Entremés de las Fuentes del 'Quijote' (2005)

Este trabajo llevó 10 meses de preparación exhaustiva. Se estrenó en enero de 2005, conmemorando  los 400 años de la edición de la 1ª parte de El Quijote, dentro de los Programas Didácticos de Ibercaja.
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PASO DEL QUIJOTE, O ENTREMÉS DE LAS FUENTES 
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Por la compañía juglaresca
EL SILBO VULNERADO
Con
Carmen Orte / Ana Fernández
 Raquel Arellano
Eugenio Arnao
Luis Felipe Alegre



Música original: Arelys Espinosa
Escenografía: Germán Díez
Utilería y vestuario: Karlos Herrero y Carla Giampaolo
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Asesor literario: Ángel Lahoz
Asesor de producción: Alfredo Sáez
Asesora teatral: Ana Fernández
Ayudante de realización: Antonio García
Técnico de grabación: Faustino Cortés
Diapositivas: Raquel Arellano
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Guión y dirección: Luis Felipe Alegre
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Con agradecimiento a la familia del artesano Plácido Lasarte, que realizó el escudo labrado en chapa que se muestra en escena.
Con la colaboración de Helena Millán, Ignacio FortúnPaula Ortiz, Rosa Mª Delgado  y la compañía Dies Irae.
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Una producción de El Silbo Vulnerado S.L.
para la
Campaña de aproximación a los textos clásicos sobre las fuentes de El Quijote
Programa didáctico de Ibercaja para escolares

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Índice de textos

Habla  Necedad
(Elogio de la Locura , Erasmo de Rótterdam)
“Los filósofos naturales, buscan...”
(Examen de ingenios, Huarte de San Juan)
La prueba del vaso
(Orlando Furioso, Ludovico Ariosto)
Canción de la mosca y la mora
(Tradición oral)
“El dulce lamentar…”
(Égloga I, Garcilaso de la Vega)
Refranes
(Tradición oral)
“Cuando la asonada de Oriente...”
(Belianís de Grecia, Jerónimo Fernández)
“El caballero de Cupido...”
(El caballero de la Cruz)
“Yo soy la doncella...”
(Amadís de Gaula, Garci Rodríguez de Montalvo)
“Vos, gentilhombre, que recibís...”
(Tirant lo Blanc, Juanot de Martorell))
“Non debe ser caballero...”
(Segunda Partida, Alfonso el Sabio)
Romance de la Constancia
(Romancero)
El caballo y las armas
(Basado en un texto de Luis A. de Cuenca)
“Aquel que ves allí enfrente...”
(Arcadia, Lope de Vega)
“Nos dice la historia que Perceval...”
(El cuento del Grial, Chrétian de Troyes)
“Caballero, si a Francia...”
(Romance de Gaiferos)
“Vengue tan gran maldad...”
(Palmerín de Inglaterra)
Descripción del Endriago
(Amadís de Gaula, Garci Rodríguez de Montalvo)
“La fama, la más veloz de las plagas...”
(Eneida, Virgilio)
“Todos los bienes del mundo...”
(Canción, Juan de la Encina)
“Non se os haga tan amarga...”
(A la muerte del maestre..., Jorge Manrique)
“Verdad es que he escrito...”
(Arte Nuevo de hacer comedias, Lope de Vega)
Entremés de los romances y
Romance del amante apaleado (fragmento)
(Ensaladas de romances)

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Recordatorio escolar

EL SIGLO DE ORO 

Con esta expresión se conoce un periodo de la literatura española que comprende todo el siglo XVI y parte del XVII, hasta 1681, en que muere Calderón de la Barca. Bien mirado serían casi dos siglos, aunque la locución usual -ya desde el s. XVII, en el que la inventaron para referirse al siglo anterior- sea en singular.
Garcilaso de la Vega, Lope de Rueda, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, fueron algunos de los grandes autores que precedieron al nacimiento de Cervantes en 1547. Después, en el mismo siglo nacerían Vicente Espinel, los hermanos Argensola, Góngora, Lope de Vega, Quevedo, Calderón y Gracián, por citar sólo los más conocidos.
En el periodo referido se desarrollan, bajo los reinados de Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y parte del de  Carlos II, el Renacimiento, el Manierismo y el Barroco.
El Siglo de Oro español comienza con la gloria de un imperio que progresivamente entra en decadencia mientras  las artes alcanzan un esplendor nunca igualado. 

LOS LIBROS DE CABALLERÍAS COMO PROBLEMA NACIONAL

Durante todo el siglo XVI se suceden las  quejas y censuras contra los libros de caballerías. Pero Carlos I disfrutaba con su lectura y con cuanto tuviera que ver con la vida caballeresca; su abdicación y retiro al Monasterio de Yuste se ha especulado que fueran actos  inspirados por las Sergas de Espladián.  No obstante, en 1531 se prohibió la exportación de estos libros a América,  pero fue en vano y siguieron llegando de contrabando.
Había que desterrarlos, según escribió Diego Gracián en 1552, “porque las patrañas disformes y desconcertadas que en estos libros de mentiras se leen, derogan el crédito a las verdaderas hazañas que se leen en las historias de verdad”.
Desde 1555 y hasta el fin de su reinado, Felipe II pudo controlar las ediciones en Castilla, no así en el resto de España, donde la autoridad real estaba limitada por los fueros y privilegios propios de cada reino. Con Felipe III, que comienza a reinar en 1598 se diluyeron las restricciones.

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Cervantes pretende con el Quijote desterrar la lectura de los libros de caballerías. Pero no, propiamente, los libros de caballerías en sí. Pues una cosa era leerlos como entretenimiento o evasión de lo cotidiano y otra cosa era creer sus mentiras. Y es que, para asegurar el engaño, sus autores los hacían pasar por crónicas halladas en lejanos lugares y traducidas para divulgar la grandeza de los héroes que se inventaban.
En su intención, Cervantes ya había sido precedido por muchos autores, pero su originalidad reside en escribir un libro recreando los propios textos que quiere desacreditar. De esta manera, puestos en otras bocas que dan por cierto lo que es ficción, consigue su propósito de escarnecer a los seguidores de aquellas historias fabulosas y su estilo afectado.
Los lugares comunes de la materia caballeresca que convergen en romances, libros de caballerías y comedias le sirven a Cervantes para cumplir sus objetivos de burla y sátira.

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Hoy día nos resulta difícil entender que aquellas historias fabulosas fueran creídas por alguien. Pero pensemos que quizá dentro de cuatro siglos nuestros descendientes también se asombren al saber que en el año 2005 millones de personas creían todo lo que veían en la televisión. Cuando Cervantes arremete contra los libros de caballerías lo hace contra:
-El libro-fórmula.
-La mentira que se vende como verdad.
-El desprecio al legado intelectual y artístico del pasado.
-La glorificación de héroes extranjeros inexistentes.
-Modelos de relación amorosa que llevaban al desamparo de mujeres y niños.
-El menoscabo del pensamiento.
-Los malos poemas que “cantados encantan y escritos suspenden”.
-El estilo hinchado y redundante.
 Como vemos, si quisiéramos seguir con el paralelismo entre la literatura caballeresca y los contenidos de ciertos programas televisivos, no nos faltaría materia.

1605

En este año aparece en Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra. Un libro escrito para desmontar las falsedades caballerescas que, en libros y romances, eran leídas y escuchadas por el vulgo.
El éxito, es sabido, fue inmediato. En 1614 se publica una segunda parte del Quijote, firmada con el seudónimo de Fernández de Avellaneda, con intención de zaherir a Cervantes y disminuir a los protagonistas del relato. En 1615 Cervantes “responde” magistralmente a su imitador dando al mundo la segunda y última parte del libro.
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            El motivo argumental es aparentemente sencillo: un hidalgo manchego que pierde la razón por la lectura de libros de caballerías y  se hace caballero andante para combatir el mal. El hidalgo, que se hará llamar don Quijote, es un paranoico que, fuera de su monomanía, razona y se comporta como una persona normal. La perfecta descripción de esta demencia la podría haber estudiado Cervantes en el Examen de ingenios (1575) del doctor Huarte de San Juan. Esta sería, pues, una de las fuentes primigenias del Quijote, en cuanto a la construcción del personaje protagonista.
            La fuente argumental la encontramos en el Entremés de los romances, de autor desconocido, escrito a finales del s. XVI.  Aquí la locura del protagonista se debe a la lectura de romances, y sus peripecias también aparecen en los primeros capítulos del Quijote y con los mismos desenlaces: apaleamiento, desdoblamiento de personalidad y vuelta a casa.
            Pero desde estas referencias de partida, Cervantes construye una obra coral y transmisora de contenidos literarios, siempre con el telón de fondo de las aventuras caballerescas, con pinceladas del romancero y la sal del refranero. Con variadas intenciones se engarzan citas, ambientes y situaciones tomadas de muy diversas procedencias: autores griegos, latinos, exempla medievales, poesía renacentista, novela morisca, pastoril… Y también hechos históricos y autobiográficos.
            Este será nuestro tema para el espectáculo que aquí presentamos: recrear en el escenario algunos pasajes que sirvieron a Cervantes para desarrollar la historia de don Quijote.




FUENTES Y GÉNEROS


Denominamos  “fuente” al texto que se toma como base para la construcción de otro. Conociendo las fuentes y la vida del autor, podemos disfrutar y apreciar las verdaderas intenciones de una obra, muchas veces disfrazadas por la retórica.
El Quijote recoge todas las corrientes de la literatura anterior y Cervantes las conjuga con entera libertad, mezclando los distintos géneros cuyas fronteras se cruzan en los Siglos de Oro con bastante facilidad. A este respecto, hay que recordar que las diferencias entre géneros literarios que hoy establecemos para nuestra comodidad, no eran tales en el Siglo de Oro.  Así, hasta el s. XVI no aparece el término “cuento”, que vendrá a sustituir a “fábula”, “enxiemplo”, o “apólogo”. Igualmente “novela” y “romance” tardarían siglos en definirse tal como los conocemos ahora.
Pero, aunque pequemos de esquemáticos, repasemos algunos géneros y libros fundamentales en la gestación del Quijote.

LIBROS DE CABALLERÍAS

Son relatos extensos de estilo ampuloso, protagonizados por un caballero andante, ávido de peligrosas empresas, que deambula por ilusorios territorios, luchando con seres fabulosos para derrotar el mal. El caballero, sometido a un estricto código, debe ofrecer continuas muestras de valor en homenaje a su dama, a la que ama según las reglas del amor cortés. El libro suele presentarse como reconstrucción o traducción de un original anterior.
Muchos de sus  asuntos  parten de la Historia regum Britanniae, escrita en el s. XII por Geoffroy de Monmouth. A partir de esta obra, cuyas fantasías fueron creídas en toda Europa, personajes ficticios como el rey Arturo, la reina Ginebra, Merlín, Lanzarote del Lago, Perceval y los otros caballeros de la Mesa Redonda, pasarán a ser protagonistas de largos relatos en verso, roman courtois, género en el que tiene una importancia fundamental Chrétian de Troyes (Perceval, El caballero del león, Lanzarote).
Los libros de caballerías se alimentan también de las tradiciones orales europeas, de fábulas heredadas de la Antigüedad como la fundación y destrucción de Troya y de las leyendas sobre Carlomagno y los Doce Pares de Francia.
“Oficio de caballero es mantener viudas, huérfanos, hombres desvalidos, pues así como es costumbre y razón que los mayores ayuden y defiendan a los menores, así
es costumbre de la Orden de Caballerías que, por ser grande y honrado y
poderoso, acuda en socorro y en ayuda de aquellos que le son inferiores en
honra y fuerza.” (Quijote, II,19)
El primero que se publica en castellano,es el Libro del Caballero Zifar, escrito hacia 1300 con raíces en los cuentos orientales  y en la prosa didáctica castellana.
En España, Amadís de Gaula circulaba en versiones desde el s. XIV, pero la que se considera obra maestra del género en España es la versión reelaborada por  Rodríguez de Montalvo hacia 1500, que alcanzó más de veinte versiones durante el siglo XVI.
El relato se inserta en la tradición artúrica, con modelos en las historias de Tristán y Lanzarote y en él se narran las extraordinarias aventuras de Amadís, el Doncel del Mar, hijo de Perión, rey de Gaula. Amadís, tras luchar con caballeros soberbios y gigantes monstruosos, se casa con su amada Oriana, hija del rey Lisuarte de la Gran Bretaña; convirtiéndose así en “el mejor caballero del mundo”.
Las aventuras de Esplandián, el hijo de Amadís, a quien Urganda la Desconocida vaticinó un heroico destino, se relatan en Las sergas de Esplandián, también de Rodríguez de Montalvo. La serie de los “Amadises” alcanza un total de doce libros a lo largo del s. XVI. Cada una de estas continuaciones relata la carrera de un descendiente del linaje. El éxito de estos libros hizo que fueran imitados por otros autores como  Feliciano de Silva, que escribe Amadís de Grecia, donde el caballero es ya el bisnieto del de Gaula.
Tirante el Blanco fue escrito a mediados del s. XV por el valenciano Johanot Martorell, y traducido al castellano en 1511. Toma como base El Llibre de l'orde de Caballería, del sabio mallorquín Ramon Llull, que nos cuenta cómo un caballero,  que había mantenido mucho tiempo la orden de la caballería en guerras y torneos, elige la vida ermitaña refugiándose en un bosque donde encuentra a un doncel al que instruirá en las reglas de la caballería.
Orlando enamorado, de Matteo María Boyardo, y su epígono, Orlando furioso, de Ludovico Ariosto, que presentan la peculiaridad de estar escritos en verso, describen los fabulosos amores de Roldán, mezclando los planos de la realidad y la ficción. Estos autores italianos son los representantes de cómo el Renacimiento, a través de las versiones burlescas de las grandes epopeyas, abre el camino para la parodia como mecanismo de creación artística.
Otros caballeros famosos fueron: Palmerín, Florismarte, Olivante, Belianís… cuyas aventuras ayudaron a secar el cerebro de don Quijote. Se salvan del fuego tres libros de caballerías de entre los veinticinco títulos que se mencionan en el Quijote: Amadís de Gaula, Palmerín de Inglaterra y Tirante el Blanco.

LA COMEDIA HUMANÍSTICA

Nacida en Italia en el s. XIV, tiene como escenario la ciudad, donde los personajes desarrollan su personalidad a lo largo de la trama.
La Celestina, escrita por Fernando de Rojas, apareció en su forma definitiva en 1502. Según su autor, tiene intención moralizante, pues pretende mostrar las consecuencias destructoras de las pasiones a través de personajes y conflictos llenos de realismo, dejando que el lector saque sus conclusiones. Fruto de la erudición libresca, todos los personajes utilizan citas de autores anteriores, sentencias y referencias históricas, bíblicas y mitológicas.

LA NOVELA PASTORIL

Este género narrativo, que se corresponde con la égloga en poesía, tiene sus raíces en poetas de la antigüedad clásica como Virgilio. En el Renacimiento el modelo fue la Arcadia del italiano Sannazaro. Refleja la tendencia renancentista a poetizar la vida y refleja el idealismo así como el culto a la belleza y a los valores superiores, procedentes del platonismo,
Al contrario de los libros de caballerías, leídos por todos, la novela pastoril no debió de salir de los círculos más cultos. Los protagonistas, son pastores que dialogan en una lengua de elevada altura intelectual, siempre sobre asuntos amorosos donde triunfa la virtud.
Cervantes conocía bien los Siete libros de la Diana, de Jorge de Montemayor, y la Diana enamorada de Gil Polo, que iniciaron el género en España a mediados del XVI y él mismo empezó escribiendo una novela pastoril que fue su primer libro publicado, con el título de Primera parte de La Galatea (1585).

LA NOVELA PICARESCA

Trata de asuntos contemporáneos y refleja el habla y las costumbre de su tiempo. Utiliza una técnica realista, heredera de La Celestina de Rojas. Frente al idealismo, es la otra tendencia renacentista: la que lleva a la observación de los comportamientos humanos y a la crítica de las formas de vida religiosa o social.
El Lazarillo de Tormes aparece en 1554 . El protagonista es un hombre pobre, un antihéroe que cuenta su adversa vida, retrospectivamente. La simplicidad expresiva de su estilo fue muy imitada.  En 1599 aparece Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, siguiendo algunas pautas del Lazarillo.

EL ROMANCERO

Buena parte del romancero, especialmente de los romances que se siguen escribiendo en el XVI, se entronca con temas y personajes de la tradición épica artúrica, carolingia, morisca y castellana (El Poema del Cid, Los infantes de Lara, Bernardo del Carpio, El Cantar de Zamora, Fernán González). Incluso materia griega y romana se entrecruzan con sucesos peninsulares, con fábulas folklóricas y con invenciones caballerescas.
Los grandes personajes de los poemas épicos griegos, latinos, italianos o españoles se mezclan en los romances impresos con los hechos fabulosos de la caballería.  Y a su vez conviven con temas y personajes históricos procedentes de materiales narrativos que se reelaboran constantemente sin pararse a distinguir
las fuentes en que se inspiran. Estas narraciones están presentes en la cabeza de don Quijote que, en sendos desdoblamientos de personalidad, creerá ser Valdovinos y Reinaldos de Montalbán.
Los romances tuvieron vida propia más allá de los libros, unos cantados y transmitidos luego oralmente y otros amplificados en el teatro. Hay que referirse también a una moda que aparece en los tiempos de Cervantes: las ensaladas o ensaladillas de romances, donde se ensartaban versos de diversa procedencia, dejando al lector u oyente la lúdica tarea de reconocer sus fuentes.

NOVELA MORISCA

Otra variante de la ficción es la novela y el relato moriscos, como una síntesis caballeresca y sentimental que evoca la vida de frontera que separaba Castilla del reino musulmán de Granada hasta su capitulación en 1492 y de las luchas esporádicas que la agitaban .
Como ejemplo de la visión idealizada de este mundo tenemos, El Abencerraje (1561) que nos cuenta la historia de este musulmán, prisionero del cristiano Rodrigo de Narváez, que recupera la libertad, por cumplir su palabra de volver a la prisión, una vez celebradas sus bodas con la hermosa Jarifa.
Las Guerras civiles de Granada de Ginés Pérez de Hita que representó el éxito del género en Europa, relata el levantamiento de los moriscos granadinos entre 1569 y 1571.
También están ambientados en el mundo musulmán los romances moriscos así como las novelas de cautivos que narran el cautiverio de cristianos en el norte de África.
            Cervantes recoge en El Quijote el tema del cautiverio en diversas ocasiones, así como da testimonio de la expulsión de los moriscos por un decreto real (1609) que obligó a más de 100.000 a abandonar el país en el plazo de tres días.
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Entremés de los romances

Para una fuente principal, como es el Entremés de los romances, elegimos un formato mixto: proyección de la historia con diapositivas (blanco y negro); y lectura teatral simultánea.










1.Cervantes tomó el argumento del Entremés de los romances y lo adaptó en los cinco primeros capítulos del Quijote. Veamos algunos fragmentos:

1, a. El labrador Pero Tanto da noticia a la familia de Bartolo de la chifladura de éste:

PERO TANTO: Tanto por tanto,ya os digo
que vuestro yerno y amigo
quiere partirse a la guerra,
y dejar su esposa y tierra,
que lo consultó conmigo.
De leer el Romancero
ha dado en ser caballero,
por imitar los romances;
y entiendo que, a pocos lances,
será loco verdadero.

1, b. Bartolo se dispone a emprender la aventura con su criado Bandurrio:

BARTOLO: Ensíllenme el potro rucio
de mi padre Antón Llorente;
denme el tapador de corcho
y el gabán de paño verde,
el lanzón, en cuyo hierro
se han orinado los meses,
el casco de calabaza
y el vizcaíno machete.
Y para mi caperuza,
las plumas del tordo denme,
que, por ser Martín el tordo,
servirán de martinetes.
Pondrasle el orillo azul
que me dio para ponerme
Teresa la del Villar,
mi mujer, que está presente.
Pártete luego, Bandurrio,
y haz que todo se aderece.

1, c. La familia le implora que no se vaya, pero Bartolo se despide de su esposa:

BARTOLO: Teresa de mis entrañas,
no te gazmíes ni jaqueques,
que no faltarán zarazas
para los perros que muerden.
Aunque es largo mi negocio,
la vuelta será muy breve:
el día de San Ciruelo
o la semana sin viernes.
Acuérdate de mis ojos,
que están, cuando estás ausente,
encima de la nariz
y debajo de la frente.

1, d. Bandurrio se pierde en el campo. Bartolo encuentra una pareja de pastores enzarzados en una disputa amorosa, los confunde con dos moros y, creyéndose el Tarfe de los romances moriscos, pelea con el pastor Simocho:

SIMOCHO: Hermano, si estáis borracho,
id a dormir a otra parte;
que aquí no hay moro ni mora,
porque somos dos zagales
que nos queremos casar.
…………………………………
BARTOLO :Retrátate, Almoradí,
que es razón que te retrates
de tus mujeriles hechos,
y en cosas de hombres no trates.
Dices que Daraja es tuya:
¡suéltela, moro cobarde!
SIMOCHO No quiero.
BARTOLO Pues por los cielos
que aquesta lanza te pase.
SIMOCHO ¡Ay, que me ha dado en las nalgas!

1, e. El pastor Simocho le coge la lanza a Bartolo y le da una paliza. Bartolo en su delirio atribuye al caballo su caída, luego se cree Valdovinos y comienza a recitar el romance del Marqués de Mantua:

¡Ah, cruel fortuna proterva!
Apenas puedo moverme.
¡Contenta estarás de verme
tendido sobre esta hierba!
De una desgracia tan brava
no tengo la culpa yo;
túvola el asno, que no
corrió cuando le arreaba.
¡Santa María me valga!
No puedo alzarme aunque quiero.
¡Mal hubiese el caballero
que sin espuelas cabalga!
Mas ¿yo no soy Valdovinos,
y Carloto no es aquel
que, como traidor cruel,
me dejó entre estos espinos?
…………………………….
¿Dónde estás, señora mía,
que no te duele mi mal?
De mis pequeñas heridas
compasión solías tomar,
y agora, de las mortales,
no tienes ningún pesar.
No te doy culpa, señora,
que descanso en el hablar;
mi dolor es tan crecido
que me hace desvariar.
…………………………
¡Oh, mi primo Montesinos!
¡Oh, infante don Merián!
¡Oh, buen marqués Oliveros!
¡Oh, Durandarte el galán!
¡Oh, triste de la mi madre!
Dios te quiera consolar,
que ya es quebrado el espejo
en que te solías mirar.

1, f.  La familia encuentra a Bartolo. Cuando es trasladado a su aldea, se imagina que es el alcalde de Baza que dialoga con el Abencerraje:

PERO TANTO Lleve el diablo el romancero
que es el que te ha puesto tal.
Decid, ¿no tenéis vergüenza,
Bartolo, de porfiar
en que sois vos Valdovinos?
BARTOLO ¿Yo, Valdovinos? No hay tal.
Vos, señor, sois Bencerraje,
y yo alcaide natural de Baza.
PERO TANTO ¡Locura nueva!

1, g.  Dejan a Bartolo en su cama y , tras otros episodios que suceden en el hogar, la familia celebra una fiesta con música y canciones.  Bartolo reaparece gritando el romance de Ardiéndose estaba Troya. La familia cree que se incendia la casa y huye despavorida:

BARTOLO Ardiéndose estaba Troya,
torres, cimientos y almenas;
que el fuego de amor a veces
abrasa también las piedras.
TODOS ¡Fuego, fuego! ¡Fuego, fuego!
BARTOLO ¡Fuego!, dan voces. ¡Fuego! suena,
y sólo Paris dice: “abrase a Elena.”
FIN

Nota: Seguimos el texto de la edición de Daniel Eisenberg y Geoffrey Stagg
Bulletin of the Cervantes Society of America, 2002
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Más ejemplos de fuentes, en esta entrada del blog









Todas las fotografías fueron tomadas por Raquel Arellano. 
Dibujos y collage: Germán Díez

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