que, desde la máxima hasta el relato breve, ejemplificaban los caminos hacia la sabiduría.

Por otro lado encontramos la influencia de los sermones, nacidos cuando los clérigos vieron la imposibilidad de hacerse entender en lengua latina y empezaron a usar la lengua vulgar. 


Como los eclesiásticos aprendían las Artes predicandi (legere, disputare y praedicare) el contenido religioso del sermón tendría tal construcción artística que influiría en la prosa de la época. 

La alegoría se convierte en recurso frecuente para explicar el orden que Dios ha impuesto en el mundo. La alegoría, también muy presente en la iconografía medieval, se compone de una serie de metáforas continuadas:

Se parte de una primera analogía: TR = TI (Término Real = Término Imaginario) que encierra unas connotaciones de las que derivan las demás: tr1 = ti1, tr2 = ti2, tr3 = ti3… 

                                      

La "Alegoría de los peligros del mundo"  que oiremos sobre el escenario figura en Calila e Dimna, traducido al castellano a mediados del siglo XIII, momento en que las universidades y, sobre todo, las escuelas de traductores (Ripoll, Zaragoza, Tarazona, Pamplona, Toledo) hacen posible la transmisión del pensamiento de Aristóteles, Averroes o Maimónides, del saber oriental desarrollado por las escuelas andalucíes y la reelaboración de la tradición clásica. Entre las primeras obras mandadas traducir al castellano, probablemente del árabe, por Alfonso el Sabio, encontramos Calila e Dimna, libro de sentencias y enxempla (relatos breves de intención didáctica) con personajes y motivos argumentales usados para engarzar las historias. Aunque alterando el orden de los párrafos , seguimos la edición de Juan M. Cacho Blecua y Mª Jesús Lacarra en Clásicos Castalia.

En el siglo XIV, Juan Manuel prosigue la tradición oriental con su Libro de Patronio o El Conde Lucanor, tomando también motivos de fuentes clásicas y de la vida española del momento. Aquí se cuentan –a la manera de los juglares- los titulados "Lo que sucedió a un honrado labrador con su hijo" y "La sentencia que dio un cardenal a los canónigos de París y a los franciscanos".

El Mester de Clerecía


A partir del siglo XIII se manifiesta este género de poesía narrativa, de carácter culto y finalidad didáctica, que era leída en público. Sus autores son clérigos vinculados a monasterios y poetas de amplia formación cultural, que tienen en la cuaderna vía (cuatro versos alejandrinos, con hemistiquio de 7 + 7 y rima en consonante) uno de sus signos de distinción frente a la métrica anisosilábica y asonante del mester de juglaría.

El auge de este género estaría vinculado a múltiples factores. Entre otros: la expansión de los reinos cristianos hacia el sur, las tensiones que el desarrollo económico provoca en la sociedad de la época, y la aparición de las órdenes mendicantes. El mester de clerecía buscará recuperar la atención del pueblo, analfabeto e ignorante del latín, haciendo una literatura para entretener y adoctrinar basada en fuentes escritas.

Gonzalo de Berceo escribió obras de carácter religioso (en esa época se difunde el culto mariano) pero otros autores abordarán temas épicos (Poema de Fernán González), novelescos (Libro de Apolonio), legendarios (Libro de Alexandre), o de crítica social (Rimado de Palacio, de Pero López de Ayala, ya en el siglo XIV).

Obra cumbre es el Libro de buen amor , de Juan Ruiz, arcipreste de Hita. Un relato de aventuras amorosas en forma autobiográfica, con enxiemplos, poesías líricas, disquisiciones y sátiras. De él tomamos la parte que refiere De como, por naturaleza, humanos y animales desean la compañía del sexo contrario.

Novela de caballerías


Este género narrativo en prosa, muestra los ideales caballerescos representados por un héroe. Recibe la influencia de leyendas europeas que se agrupan en tres materias: la antigua ( Troya, Roma), la francesa (Carlomagno y los doce pares) y la de Bretaña (Arturo y los caballeros de la mesa redonda). En castellano, el libro más conocido es Amadís de Gaula y, en catalán, Tirant lo Blanc..

El Libro del Caballero Zifar , hacia 1300, se considera la primera novela de caballerías escrita en castellano y, según González Muela: “es una vida de un santo, es una traducción del árabe, tiene que ver con la ‘matière de Bretgne’, es un tratado de educación de príncipes, es una ‘novela’ realista, es un ‘romance’ fantástico, es una novela bizantina, es un ‘sermón universitario’ y mucho más.” De este libro, contamos en el escenario el enxemplo de Los dos amigos, un relato de tradición oriental, que ha sido recontado por numerosos autores. Mª Jesús Lacarra recuerda que “la amistad es uno de los temas clave de la narrativa oriental, pero también del discurso ético de los hispano-hebreos, como lo era de los libros sapientales bíblicos”.

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Pinturas escenográficas realizadas por Germán Díez para Viaje Medieval:










































 


























Recordatorio escolar

Raíces del Castellano

El idioma castellano nace en la Edad Media, a la par que las otras lenguas romances de la Península.

El latín culto permanecerá toda la época medieval como lengua escrita y de uso en lo religioso y político. Mientras tanto, se van formando las lenguas romances sobre la base del latín vulgar y condicionadas en su desarrollo por las circunstancias históricas de sus territorios.

A partir del siglo V, con las invasiones germánicas, comienzan las divisiones territoriales en la Hispania romanizada, lo que facilitará la diversificación del latín hablado en la Península. Se introdujeron germanismos (guerra, estribo, guardia, guisa, espetar, guiar…) .

Con la llegada de los musulmanes en 711, se inicia un contacto con la lengua árabe que durará ocho siglos. El pueblo hispano-godo que permanece en las tierras conquistadas, creará su propio dialecto, el mozárabe, que en la escritura tendrá caracteres árabes, aljamiados.

El árabe enriqueció el léxico de los jóvenes dialectos peninsulares con miles de términos nuevos, arabismos, sobre todo en lo referente a los campos en que brilló la cultura islámica. Así, en la construcción de edificios: alcoba, zaguán, albañil, tabique; en matemáticas: cifra, álgebra, cero; en agricultura: acequia, aljibe, alcachofa, berenjena, zanahoria; en lo relativo a la administración: alcalde, alguacil, aduana…

A finales siglo X en el norte de la península se hablaba: gallego-portugués, asturiano, leonés, castellano, navarro-aragonés, catalán y vascuence o euskera (lengua milenaria anterior al latín).

A partir del siglo XI, por el Camino de Santiago comienza la entrada de galicismos (mensaje, doncella, fraile, monje, mesón, dama, paje, galán…) que irán aumentando con la reforma cluniacense y las relaciones de los reinos hispanos con Occitania

A todo esto, hay que sumar los cultismos , palabras desusadas, que no han tenido la evolución fonética del latín vulgar, recuperadas de los libros para su uso literario. Frígido, íntegro, vocación, prólogo o teatro, son palabras nuevas en el castellano del siglo XIII.

Algunos rasgos diferenciales del castellano 

- Diptongación de las vocales latinas breves tónicas e y o en ie y ue (terra tierra; bonus bueno).
- La f inicial de algunas palabras latinas se convierte en h aspirada (fugio huir). La aspiración se iría perdiendo hasta quedar la h actual que no pronunciamos.
- El grupo li + vocal evoluciona hasta convertirse en j (muliere mujer)
- Los grupos consonánticos iniciales cl, fl y pl se transforman en ll (clave llave, flamma llama, pluvia lluvia).
- El grupo sci se conviete en z (asciata azada).
- Transformación de los grupos ct y (u)lt en ch (lacte leche, multitudo muchedumbre). 

Poesía oral y literatura 

Se ha querido ver una correspondencia entre los géneros literarios medievales y la estructura social de la época. Así, la Iglesia produce obras de carácter religioso, erudito y moral, en latín y, a partir del siglo XIII, en lengua vulgar. La nobleza estaría vinculada a la poesía épica y, más adelante, a la lírica cortesana y a los relatos de aventuras fantásticas. Artesanos y mercaderes irán constituyendo la burguesía de las ciudades, teniendo el relato satírico como género preferido. El pueblo oiría los poemas épicos por boca de los juglares y participaría de una poesía popular que, al menos, estaría presente en los cantos con que se acompañaban las danzas.

En general, todo lo que se escribe y canta estaba guiado por un afán pedagógico y moral, basado en una visión religiosa del mundo, como un conjunto armónico en que todo está regido por un orden jerárquico establecido por Dios.

La poesía sería la primera manifestación artística que produjeron los nuevos idiomas. En palabras de Ángel del Río: “El sentimiento personal, fuente de la lírica, o el heroico-nacional, origen de la épica, preceden a la conciencia social y al pensamiento”. Se distinguen tres tipos de poetas: el juglar, difusor de la poesía oral; el clérigo, recopilador de saberes antiguos y creador de una poesía escrita; y, posterior a éstos, el trovador, que escribe versos para ser cantados.

Una de las peculiaridades de las primeras producciones, líricas y épicas, es su carácter oral, es decir que nacían para ser escuchadas. De ahí la importancia de los juglares en el desarrollo del idioma y, por la difusión de las hazañas de los héroes, en la formación de una cierta conciencia histórica colectiva.

Según Menéndez Pidal, el juglar ejercía tres clases de arte. Uno sería el suyo propio, personal. Otro, el de adaptador de obras anónimas vulgarizadas, que refundía a su gusto. El tercer arte sería el de intérprete fiel de las obras creadas por los trovadores. 

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