Empecemos por el final: hace unas pocas semanas, unos colegas de Zaragoza que filmaban una película nos pidieron ayuda para vestir las escenas del rodaje. Lo que precisaban lo teníamos, pero no a mano. Si les prestábamos esos materiales (onda siglo XV) teníamos que ir a 100 km de Zaragoza y dedicar unas horas en localizarlos. No pudo ser.
Esto se repite con harta frecuencia, pues son muchos los artistas que necesitan escenografías o utilerías diversas para pintar un cuadro, hacer una fotografía, una obra de teatro, una película, una performance... y nosotros normalmente lo prestamos gustosos. Pero ahora lo tenemos diseminado por distintos espacios de (o cerca de) Zaragoza, Valladolid, Badajoz, Daroca y Tauste. Puede imaginar el lector lo complicado que puede ser buscar, por ejemplo, un sombrero con mantilla tipo XIX, una capelina, o un traje militar. El que lo pide no tiene presupuesto para conseguirlo en las tiendas especializadas.
Otro problema deriva de la fragmentación de archivos secundarios. Archivadores con procesos de creación, o relativos a cientos de artistas que han colaborado con nosotros o hemos documentado sus actividades. Ni que decir tiene que nuestro blog demuestra la importancia de esos archivos.
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En los
últimos diez años hemos pasado de almacenar en nave alquilada a compartir locales con otros grupos, en condiciones ventajosas para
nosotros. Últimamente hemos tenido que recurrir a espacios cedidos por
entidades, colegas y particulares. Tenemos sensación de abusar de su
generosidad, cuando el tiempo de la cesión se alarga y el propietario necesita
el espacio.
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- Tiradlo
todo, es material viejo. Son solo hierros, telas y maderas. -Bueno, hierros, telas y maderas? También podrías decir que son trozos de naturaleza transformados por las manos del hombre
-Qué queréis decir? Que una madera es un trozo de árbol y por eso no hay que tirarla?
-También podríamos decir eso, pero no. Es más. Hemos trabajado con pintores, tallistas, sastres, carpinteros y artesanos que han dado al material bruto una dimensión artística.
-Vale, pero ya se amortizó
-Pero siguen siendo útiles.
-O no.
-También son bellos.
-Y qué.
-Una parte básica de nuestro oficio es apreciar la belleza y compartirla.
-Bueno, bueno, vosotros veréis.
-Eso es lo triste, que ahora mismo no vemos por dónde tirar.
-Pues si pensáis que alguien os va a resolver el almacenaje por la cara, vais buenos!
-Mira, nosotros no somos marcianos. Pisamos el suelo como todo el mundo. Hay muchos que piensan parecido a nosotros, pero son más prácticos y han sabido capitalizar el rendimiento de su trabajo invirtiendo en suelo, en metros cuadrados, en espacio. Y eso es lo que necesitamos: espacio. ¿Qué podemos dar a cambio? Quién sabe!
-Y no os da pudor que sepa todo el mundo de
vuestra precariedad?
-Al mundo le importa un rábano, lo sabemos.
Pero fuera de abstracciones como “el mundo”, hay personas que “necesitan”
que sigamos existiendo, no como algo extraordinario sino como algo normal, algo
a lo que poder tener acceso cuando le venga bien, acaso una seguridad de que si
los necesito ahí estarán. Por eso es mejor confesar nuestro apuro que tirar la
toalla y luego tener que oír toda la vida aquello de “si me lo hubierais dicho”.
-Ya, pero todo esto es muy poco comercial. Se
os volverá en contra.
-Puede ser. Mira, este oficio es muy cruel. La
competencia se encarga de difundir tus problemas, no tus éxitos. Contamos con
ello.
-Y si os propongo pagaros un local de 150
euros al mes?
-Te diríamos que no. Tú no sabes si dentro de
cuatro días (Dios no lo quiera) te quedes sin trabajo, te reduzcan el sueldo o
un familiar necesite esa ayuda.
-Entonces?
-Necesitamos espacio y una llave para guardar material y
archivo. Sin ocasionar trastornos a quien nos lo ceda.
-Vale, vale. Pues ya me contaréis.
Se pueden encontrar referencias a El Silbo Vulnerado en más de un centenar de libros publicados en España o América |
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