Tomamos este interesante artículo de La Jornada Semanal. Agradecemos a Luis Tovar, jefe de redacción, su autorización para publicarlo entero.
Fantasmas del pasado:
quema de libros en Italia
quema de libros en Italia
Por Fabrizio Lorusso
La censura y las listas negras volvieron a sacudir a Italia y resucitaron el espectro de un fascismo latente en ciertos sectores de su sociedad. El pasado 16 de enero, Raffaele Speranzon, consejero de cultura de la provincia de Venecia, quien tiene una trayectoria neofascista y es militante del Partido de la Libertad (PDL) fundado por el primer ministro Silvio Berlusconi, relanzó públicamente una propuesta de otro berlusconiano de un pueblo cercano, Martellago: pedirán a las bibliotecas de la ciudad que retiren de los estantes los libros de unos sesenta escritores italianos y extranjeros. Tiziano Scarpa, Valerio Evangelisti, Wu Ming, Pino Cacucci, Massimo Carlotto, Antonio Moresco, Girolamo de Michele, Daniel Pennac, Lello Voce, Loredana Lipperini, Giuseppe Genna y muchos más serán censurados. El novelista veneciano Scarpa definió la iniciativa como “una praxis de las dictaduras y de los monarcas absolutos”. Pero ¿por qué esos escritores? Según los promotores de la censura, su culpa está en haber suscrito una apelación. Su adhesión se remonta a 2004, cuando firmaron un pliego que promovía la revista literaria Carmilla en contra de la extradición de Cesare Battisti, quien perteneció a la formación terrorista Proletarios Armados para el Comunismo (PAC) en la década de 1970 y fue condenado a cadena perpetua en Italia. Entre los proscritos se encuentran escritores con posturas políticas y carreras muy distintas, por lo cual, en realidad, la firma es un mero pretexto para castigar la libertad de pensamiento y la cultura.
El caso es muy complejo y controvertido, ya que Battisti fue condenado en ausencia y bajo una legislación especial en Italia durante los años ochenta. Después de refugiarse en México y en Francia se fue a Brasil, donde está preso desde 2007. El pasado 31 de diciembre el ex presidente Lula da Silva decidió no extraditarlo a Italia, aunque la Suprema Corte se reservó el derecho de reconsiderar el caso. En un intento de condicionar la opinión de Lula, el secretario italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, y el de la Defensa, Ignazio La Russa, amenazaron con imponer sanciones comerciales contra el gigante sudamericano.
No obstante, Italia y, en primer lugar, la región de Véneto, se benefician tanto de la relación con la economía brasileña que no pueden permitirse ningún berrinche serio con ese país. El problema aquí no es Battisti; él es un chivo expiatorio y una excusa para no afrontar las cuestiones históricas irresueltas del país y desviar la atención de los problemas reales cuando es necesario. La apelación de 2004 planteaba también la necesidad de cerrar un capítulo turbio y doloroso de la historia italiana, los “años de plomo”, en los cuales el terrorismo rojo y negro, la intervención de aparatos desviados del Estado y las matanzas condujeron a la utilización de unas normas y prácticas “excepcionales”. La censura veneciana pretende golpear a un grupo de ciudadanos e intelectuales que luchan por la libertad de pensamiento sin coquetear con el poder político y a pesar de él.
Efectivamente, también los libros de otros escritores como Roberto Saviano, autor de Gomorra y de un programa televisivo en que acusaba al partido Lega Nord (Liga Norte) de connivencias con la mafia más poderosa de Italia (la ‘Ndrangheta de Calabria), están siendo eliminados poco a poco de los estantes de toda la región de Véneto. El gobernador de esta entidad, Luca Zaia, pertenece al partido populista y racista de la Lega Nord que está aliado con el PDL de Berlusconi, tanto en esta entidad como a nivel nacional. El secretario regional de la Lega, Gianantonio Da Re, manifestó su regocijo al enterarse de que el alcalde del municipio de Preganziol logró sacar Gomorra de las bibliotecas. En cambio, la ciudadanía y algunos escritores ya planearon manifestarse en la plaza del pueblo en contra del alcalde para apoyar a la bibliotecaria que denunció la censura. El responsable general del sindicato de la policía, Franco Maccari, planteó la extensión de la medida fascista a todo el país e invitó a boicotear los libros de autores “incriminados”. Sus declaraciones representan un caso único en Europa y un peligro para la democracia italiana.
En un arranque de año marcado por los nuevos escándalos sexuales de Berlusconi y por el incierto futuro de su gobierno, muy debilitado a causa de la ruptura con el derechista Gianfranco Fini, también se vislumbraron los estragos de un régimen decadente que acalla las voces discordantes. Mientras el Cavaliere se las ingeniaba para eludir los citatorios de los jueces de Milán, quienes lo acusan de explotación y prostitución de menores y concusión, sus lacayos se encargaban de lanzar propuestas liberticidas y anticonstitucionales.
Para rematar, el consejero Speranzon también va a “recomendar” a las instituciones culturales que ya no organicen iniciativas con los literatos definidos “personas no gratas”. Los funcionarios que no acepten la orden “van a asumir toda su responsabilidad”. La amenaza es clara para los bibliotecarios y la sociedad entera, ya que la quema de libros y la proscripción de los escritores incómodos para el poder se han transformado en armas de combate contra la libertad de opinión. El hecho más paradójico es que, en lugar de tomar la debida distancia y mostrar su presunta alma “liberal”, cada vez más políticos del PDL refrendan sus adhesiones a las iniciativas de censura que se expanden como reguero de pólvora.
Así lo hizo la consejera del municipio de Venecia para la cultura y la educación, Elena Donazzan, quien tiene un historial de militante en el Movimiento Social Italiano, nacido de las cenizas del partido fascista. Hace dos años propuso la enseñanza obligatoria del catolicismo en las escuelas, también para los no creyentes, e impulsó la distribución de la Biblia en las escuelas de la región por cuenta de los contribuyentes. Asimismo, ordenó la impresión de panfletos sobre la caída del Muro de Berlín elaborados por “los jóvenes del partido” siguiendo el método del copia y pega de internet. Quizás la misma Donazzan quiso destacar esta sofisticada técnica de investigación como modelo, o ni se preocupó de revisar la edición de su propaganda, misma que fue pagada por los ciudadanos. Este es el estilo de los responsables de la educación en Venecia y, desgraciadamente, no sólo de ellos.
Conscientes del peligro para la libertad de expresión en Italia, los escritores y la sociedad están reaccionando con métodos de lucha creativa. Se rebasa el tradicional “activismo de clic” o “de pantuflas”, en que sólo se firma una apelación en internet, en Facebook, o se reenvía pasivamente un e-mail de protesta. Más bien, se abren observatorios para seguir la evolución del caso (página de Wu Ming y la de Lipperatura), se crean redes de solidaridad hacia los funcionarios públicos contrarios a las “recomendaciones” neofascistas y algunos de ellos mostrarán la “lista negra” a los usuarios de las bibliotecas. Además, se difunden artículos de opinión en miles de blogs y en muchos idiomas, así que el caso está apareciendo igualmente en los periódicos y noticieros de medio mundo. Los escritores solidarios van a difundir la información en cada evento público en que participen para que la palabra sea siempre libre y soberana. No nos quedemos callados.
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