Es este un libro de relatos –artefactos literarios, con permiso de
Nicanor Parra, los denomina el autor– fronterizo y heterodoxo, en la
linde de dos géneros, prosa y poesía, y a caballo entre la vida y la
literatura, si es que ambas no son la misma cosa. Cuentos donde el mundo
se contempla desde el vaho entelado de las palabras y la ficción se
revela con la nítida verdad de lo ilusorio; relatos hirientes como
cuchilladas en los que cualquier parecido con la realidad no es pura
coincidencia; impresiones poéticas que dejan el regusto acedo de la
desolación.
Baza de copas que, «entre el humo del tabaco y el sueño de la
muerte», ajusta cuentas con la infamia y busca en la casa común de las
palabras la posible redención para la absurda tragedia de los ángeles
caídos. Ramón García Mateos nos regala así, bajo el aura de una prosa
hecha verso, relatos desde el yo para un nosotros, del hoy para un
mañana; literatura, en fin, para siempre.
El libro había obtenido el premio Tiflos de Cuento, de la ONCE.
Hace unas horas, Ramón ha regresado de Honduras donde ha celebrado varios recitales y ha recogido un nuevo galardón: el premio Iberoamericano de Poesía Jugos Florales de Tegucigalpa por su libro Daguerrotipos
moderadamente apócrifos seleccionado entre más de setecientos trabajos llegados de 30 países.
El jurado estaba presidido por el poeta mexicano Efraín Bartolomé, la
académica española Carmen Ruíz Barrionuevo y el poeta hondureño
Rigoberto Paredes.
En el blog De amor y copla se hizo un seguimiento del acontecimiento.
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