Por Luisfelipe Alegre
Desde 1985 teníamos una relación fluida y fraterna. Él, entonces, era concejal socialista de Calatorao y yo andaba intentando poner orden en los espacios teatrales de la provincia. Eran los años en que Alfredo ganaba los certámenes de jota en que participaba. Desde el ayuntamiento, que presidía su correligionario Eduardo Aguirre, trabajó por la creación de la escuela de música, la escuela de jota, la banda de música...
Más tarde estudió canto lírico y , mediados los 90, ya combinaba en sus actuaciones jotas con romanzas. Comenzó por entonces a viajar a Cuba, donde nos encontramos varias veces y nos reíamos porque ninguno de los dos entendía lo que hacía allí el otro.
Compartíamos puntos de vista políticos y gustos musicales, pues Alfredo tenía un gran abanico de intereses, desde la clásica a Carlos Cano. No regateaba las actuaciones en escenarios frágiles y en circunstancias difíciles, con sus colegas de pulso y púa o con el pianista Miguel Sesma. Era un clásico del Cabaret Fardé que organizaba Dionisio Sánchez, con el que recorrimos muchos escenarios; el último, en Cetina, hará tres años. Cuando La Campana de los Perdidos sufrió las amenazas de cierre en 2004, fue uno de los artistas que ofreció su arte solidario.
La fotografía de Alfredo Longares que cierra estas líneas tristes pertenece a una actuación en el programa Sal a Remolinos del año 2000 y la hizo Raquel Arellano.
una gran pena...conocí al maestro y además conectamos barbaro de entrada...nos divertimos mucho...un abrazo a los suyos y desde ya un recuerdo para él de mi parte emocionado...hasta siempre! Ariel
ResponderEliminarLo siento mucho. Quizá en algún lugar podamos volver a cantar juntos.
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